La inversión ha estado paralizada entre los años 2016 y 2022. La razón no es otra que el escaso atractivo de unos tipos de interés bajísimos, cuando no en negativo. La crisis financiera internacional desatada tras la quiebra de Lehman Brothers obligó al Banco Central Europeo a reducir el precio oficial del dinero desde el 4,25% fijado en el mes de julio de 2007, con Jean-Claude Trichet en la presidencia de la institución monetaria, hasta el 1% en mayo de 2009. Tras unos ligeros repuntes, que llegaron hasta julio de 2011, fue Mario Draghi el que acabó “regalando” el dinero en marzo de 2016.
Con el euribor, el principal indicador de referencia de los préstamos hipotecarios, en tipos negativos durante 62 meses (los que van desde febrero de 2018 hasta marzo de 2021, ambos inclusive) el interés de los ciudadanos de la eurozona se empezó a concentrar en incrementar su endeudamiento y no en invertir los ahorros en activos financieros que, en vez de remunerar el esfuerzo, lo maltrataban. El propio Banco Central Europeo llegó a cobrar hasta un 0,5% por el dinero que los bancos de la Unión Europea dejaban depositado en Fráncfort en lugar de prestarlo a particulares y empresas.
Con tan escasos atractivos, a nadie puede extrañar que en el año 2016, las personas físicas, los ciudadanos tuvieran en su poder apenas el 0,33% de la deuda pública española emitida, lo que equivale a hablar de 2.845 millones de euros de un total de 866.956 millones, de acuerdo con las cifras oficiales del Tesoro Público. Hoy, siete años después, los particulares atesoraban a finales del mes de abril 14.937 millones de euros, el 1,18% del total. Habría que remontarse al año 2008 para encontrar un porcentaje superior.
Muchos años después, los ahorradores españoles han vuelto a encontrar el atractivo financiero de la deuda española; en concreto, de las Letras a corto plazo, un activo financiero olvidado desde el año 2015. Nunca antes, en la historia financiera de España, los particulares habían tenido tanto dinero confiado a las Letras del Tesoro: 13.206 millones de euros, el 18,38% de toda la deuda a corto plazo en circulación.
Y es que entre los años 2017 y 2022, los particulares apenas tuvieron el 0,02% de las Letras en circulación. Hubo años en los que invertir en estos activos estaba de moda. Todo dependía del tipo de interés que ofreciera el Tesoro. En 2002, el 8,49% de todas las Letras en circulación estaba en manos de personas físicas; en 2006, el 9,34% y en 2007 se alcanzó el 10,97%, la cifra más próxima al porcentaje actual.
Se entiende por deuda a corto plazo aquella que se emite con un tiempo de vencimiento generalmente inferior a un año. Sirve para cubrir desajustes temporales entre los pagos y los cobros de un Estado, así como para satisfacer las necesidades de liquidez del Tesoro Público.
Con datos oficiales del Tesoro Público, los ciudadanos particulares tenían invertido en Letras un total de 13.206 millones de euros, lo que les convierte en el tercer mayor tenedor, por detrás de los inversores no residentes, con 24.383 millones de euros y un 33,94% del total (52.101 millones y el 66,64% en abril del pasado año y las entidades de crédito españolas, con 15.142 millones y el 21,08% del total (11,80% en abril de 2022). Las personas físicas demuestran más confianza en las Letras que las compañías aseguradoras (3,73% del total), los fondos de inversión (5,97%) y las empresas (8,67%).
El éxito fulgurante de las Letras
Lo más sorprendente de esta cifra no es el valor absoluto en sí, sino cómo se ha llegado a ella. En abril del pasado año, las “personas físicas”, en la jerga de la Dirección General del Tesoro con la que clasifica a cada uno de los diez tipos de tenedores de Deuda, apenas tenían invertidos en Letras 14 millones de euros. Es decir, en solo doce meses, la inversión se ha multiplicado casi mil veces.
En el mes de julio, cuando el Banco Central Europeo decidió la primera subida de los tipos de interés desde el mes de abril de 2011, había 25 millones de euros y en el mes de septiembre, con el precio del dinero en el 1,35%, tras dos subidas del BCE, tan solo 99 millones de euros.
A partir de esa fecha, la progresión ha sido exponencial. Entre octubre y noviembre, la inversión se multiplicó por tres (de 321 millones a 950 millones); en diciembre, se duplicó, hasta 1.826 millones; en enero de este año se volvió a duplicar, hasta 3.695; en febrero, otra vez se volvió a multiplicar por dos (7.613 millones) y a así hasta alcanzar la cifra actual.
La razón no ha sido otra que el atractivo rendimiento que ha empezado a presentar este activo financiero en comparación con los depósitos a plazo de los bancos. Las Letras que se subastaron en el mes de junio ofrecían rentabilidades de entre el 3,297% para una amortización de tres meses y del 3,455% para un año. En junio de 2022, las Letras a tres meses cobraban un 0,374% y las Letras a un año pagaban un 0,694%. El tipo medio de los depósitos bancarios a un año se sitúa, según el Banco de España, en el 1,64%.
Roc de Figuera
Prestar siempre comporta riesgos, pero creo que prestarle al Estado Español, son menores que a cualquier entidad bancaria. Y los intereses que abona son los mejores, hoy por ejemplo las letras a un año han salido al 3,664%. La banca evita pagar en IPF tradicional y busca colocar los fondos monetarios, donde restan sustanciosas comisiones de gestión, por nutrirlo de activos que uno puede comprar directamente en el Banco de España, lo malo es si te nutren tu monetario con activos que compraron hace años y tienen en su cartera con perdidas latentes y te las traspasan a ti.
Sandro_Ramirez
qué inmenso error la verdad prestar dinero a un Estado manirroto cuyos presupuestos manosean políticos de uno y otro color, incapaces de cerrar un año con superavit sin arruinar al contribuyente luego algunos dicen que no llegan a fin de mes, pero para prestarle al Estado parece que sí que hay dinerito