Economía

IPC: España cierra el 2022 con una inflación media del 8,4%, la más alta en 35 años

Tras conocerse el dato de diciembre, cuando la inflación bajó al 5,8%, la tasa media del año se cierra en el 8,4%. No se veía una tasa más elevada desde 1986

  • Varias personas comprando en un mercado. -

El 2022 se cierra como el año con mayor inflación en 35 años. El dato del Índice de Precios de Consumo (IPC) de diciembre, avanzado este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE), deja la variación media del año en el 8,4%, una tasa que no se veía desde 1986, cuando la media alcanzó el 8,8%. De hecho, la inflación de doble dígito que los españoles han sufrido este año no se producía desde 1985.

España sufrió las primeras manifestaciones de esta crisis durante el verano de 2021, cuando el precio de la energía empezó a repuntar. El Gobierno intentó controlar los precios de la electricidad con la adopción de rebajas fiscales pero a finales del 2021 España ya sufría unas tasas de inflación elevadas, con una subida de precios que ascendió en diciembre al 6,6%. En todo caso, aquello se afrontó como una subida coyuntural y pasajera que meses después, con la invasión de Ucrania, se agravó.

El año arrancó con una inflación del 6,1% en enero y en marzo la inflación ya se aproximaba al 10%, una barrera que se sobrepasó unos meses después, en junio. El pico se alcanzó el julio, cuando la cesta de la compra fue un 10,8% más cara que un año antes. Desde entonces la senda se ha mantenido descendente y en diciembre la inflación general se ha situado en el 5,8%, la variación del IPC más moderada del año pero en todo caso con signo positivo, lo que evidencia una persistente subida de precios.

Además, el contagio de la energía al resto de la cesta de la compra se deja notar especialmente este mes en la inflación subyacente, que supera a la inflación general por primera vez desde febrero de 2021 al subir hasta el 6,9%, frente al 6,3% de noviembre. Este indicador es más preciso al eliminar los efectos volátiles de la energía y los alimentos frescos.

Para hacernos una idea de su importancia, en toda la serie que arranca en 2002 no se había experimentado una tasa de tal magnitud. A falta de ver qué rúbricas están levando los precios, el INE avanza este viernes que siguen al alza los de los alimentos elaborados y el tabaco. Además, los precios del vestido y el calzado disminuyen, pero menos que en diciembre de 2021.

En noviembre la tasa de los alimentos y bebidas no alcohólicas se situó en el 15,3%, solo una décima inferior a la de octubre (15,4%) y prácticamente la más alta desde el comienzo de la serie en enero de 1994. Por su parte, los muebles y artículos del hogar siguieron creciendo, con una tasa en noviembre del 8,3% (frente al 8% de octubre). Servicios como el ocio y la cultura (3,2%) y los restaurantes y hoteles (7,6%) tampoco variaron apenas.

La posibilidad de que esta inflación permanezca durante más tiempo y sea más dañina dependerá de los denominados efectos de segunda ronda, es decir, si los salarios y los márgenes empresariales retroalimentan los precios. De momento, no hay indicios de que esto esté ocurriendo pero sí riesgos al alza, tal y como ha advertido esta semana el Banco de España (BdE).

En todo caso, la inflación no la sufren sólo los españoles, sino que es un problema global, lo que está evitando que nuestras empresas pierdan competitividad. Desde primavera el Ejecutivo de Pedro Sánchez defiende que la inflación es fundamentalmente importada y generada por la guerra. Y en cierto modo, así es. Todos los gobiernos europeos, sin distinción, tienen que lidiar con una subida de precios persistente, duradera y, en muchos casos, descontrolada.

No obstante, España registró durante 17 meses una inflación superior a la media de la Eurozona, una situación que se invirtió en el mes de septiembre (entre otros motivos, por la medición de la electricidad antes mencionada y por la fuerte bajada de los precios energéticos potenciada por la excepción ibérica). En noviembre, mientras en España el IPC general repuntó un 6,6% en términos armonizados, en el conjunto de la zona euro subió un 10%.

Otra prueba de que gran parte de la inflación ha sido importada es que el deflactor del PIB (indicador que descuenta la inflación 'importada' del exterior con la compra de materias primas y energía en el extranjero y solo tiene en cuenta la subida de precios experimentada en los bienes y servicios producidos a nivel nacional) se situó alrededor del 3,5% en el segundo y el tercer trimestre, la tercera parte de los crecimientos observados en el IPC. Sin embargo, el deflactor del PIB podría acelerarse en los próximos trimestres si se produce un repunte de los salarios.

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