Economía

La caída en picado de la imagen exterior de Sánchez: "Ya no es una estrella del rock"

La credibilidad del presidente comenzó a resentirse cuando intentó colar el catalán en la UE. La amnistía y la beligerancia contra Israel le restan más puntos en su carrera internacional

  • Pedro Sánchez, junto al presidente belga, Alexander De Croo, en el paso fronterizo de Rafah. -

Esta vez sí ha cruzado una línea roja. "Pedro Sánchez ha dejado de ser una estrella del rock fuera de España", avisa un consultor en contacto directo con inversores internacionales. Que el Ibex o la prima de riesgo no hayan somatizado aún nuestra crisis institucional no implica que España no preocupe. Al contrario, la amnistía es el culmen de la deriva del presidente del Gobierno, que ha dilapidado gran parte de la magnífica imagen que atesoraba en el exterior. Particularmente, en las instituciones europeas, pero también en plazas tan lejanas como Nueva York.

"¿Qué está pasando en España?". La pregunta se ha repetido en las últimas dos semanas desde el otro lado del Atlántico. La formulan directivos de algunos grandes fondos, que rastrean el mapamundi en busca de destinos de inversión. No es extraño. Hasta el Wall Street Journal ha editorializado sobre los riesgos de forjar un Gobierno maniatado por partidos soberanistas. Las imágenes de las manifestaciones multitudinarias en Madrid y de los disturbios provocados por ultras en Ferraz también han salido en la CNN.

La cesión a los separatistas está rebanando peligrosamente el capital simbólico con el que Sánchez se paseaba por el extranjero, con un inglés perfecto, envidiable don de gentes y una cintura de avispa para zigzaguear por los pasillos y despachos donde se mueven los poderosos. La 'rebelión' generalizada contra la amnistía es un drama para el líder socialista, que tan bien se había labrado el camino para ocupar un puesto internacional al abandonar La Moncloa. La presidencia rotatoria de la UE debía ser el broche de oro, pero el escaparate ha servido -cosas del destino- para reflejar el lado oscuro de la política española.

La imagen de Sánchez empezó a resentirse en septiembre, cuando forzó al Parlamento Europeo a debatir si el catalán, el euskera y el gallego debían considerarse lenguas oficiales de la UE. La petición, auspiciada por Junts y ERC, se topó la negativa de Bruselas, pero levantó recelos en los pasillos de la capital belga. Lo recuerda la eurodiputada por Ciudadanos Eva Poptcheva: "Causó mucha extrañeza que Sánchez intentara usar las instituciones europeas para resolver sus problemas con la investidura".

La maniobra del presidente español era un aperitivo de lo que vendría después. La ley de amnistía, pactada con ERC el 1 de noviembre y con Junts ocho días después, causó estupefacción en Bruselas y Estrasburgo. Hubo cruces de llamadas: embajadores, altos funcionarios y parlamentarios "no daban crédito", rememora Poptcheva, quien ostenta también la vicepresidencia de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios. Hasta ese momento, la mayoría de los eurodiputados había mostrado unidad frente a las pretensiones y el ideario de Carles Puigdemont, Clara Ponsatí y Toni Comín.

La cesión de Sánchez ponía en un serio aprieto a la familia de los socialistas europeos, que habían aislado a los tres parlamentarios en Estrasburgo. Con un problema añadido: el desafío a los jueces que implica la amnistía recordaba demasiado en la Cámara a lo sucedido en Hungría o Polonia.

La caída en picado de la imagen exterior de Sánchez: "Ya no es una estrella del rock"
Sesión plenaria del Parlamento Europeo.EP

La posición beligerante del presidente español en el conflicto de Israel y Palestina ha añadido aún más leña al fuego. Es otra línea roja para algunos altos cargos alemanes. "Es evidente que Sánchez ha perdido parte del capital político que tenía. Ahora hay quien lo ve como una persona sin escrúpulos, esto sí que ha calado. Y le pasará factura", concluye Eva Poptcheva.

Al presidente español le salva, por ahora, la nula reacción que ha tenido en los mercados la tormentosa formación del Gobierno. Las cifras dan un buen argumento a Moncloa para intentar calmar los ánimos. Por un lado, el Ibex ha subido un 9% desde el día anterior al primer acuerdo con ERC. Por otro, en las mismas fechas, la prima de riesgo ha retrocido ligeramente para establecerse en el listón de los 100 puntos.

"Es evidente que Sánchez ha perdido parte del capital político que tenía. Ahora hay quien lo ve como una persona sin escrúpulos, esto sí que ha calado. Y le pasará factura"

Ni las advertencias por escrito de Moody's o S&P han servido para que los inversores ejecuten órdenes de venta en los parqués. Quienes las toman saben que el dinero no se casa con nadie y recuerdan que, en la actualidad, otros factores pesan mucho más en las grandes decisiones de inversión. Por ejemplo, las expectativas de que los tipos de interés comiencen a bajar o el hecho de que los conflictos de Ucrania e Israel estén por ahora acotados.

Daniel Lacalle, economista jefe de Tressis, pone un ejemplo muy claro: "La prima de riesgo de Portugal ha bajado incluso más que la de España en medio de una crisis política". En efecto, la valoración de la deuda portuguesa no se ha resentido tras el escándalo que acabó con la dimisión del primer ministro, António Costa. Es más, la prima de riesgo ha descendido ligeramente y se mueve por debajo de los 65 puntos.

Paraguas protector para Sánchez

Lo mismo ocurre con las bolsas. No sólo la española y la lusa; también las de Italia, Grecia o Países Bajos. Lacalle aporta otra explicación: "El BCE sigue comprando la deuda que va venciendo". Un ejemplo: según el balance oficial de la institución, en septiembre reinvirtió otros 1.452 millones en deuda española. Y aún no hay fecha definida sobre la retirada definitiva de ese paraguas protector. En su última intervención del 26 de octubre, la presidenta del BCE, Christine Lagarde aseguró que la cancelación del programa de recompra ni siquiera se había tratado en la reunión del Consejo de Gobierno.

El rumbo se puede torcer si España empieza a agudizar sus desequilibrios fiscales, el gran punto débil en el que inciden las agencias de calificación de riesgos. Por eso, los analistas tienen marcada en rojo un hito: la negociación de los nuevos Presupuestos Generales del Estado. La ministra de Hacienda y flamante vicepresidenta cuarta, María Jesús Montero, está obligada a cuadrar no sólo las cesiones pactadas con ERC, Junts, PNV y Bildu; también tendrá que asumir las más que probables nuevas demandas de los mismos partidos.

Ese difícil encaje debe realizarse además en pleno retorno de las reglas fiscales. Y bajo la estrecha vigilancia de la Comisión Europea, que ya ha lanzado una advertencia al nuevo Gobierno. Si la brecha fiscal se agranda, puede acabar la tregua de los mercados y Sánchez perderá argumentos para recuperar su debilitada imagen exterior.

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