Si en 2022 los hogares sufrieron en los supermercados una inflación récord en cuatro décadas, del 11,6%, los alimentos cerraron el año pasado con una subida media aún más acusada, del 11,7%. El Instituto Nacional de Estadística confirmó esta semana los presagios del Banco de España, que en la pasada primavera advirtió de que los precios no bajarían tan rápidamente como prometía el Gobierno.
La subida media, calculada con las variaciones anuales de los 12 meses y que representa mejor el desempeño de los precios en el conjunto del año, también puede desagregarse por productos. Y la conclusión es que sólo un 10% de los bienes o servicios que componen el Índice de Precios de Consumo (IPC) bajaron de precio, 20 de un total de 200.
Dicho de otro modo: el 90% de los componentes del IPC se encarecieron. Las mayores subidas se concentraron en la alimentación: el aceite de oliva fue un 45% más caro en 2023 que en 2022; y los consumidores pagaron por el azúcar un 35% más el pasado año.
Les siguen las salsas y condimentos (20%), la mantequilla (20%), el arroz (19%) y las patatas (19%). También la leche (18%), los productos de confitería (17%) y los zumos (17%) están entre los diez productos que más subieron. En el otro extremo, con las mayores bajadas anuales en 2023, están el transporte (-39%), la electricidad (-37%) y los combustibles líquidos (-16%).
Los alimentos son ahora el componente del IPC que más preocupa, porque tienen un peso importante en el IPC (que sigue por encima del objetivo marcado por el Banco Central Europeo del 2%) y porque aún no han registrado un cambio de tendencia. Llevan 27 meses consecutivos sin bajar, bien aumentando o bien manteniéndose sin cambios.
El aceite de oliva o el azúcar fueron en diciembre un 165% y un 60% más caros que en el mismo mes de 2020, respectivamente. Fuera de la alimentación, las mayores subidas acumuladas se localizan en los combustibles líquidos (80%) y los hoteles (59%).
Así, pese a que el Gobierno rebajó el IVA de los productos básicos a partir del 1 de enero de 2023 para aliviar el impacto de estas presiones inflacionistas en el supermercado, desde 2021 han subido ya más de un 30%. Han sido varios los organismos económicos que han puesto en evidencia el limitado impacto de la medida y han propuesto potenciar las ayudas directas a los más vulnerables.
Aún así el Gobierno ha decidido prorrogar la medida hasta junio. Y aunque estuvo cerca de frustrarse, finalmente la abstención de Junts per Catalunya en la votación evitó que el IVA de los alimentos básicos volviera automáticamente al 10% o al 4%; y también que el de la luz y el gas regresara al 21% y que el transporte público dejara de estar subvencionado. Además, Junts arrancó al Ejecutivo una rebaja del IVA del aceite del 5% al 0%.
Aunque la rebaja del IVA no se considere la medida más adecuada para aliviar a los hogares más afectados y tenga un coste elevado para el Estado, su impacto 'macro' no es baladí: se esperaba un repunte en la inflación de más de un punto porcentual como consecuencia de la retirada de las medidas. En enero hubiese superado el 4%, frente al 3,1% de diciembre.
Esto hubiese significado retroceder a los niveles de hace un año, pues la última vez que España registró una inflación superior al 4% fue en abril de 2023. La moderación de la inflación es uno de los logros económicos que el Gobierno quiere atribuirse este año y pese a que no logrará reducirla al objetivo del 2%, sí se mantendrá estable en niveles relativamente bajos por las medidas anti-inflación. El efecto rebote de retirarlas llegará tarde o temprano, pero el Ejecutivo lo retrasará lo máximo posible.
