Aunque en España se ha desatado uno de los mayores escándalos financieros con la comercialización de participaciones preferentes de algunas entidades, no es un problema solamente local. En todo el mundo la venta de abusiva de productos complejos se ha convertido en uno de los mayores quebraderos de cabeza para los inversores y para sus asesores financieros, como refleja un estudio de CFA Institute, que fue presentado la semana pasada en Madrid a los responsables de la CNMV.
CFA Institute, que otorga una de las acreditaciones profesionales del mundo de la inversión más prestigiosas, considera que nos encontramos en un cambio de modelo de negocio para las entidades financieras en el que va a ser necesario más que nunca poner el foco en cl cliente, sin incurrir en una letanía regulatoria difícil de llevar a la práctica. De hecho, puede ser contradictoria con los intereses de los inversores en algunas ocasiones. "Los requisitos de capital de las entidades financieras fomentaron la venta de preferentes y en MiFID se determinan una serie de requisitos formales para la comercialización de determinados productos que luego cuando se venden en una oficina bancaria, ofreciendo información verbal, pueden ser contradictorios", señala Mirzha de Manuel Armendía, director de Políticas de Mercados de Capitales para Europa de CFA.
Por regulación no se puede quejar el inversor: entre directivas y normas hay casi 40 nuevos preceptos a cumplir, que enmarañan aún más la relación de las entidades con sus clientes. Sin olvidar el coste de aplicarlas. "Las normas han sido onerosas porque los requisitos de MiFID han sido onerosos, y éstos se terminan transfiriendo al cliente. Y además han sido poco efectivos puestos que han resultado ser insuficientes para evitar los casos de ventas desleales o abusivas que se han producido", subraya De Manuel.
¿Y los reguladores no se dieron cuenta de esta situación? El responsable de CFA los disculpa porque "hicieron lo que estaba dentro de sus capacidades". "Los poderes de intervención siempre son posteriores. No hay supervisores para vigilar a todo el mundo. Lo que hace falta es llegar a ese punto porque el daño ya estará hecho y va a resultar muy caro arreglarlo", explica.
Josina Komerling, responsable de Políticas Regulatorias de CFA, explica que actualmente se está produciendo un debate en Europa sobre la estructura y la reforma del sector bancario que puede ayudar a cambiar la forma habitual de trabajar de las entidades. "Hemos tenido una época de grandes mastodontes y ahora van a tener que especializarse en algún segmento concreto de negocio, separando la banca de inversión de la comercial minorista. Seguirán existiendo grandes firmas que competirán en el mercado europeo, con productos comparables y de bajo coste, lo que beneficiará al ahorrador".
Y en este nuevo modelo el asesoramiento será esencial. "El sistema de pagos actual prácticamente genera pocos rendimientos, no necesita casi oficinas. Y hoy en día la sociedad necesita plataformas abiertas de asesoramiento, flexibles, según el perfil de cada inversor", comenta Komerling. Sin olvidar que no se puede obviar el tema del pago por este servicio. "¿Qué es la banca: una industria o un servicio público? Porque una industria debe de tener una remuneración para que sea útil, sin olvidar la protección al inversor", añade.
En esta nueva etapa del sector financiero será crucial la educación de los inversores para que comprendan la importancia de los productos que contratan. "Los ciudadanos necesitan el asesoramiento para tomar decisiones muy trascendentales para su vida, como el ahorro para la jubilación, en un contexto en el que una menor población activa para sostener a la que estará en edad de jubilarse impedirá materialmente financiar las pensiones públicas", argumenta De Manuel.
Este nuevo papel del inversor, asumiendo mayor responsabilidad de sus finanzas, pasa también por ofrecer al cliente más transparencia sobre los productos que contrata."Hay que decirles cuánto cuesta exactamente, cuál es el margen que se va quedando en cada etapa. Y asignar la venta de productos por perfiles concretos de riesgo de los clientes, no pensando en las comisiones por ventas. No se puede entrar en un mercado sofisticado como quien va a comprar pan", subraya Komerling.
Respecto a las comisiones, De Manuel resalta que no se pueden tomar decisiones "basándonos solo en los conflictos de interés por los incentivos" porque "quizás termines pagando por el asesoramiento de un producto complejo que realmente no necesitas". Y vuelve a reiterar la transparencia como el antídoto contra las perversiones del negocio bancario. "El objetivo final sería estudiar cómo podemos poner en marcha instrumentos para que haya accesibilidad y calidad del asesoramiento para cada grupo de la población que lo necesite".