Termina una etapa en la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia; y lo hace de forma casi simultánea al cambio de ciclo económico. José María Marín Quemada dejará en los próximos días la presidencia del organismo tras seis años y medio en el puesto; y lo hará en medio de la mayor crisis que vive España en décadas, con varios de los sectores que regula la CNMC sometidos a las restricciones del estado de alarma, que, entre otras cosas, prohíben a los fondos de inversión extranjeros adquirir participaciones de más del 10% de las empresas de sectores esenciales.
Su sustituta será Cani Fernández, exsocia del despacho Cuatrecasas que llegó a Moncloa a finales de febrero como asesora del departamento de Iván Redondo. El puesto lo herederá poco después de que el organismo haya tenido que redefinir su plan de actuaciones para 2020 como consecuencia del efecto sobre la economía que ha generado la covid-19.
Entre otras cosas, la CNMC tendrá la misión de orientar a las Administraciones “en la contratación pública y la regulación encaminada a favorecer la recuperación económica”, tal y como explicaba recientemente la institución.
Ocho consejeros propuestos por el PP
Marín Quemada fue el hombre de confianza al que Luis de Guindos encargó la presidencia del Consejo de la CNMC tras la fusión de los reguladores españoles. Eso ocurrió en 2013, en el antepenúltimo año de la 'gran recesión', cuando las relaciones entre el PP de Mariano Rajoy y el PSOE de Alfredo Pérez-Rubalcaba se rompieron como consecuencia de los casos de corrupción que afectaban a los populares. Entonces, en una controvertida decisión, los socialistas declinaron proponer consejeros para el organismo, lo que dejó en manos del PP el destino de ocho de los diez asientos del Pleno.
Desde entonces, el regulador ha tenido que lidiar con varios problemas internos y externos. Fuentes de su Consejo explican que el primer episodio de tensión de cara al exterior fue el intento de recusación que Repsol realizó contra Marín Quemada y otras dos consejeras “por enemistad manifiesta", "pérdida de imparcialidad objetiva" y un "sentimiento personal de rechazo". Lo hizo en mitad de la tramitación de un expediente sancionador y un tiempo después de que el presidente saliente comparara, en un acto público, el precio de un litro de gasolina con el de un café de Starbucks.
En ese momento, ya se había abierto una falla entre Marín Quemada y la presidenta de la Sala de Supervisión Regulatoria y vicepresidenta de la CNMC, María Fernández, quienes han mantenido una relación profesional caracterizada por la tensión durante estos seis años y medio. Esta división también ha afectado a su Consejo, desde donde se criticó, en ocasiones, el deje autoritario con el que Marín Quemada dirigía el organismo.
En mitad de este conflicto, y ante las dificultades que generó en el día a día de la CNMC, el presidente aprovechó una intervención en un acto público para reclamar a las autoridades competentes que seleccionaran a consejeros "capaces y del máximo nivel" para el regulador, lo que fue criticado por algunos de sus miembros, al entender que su presidente había sembrado dudas sobre su aptitud y su independencia.
Enfrentado a Nadal
Durante estos seis años, la CNMC también ha mantenido un tira y afloja con el Ejecutivo por la devolución de las competencias en materia de energía, hasta el punto de producirse fuertes fricciones entre el exministro Álvaro Nadal y Marín Quemada, dado que el presidente del regulador consideraba que había que reducir la 'carga política' de la factura de la luz.
No han sido menos frecuentes los conflictos en sede judicial, puesto que una gran mayoría de las multas más importantes del organismo han sido recurridas en los tribunales durante este tiempo. En algunos casos, con sonadas derrotas para la CNMC.
El largo camino judicial, con inicio en la Audiencia Nacional y final en el Tribunal Supremo ha complicado el pago de las sanciones por parte de las empresas e incluso ha obligado a la CNMC a recalcular el importe de algunas multas, como las que impuso a las empresas que conformaban el conocido como 'cártel de la basura'.
El mandato de Marin Quemada, de María Fernández y de otros tres consejeros expiró oficialmente el pasado septiembre, si bien desde entonces han tenido que resolver dos de los asuntos más espinosos de la breve historia del organismo. El primero, ha tenido que ver con las 'circulares' que fijarán las reglas del sector energético durante los próximos años, cuya aprobación ha dividido al Pleno en varias ocasiones y ha estado acompañada de diferentes presiones y quejas por parte de las empresas. En especial, de las gasistas.
También fue especialmente sonada la multa de 77 millones de euros que el regulador impuso a Atresmedia y Mediaset por sus prácticas anticompetitivas. Lo hizo para malestar de los dos altavoces mediáticos más potentes del país, quienes recurrieron la multa a los pocos días de recibir comunicación de la misma entre duras acusaciones a la CNMC, a la que acusaron de atribuirles comportamientos falsos. El propio Pleno del organismo llegó a debatir sobre las constantes filtraciones que se produjeron sobre el contenido del expediente, que enturbiaron su tramitación.
ACS, etc.
No conviene olvidar que la CNMC fue la primera institución que invocó al articulo de la nueva Ley de Contratación Pública que prohíbe participar en licitaciones a las empresas que han alterado el libre funcionamiento del mercado. Lo hizo tras imponer sanciones de 118 millones de euros al conocido como 'cártel del AVE', que amañó decenas de concursos públicos durante casi una década y ennegreció el desarrollo de la alta velocidad en España.
El procedimiento lleva paralizado más de un año, en manos del Gobierno y a la espera de que la justicia se pronuncie sobre la legitimidad de las multas recibidas por estas empresas.
La CNMC fue la primera institución que invocó al articulo de la nueva Ley de Contratación Pública que prohíbe participar en licitaciones a las empresas que han alterado el libre funcionamiento del mercado
A Marín Quemada algún medio llegó a definirle como 'el hombre más valiente de España', entre otras cosas, por enfrentarse al Gobierno que le propuso para presidir la CNMC y por las diversas sanciones que este organismo ha asignado a las compañías más potentes del Ibex-35. Sus críticos nunca han compartido esta visión y le han acusado de dirigir el regulador con un excesivo personalismo que ha dificultado su funcionamiento.
Sea como fuere, próximamente terminará un ciclo de más de seis años y tomará el testigo Cani Fernández, quien tendrá que regular algunos de los sectores más importantes de la economía española -telecomunicaciones, energía, audiovisual o postal- en un momento critico, en el que la recesión económica ya ha comenzado y en el que las medidas de izquierda radical que propone una parte del Gobierno inquietan a las grandes compañías.