El curso que viene no será fácil para la banca española. Existen multitud de 'peligros' en el corto plazo que pueden hacer tambalear los planes de las entidades nacionales y sus previsiones de cara al 2019. El primer escoyo ya lo ha tenido BBVA con la crisis turca y la fuerte caída de su divisa.
Desde su entrada en el país en 2010, la entidad ha defendido su apuesta, a pesar de la inestabilidad geopolítica tras las crisis provocadas por atentados, enfrentamientos internos, golpes de Estado o la tensión con Siria.
No obstante, este último mes ha sido un auténtico calvario en Bolsa para BBVA. También, la agencia de calificación norteamericana Moody's rebajó un escalón, hasta B1, la nota de solvencia de la deuda emitida por Garanti, entidad en la que BBVA posee una participación del 49,85%. En paralelo, confirmó el rating A3 de la matriz, aunque descartó un impacto significativo.
Según estimaciones realizadas por este medio, el banco tendrá que afrontar 300 millones más en provisiones en dicho país.
Su consejero delegado, Carlos Torres, y su director financiero, Jaime Sáenz de Tejada, anunciaron a finales de julio que el coste de riesgo (nivel de provisiones respecto a la cartera de crédito) en Turquía va a acabar en 150 puntos a final de año, frente a los 85 puntos de 2017. Esto implicará dotaciones por importe de entre 720 y 750 millones este año, frente a los 450 millones del pasado ejercicio.
Desde Schroders avisan de que los grandes bancos españoles llevan sobrevalorados desde hace tiempo y que su alta exposición a estos mercados emergentes implica riegos adicionales.
Los bancos españoles son los que registran una mayor exposición a economías como Turquía y Argentina, donde acaparan el 36,2% y el 55,4%, respectivamente, de todo el riesgo de las entidades extranjeras en relación con estos países, según los datos del Banco de Pagos Internacionales, recogidos por Europa Press.
En cuanto a Argentina, la exposición de los bancos españoles alcanza los 27.929 millones de dólares (23.952 millones de euros), el 55,4% de los 50.391 millones de dólares (43.222 millones de euros) del conjunto de la banca extranjera, muy por delante de los 9.464 millones de dólares (8.122 millones de euros) de los bancos estadounidenses y de los 8.058 millones de dólares (6.916 millones de euros).
Subida de tipos en Argentina
El Banco Central de Argentina (BCRA) decidió el pasado jueves subir los tipos de interés del 45 a un inédito 60% para tratar de frenar el imparable desplome del peso, que en 2018 lleva acumulada una pérdida del 102% frente el dólar y del 96% respecto al euro.
Mientras el Gobierno trata de transmitir normalidad ante el descalabro de la divisa -a pesar de que hasta ahora sus medidas no están surtiendo demasiado efecto- la sociedad argentina vuelve a vivir horas de incertidumbre por los vaivenes de su moneda, que tradicionalmente sufre continuos reveses por la alta inflación.
A Santander se le complica Brasil
En octubre habrán elecciones en Brasil, principal mercado del Banco Santander. El resultado de estos comicios es muy incierto, lo que se refleja en el real brasileño, que se acerca a su mínimo histórico frente al dólar.
Tan solo en este país, el banco presidido de Ana Botín contabilizó un beneficio de 1.324 millones de euros en la primera mitad del año, el 26% de las ganancias totales del grupo, aunque la depreciación de la divisa carioca en el segundo semestre terminó por afectar a las cuentas de la entidad.
En cualquier caso, el banco confía en que de aquí a finales del ejercicio surjan ventanas en el mercado que le permitan completar sus planes de financiación. Dado el importe de las operaciones realizadas hasta la fecha, el Santander debería realizar al menos dos, pues suelen ser algo superiores a los 1.000 millones de euros.
Sin inflación no hay subida de tipos
La inflación general cae al 2%, pero la historia real es que la inflación subyacente vuelve a caer al 1%. El BCE seguirá de cerca esta evolución en los próximos meses, ya que la inflación subyacente debe recuperarse para seguir la senda condicional de los ajustes monetarios, según expone ING en un informe.
La inflación general sigue siendo elevada debido al aumento del precio de la energía, pero este efecto ha comenzado a desaparecer lentamente de la tasa de inflación, lo que significa que este indicador caerá por debajo del objetivo en los próximos meses.
El Banco Central Europeo necesita una mejora de la inflación subyacente para mantener el rumbo de su camino condicional hacia el final de la flexibilización cuantitativa en diciembre y un aumento de tasas a fines del verano de 2019.
De no producirse, bancos españoles como Bankia o Sabadell tendrán que afrontar que la subida del euribor se retrasará más de los previsto e implica que sus planes estratégicos se desvíen, ya que se basan, en parte en la subida de este indicador.