El descontrol de la inflación está haciendo mella en la industria española, que ha visto desplomarse su competitividad frente al resto de la Unión Europea (UE). Los precios son ahora un 43% más altos que hace un año, con el diferencial con la UE y el resto de países en niveles no vistos en los últimos siete años recogidos en las estadísticas europeas. De hecho, antes de la crisis inflacionista, España había logrado ser más competitiva en precios, con 27 meses consecutivos de reducciones superiores a la media de la Unión.
Ahora la brecha entre los precios de España y la UE en su conjunto supera los siete puntos desde febrero de este año, cuando se inició la guerra en Ucrania y se agravó la crisis inflacionista que ya atravesaba nuestro país. En febrero y marzo ese diferencial superó los diez puntos, con subidas superiores al 40% en España y sólo del 30% en el resto de la Unión.
En abril, mes en el que la inflación dio un respiro, el diferencial entre la subida de precios industriales de España y la UE también cayó hasta los siete puntos, pero desde entonces su reducción se ha ralentizado y continúa en esa misma cifra, con reducciones de apenas una décima al mes, según los datos que publica la oficina estadística comunitaria, Eurostat.
Mientras en España los precios de la industria son ahora un 43% más altos que hace un año (los últimos datos de Eurostat corresponden al mes de junio), otras grandes economías sufren subidas más moderadas. Por ejemplo, en Francia la industria ha encarecido sus precios un 27%; y en Alemania, un 33%; es decir, al menos diez puntos menos que en España.
Italia se aproxima más a los niveles de nuestro país, con una inflación en su sector manufacturero del 42%. Además, sólo nueve países experimentan subidas superiores: Rumanía (61%), Dinamarca (56%), Lituania (53%), Bélgica (50%), Estonia (50%), Bulgaria (49%), Letonia (46%), Hungría (45%) y Eslovaquia (44%).
El descontrol de los precios de bienes energéticos, materias primas e insumos a raíz de la guerra en Ucrania está encareciendo los productos de la industria española y haciendo perder competitividad a las exportaciones de estas empresas, además de afectar a sus márgenes. Asimismo, más allá de las fundamentales ventas al exterior, esta constante subida también repercute en los precios de consumo y, por consiguiente, en la demanda interna.
Y es que mientras las empresas suben precios, los hogares españoles son los que más están sufriendo la pérdida de poder adquisitivo ocasionada por la inflación. En concreto, España es el segundo país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en el que más cayó el ingreso real per cápita de las familias en el primer trimestre del año respecto al anterior, un 4,1%. Este desplome sólo ha sido superado en Austria, donde la renta de las familias en términos reales se redujo un 5,5%.
El Ministerio de Industria viene reflejando una pérdida de la competitividad exterior de la economía española en el último Informe de Competitividad, a partir de la evolución los Índices de Tendencia de Competitividad (ITC). Entre enero y marzo, el ITC subió un 0,9% respecto a la UE (los valores positivos implican una pérdida de competitividad de la economía española), confirmando el cambio de tendencia iniciado hace dos trimestres (con crecimientos del 0,7% en el tercer y cuarto trimestre de 2021).
Los pedidos y la producción caen
El declive del sector manufacturero español ya se percibe en algunos indicadores. Este mismo lunes se conocía que la actividad de la industria registró en julio la primera contracción desde mayo de 2020 (cuando se sufrían los primeros estragos de la pandemia) como consecuencia del impacto sobre la demanda de la inflación y de la incertidumbre económica. La falta de nuevos pedidos tuvo un impacto negativo en la producción, que también mostró la primera contracción desde enero de 2021.
Como reflejo de la caída de la producción manufacturera por primera vez en dieciocho meses, el crecimiento económico compuesto del sector privado (que unifica al sector servicios y al manufacturero) se debilitó en julio hasta alcanzar su nivel más bajo en seis meses de expansión. Dicha desaceleración fue revelada por el Índice Compuesto de Actividad Total que elabora S&P Global Ratings, que cayó a 52,7 del 53,6 registrado en junio.
En cualquier caso, de momento este índice general sigue por encima de los 50 puntos, una frontera que separa el crecimiento (por encima) de la contracción (por debajo). Esto se debe a que el sector servicios continuó expandiéndose en julio, aunque con una ralentización importante. De hecho, la confianza de los empresarios del sector servicios se hundió al nivel del verano de 2020 por el miedo a una recesión en la segunda mitad del año.
xaxonem
El otoño no va a ser caliente, va a ser tórrido para algunos bolsillos. Hay quien se va a ir de vacaciones sin tener en cuenta las necesidades que tendrán a la vuelta. Las cigarras estarán a la puerta de las hormigas pidiendo y deseando unas migajas. ¿Podrá el gobierno repartir tantas migajas?