Cualquier medida que adopte un Gobierno en España, sea cual sea, suele ser contestada por la otra media España. Incluso, cuando, teóricamente, beneficia a la totalidad de los ciudadanos. O quizás por eso mismo. La decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de subvencionar con 20 céntimos de euros el precio del litro de gasolina desde el 1 de abril de este año aguantó dos meses sin la contestación de oposición, organismos internacionales e instituciones nacionales. Una tregua que duró hasta principios de junio. Ahora seis meses después, hasta los más importantes organismos económicos internacionales, como el FMI y la OCDE, critican la medida.
Los datos suelen ser muy tercos. Pero la realidad es que, en la actualidad, el precio del litro de gasolina de 95 octanos, la más usada en nuestro país, es inferior, incluso sin tener en cuenta el descuento, al de finales de marzo, cuando el Gobierno debatía aún la conveniencia de su aprobación con el fin de combatir la inflación.
Un litro de gasolina cuesta hoy, como media, 1,709 euros en España. Este es el precio que figura en los tableros luminosos de las estaciones de servicios en las que se abastecen los conductores. A ese precio hay que descontarle 20 céntimos por litro, además de algún otro beneficio que otorgan la mayoría de las compañías distribuidoras. Un litro de gasolina “subvencionada” cuesta realmente, solo con el descuento del Gobierno, 1,509 euros, lo mismo que el 17 de enero.
El 7 de marzo de este mismo año, cuando la invasión de Ucrania por parte de las tropas rusas apenas cumplía sus primeras dos semanas, un litro de la misma gasolina costaba 1,680 euros y el 21 de marzo, 1,813 euros. De hecho, el 21 de febrero de este año, tres días antes del inicio de las hostilidades en Ucrania, un litro de gasolina costaba 1,592 euros. Y, por supuesto, no había ayudas.
El Gobierno español no decidió la concesión de la subvención de 20 céntimos por litro hasta el día 25 de marzo tras una reunión entre la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, y los representantes de los transportistas. Tres días después lo hizo extensible a todos los conductores. Fue en el Consejo de Ministros del día 29. La medida entró en vigor el 1 de abril.
A pesar de que los números están ahí, en las estadísticas de Cores o de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP), el Gobierno ha extendido hasta el 31 de diciembre próximo las ayudas. Hace apenas una semana, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha pedido a los gobiernos de los países más desarrollados que pongan fin a las políticas de ayuda para contener los precios de la energía, especialmente a aquellas que están contribuyendo a subvencionar el uso de combustibles fósiles.
Críticas al subsidio
Ya en el mes de junio, el Fondo Monetario Internacional advirtió de la necesidad de evitar los subsidios generalizados y optar por ayudas concretas a los colectivos más vulnerables. Los argumentos del Fondo son los mismos que han expresado otras organizaciones: hay ciudadanos que seguirán teniendo que consumir carburantes aunque su precio siga subiendo, porque no tienen otra alternativa en los transportes públicos. Además, la subvención es idéntica para las rentas más altas como para los salarios más precarios. El Fondo añade que, en la mayoría de los países, las producción y la distribución de combustibles y carburantes está en manos de muy pocas empresas.
Un ejemplo puede valer más que mil opiniones. El 28 de marzo de este año, un día antes de que el Consejo de Ministros aprobara la subvención de 20 céntimos por litro a transportistas y particulares, el precio medio de un litro de gasolina estaba en 1,818 euros. Una semana después bajó a 1,613 euros y el día 11 de abril, a 1,591. Siempre sin subvención. El precio máximo se dio el 20 de junio, cuando marcó 2,142 euros.
Funcas aseguró en su momento que solo tendría efectos a corto plazo; el Consejo Económico y Social (CES) dijo que no cumplía los objetivos y BBVA Research criticó que no fuera selectivo y que no fomentara el ahorro de combustibles fósiles.
La composición final del precio de un litro de gasolina de 95 octanos ha cambiado algo entre febrero y agosto de este año. Según la AOP, los impuestos (IVA e impuestos especiales sobre los hidrocarburos) representan hoy el 43% del precio final, cuando en febrero eran el 47%. Los costes de distribución y márgenes son ahora el 17% (15% en febrero) y el coste del producto, el 40% (38% hace medio año).
Según los últimos datos de recaudación de la Agencia Tributaria, correspondientes al mes de julio, en el acumulado de los siete primeros meses del año, Hacienda ha recaudado solo por el impuesto especial sobre hidrocarburos 7.158 millones de euros, un 11,2% más que en el mismo periodo del año anterior.