Economía

Hermès, el imperio del lujo que nació en una tienda para jinetes

La compañía echó a andar en 1837 en un pequeño local de París. Hoy cotiza en Bolsa y compagina la venta de sus productos más clásicos con colaboraciones como la de Apple

  • Tienda de Hermès en París.

Hermes en mitología es uno de los hijos de Zeus. Era la representación de la mensajería y trasladaba las almas de los muertos en el inframundo, por lo que se convirtió en símbolo de la prosperidad y protector de los viajeros. Sin embargo, el nombre de la famosa marca que todos asociamos al lujo -también de artículos de viaje- no se debe a una creación de marketing, es simplemente el apellido de un artesano, que fundó una empresa que se está acercando ya a los 200 años de historia.

Thierry Hermès nació como el menor de seis hermanos en Krefeld (hoy Renania del Norte-Westfalia) en 1801. El motivo para su nombre francófono es procedía de una familia de inmigrantes franceses que se establecieron allí. Desde 1797 hasta 1814, esa zona estuvo ocupada por el ejército de Napoleón Bonaparte. Su ciudad, que luego volvería a ser parte de Prusia, formaba parte del "Dèpartement de la Roer", que tomaba territorios que hoy forman parte de Países Bajos y Alemania.

Krefeld era famosa por ser la sede del negocio de tejidos de seda de la familia Von der Leyen y se supone la afición al textil del joven Thierry le viene de ahí. El caso es que con 20 años se muda a Francia, a 160 kilómetros de París, donde aprende a manejar el cuero trabajando de guarnicionero para la familia Pleumer. Allí se casa en 1828. No se sabe mucho de su vida, que se supone tranquila, en Port Audemer; pero en 1837, curiosamente el mismo año en el que Charles Lewis Tiffany abre su mítica tienda en Nueva York, funda en la Rue Basse du Rempart, ubicada en el barrio parisino de Grands Boulevards, una tienda de diseño y creación de arneses para caballos.

Pronto se hizo famoso en la capital francesa por la calidad de su trabajo artesano. Su prestigio, siempre relacionado con el mundo equino, le lleva a obtener el primer lugar en la Exposición de París de 1855 y es premiado con la Medalla de Primera Clase en la Exposición Universal de 1867.

El fundador muere en 1878. Charles-Emiles Hermès, su hijo, hereda lo que ya se consideraba como una industria y traslada la guarnicionería a una calle cercana al Palacio del Elíseo. Allí empieza a suministrar sillas de montar a toda la aristocracia europea (hasta el zar de Rusia las compraba) y, con el tiempo, perfecciona el llamado bolso 'haut à courroies', en realidad una alforja para el jinete; eso sí, muy elegantemente diseñada. Es en esta etapa cuando los propósitos se vuelven más estéticos y menos prácticos.

La fama lleva a que en 1914 casi 80 artesanos eran empleados por Hermès, que ya por entonces estaba gestionada por Adolphe y Émile-Maurice (nietos del Hermès original). Ellos fueron los que supieron mantener y hacer progresar la empresa a pesar de la debacle de la I Guerra Mundial, ampliando el negocio de los caballos a los humanos.

Innovaciones con el cuero

En un viaje por tierras canadienses, Émile-Maurice Hermès descubrió un mecanismo llamado "cierre relámpago", se hizo con la patente y comenzó a utilizarlo en bolsos y prendas de vestir, dando lugar a la popular cremallera que utilizaría en exclusiva para sus artículos de cuero y prendas de vestir. La primera chaqueta de golf con cremallera, hecha de cuero, fue creada por Hermès en 1918 para el príncipe de Gales.

Tras las quejas de la esposa de Émile-Maurice porque no encontraba un bolso a su gusto, la firma introduce en 1922 el primer bolso femenino de cuero, manteniendo la línea de color y texturas que habían empleado para el resto de los productos. En 1924 dan el salto a los Estados Unidos y se ven beneficiados de la prosperidad del país en los 'Felices años 20'.

Hermès
Publicidad antigua de Hermès.HERMÈS

A pesar de estar centrado en el lujo, o quizás precisamente por ello, la empresa consigue sobrevivir a la crisis global de 1929. La clave fue la potenciación del valor añadido que los hacía diferentes al resto, mezclando diseño y calidad del producto. En los años 30 su buque insignia es el pañuelo: compraban seda china en bruto, la hilaban y la tejían dos veces para hacerla más resistente y densa que la mayoría de los productos similares en la competencia.

Los diseñadores de Hermès tardaban años en crear nuevos motivos, y los estampaban por cada lado de la pañoleta individualmente con pigmentos vegetales. Cada color que se añadía a la tela tardaba hasta un mes en secar, tiempo que el siguiente tono debía esperar para ser aplicado. Pronto era muy difícil imaginar a una francesa elegante sin una pañoleta de Hermès, favoreciendo la creación de una imagen icónica con la que los extranjeros identificarían a los franceses.

Corbatas 'salvadoras'

Si tras la Gran Depresión los pañuelos 'salvaron' la compañía, tras la II Guerra Mundial fueron claves para la continuación del éxito de la empresa, la introducción en el catálogo de las corbatas de seda en 1946. Antes de fallecer en 1951, Émile-Maurice también introduce el perfume. Su sucesor en la dirección es su yerno, que incorpora a su propio apellido el de su mujer Jacqueline: Robert Dumas-Hermès (1898-1978). Desde entonces la compañía ha tenido otros dirigentes y ha seguido ampliando sus productos al son de los tiempos: vaqueros, chaquetas de motociclistas, últimamente incluso el Apple Watch Hermès

Hasta 1993 la empresa no salió a cotizar en bolsa. Desde entonces, su revalorización ha sido espectacular, alcanzando máximos históricos en 2021 y estando en la actualidad rebotando con fuerza desde los mínimos del año pasado. A pesar de la entrada de nuevos inversores durante estas casi tres décadas, la mayoría del capital de Hermès sigue perteneciendo a la familia.

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