Dicen en Cuba que allí se vive de inventar. De aprovechar lo que tienen al máximo. De sacarle el mayor recurso posible a las cosas.
Abrir el capó de un coche es toda una sorpresa. Tapones de refrescos para estancar el depósito de agua, capuchones de bolígrafo para sujetar partes del motor, tornillos de bicicleta, hélices de ventiladores... Cualquier cosa puede reutilizarse.
El teléfono móvil no iba a ser menos. Internet no iba a ser menos. ¿Cómo compartir información y archivos si no hay dinero para pagar las tarifas? Inventemos. Y se pusieron manos a la obra.
La limitación de este sistema se limita a los contenidos. Sólo se accede a aquello que se encuentre dentro de los teléfonos móviles de los usuarios de la aplicación
En realidad el invento ya estaba ahí, pero el cubano le dio otra dimensión. Es una aplicación llamada Zapya desarrollada en China para compartir archivos, datos (pper-to-peer), y disponible tanto para teléfonos Android como iOS.
Un servicio muy valorado por los cubanos. Hasta la llegada de internet en el móvil el pasado mes de diciembre tenían una inexistente penetración de internet -algo que siguen padeciendo-. Prácticamente sólo hay conexión en determinados lugares públicos a través de la wifi de ETECSA, la empresa de telecomunicaciones de Cuba -7,5 euros por cinco horas-, y en algunas casas particulares de zonas muy concretas. Zapya ha sido para los cubanos la única opción de compartir contenidos.
¿Cómo funciona internet?
La llamada red de redes, internet, tiene sentido por los contenidos que existen en su vientre, y la posibilidad de verlos, descargarlos y compartirlos.
Vayamos por partes. Los contenidos se alojan en servidores distribuidos por todo el mundo. Son cajas con muchas cosas en su interior almacenadas en habitaciones. El usuario puede entrar en esa habitación si paga al operador o compañía de telecomunicaciones por la llave para abrir la puerta.
El teléfono se convierte en un punto de conexión. Cada terminal se une a la red creando zonas de cobertura en las que se comparten contenidos y conversaciones de texto al estilo de WhatsApp
Más o menos eso es internet. Lo que hace Zapya es darle al usuario la posibilidad de crear esas habitaciones y darle la llave a cualquiera a través de la conexión wifi de su móvil. Utiliza cada dispositivo como un servidor, y su conexión wifi como una antena de telefonía. Cuando muchos móviles con la app se encuentran cerca se crea una red de internet pero a pequeña escala, de bolsillo. Todos pueden compartir el contenido de todos en en un rango aproximado de 50 metros, que es el que tiene de alcance este tipo de señal.
Un sucedáneo de WhatsApp
A través de esta tecnología inalámbrica -wifi-, disponible en cualquier teléfono móvil, los usuarios envían y reciben aplicaciones, fotos, vídeos, conversaciones como las de WhatsApp...
La limitación se encuentra en los contenidos. El acceso se circunscribe a las aplicaciones que los usuarios guarden en sus móviles. El teléfono es el servidor, mientras la wifi del mismo es la red que transmite y comparte esos contenidos. Es un internet más modesto, a pequeña escala. No se puede visitar una web pero sí acceder a lo que pueda guardar en el teléfono un usuario de la aplicación.
En un principio era muy utilizada por los cubanos más jóvenes, pero en los últimos tres años su uso se ha extendido a prácticamente todos los estratos de la sociedad.
Zapya se concibió básicamente para el mercado chino pero ciudadanos de países como Myanmar, Pakistán e India, además de la propia China, ya le sacan partido. El precio de internet y las posibilidades de acceso de sus ciudadanos tiene la culpa. También está disponible en España.