Los países del sur de Europa vuelven a encender las alarmas de los inversores ante un probable cambio de las políticas de austeridad implantadas hasta ahora. Si las elecciones generales en España del próximo 20 de diciembre se habían convertido en el evento político del año para medir el rumbo de la doctrina de las reformas, el anuncio del apoyo de los comunistas y el Bloco do Esquerda para dar estabilidad a un gobierno socialista en Portugal ha anticipado el problema.
El solo anuncio de este acuerdo ha provocado un repunte de 99 puntos básicos en la rentabilidad del bono luso a diez años, al que se exige un rendimiento del 2,451%. Este movimiento ha provocado una subida de la prima de riesgo portuguesa, que se ha situado en 188 puntos, cuando los días anteriores había experimentado varias bajadas.
La expectación ante un cambio de gobierno luso había provocado movimientos al alza en la prima de riesgo, que llegó a superar los 200 puntos básicos a finales de septiembre
Desde el lunes 5 de octubre, posterior a la celebración de las elecciones legislativas, la diferencia entre la rentabilidad a largo plazo de la deuda portuguesa y la alemana, que sirve de referencia para los inversores, ha ido oscilando según se conocían detalles de una posible alianza entre el partido conservador de Passos Coelho y el partido socialista liderado por Antonio Costa.
Antes de la celebración de los comicios, la expectación ante un cambio de Gobierno luso había provocado movimientos al alza en la prima de riesgo, que llegó a superar los 200 puntos básicos a finales de septiembre. A pesar de estos vaivenes, queda lejos todavía del nivel que alcanzó en abril de 2011, cuando se situó por encima de los 500 puntos antes de que el Gobierno del socialista José Sócrates tuviera que solicitar el rescate de la economía portuguesa.
Aunque tradicionalmente el presidente de la República portuguesa es quien tiene la potestad de encargar al ganador de las elecciones, en este caso el PSD-CDS de Passos Coelho, la formación de Gobierno, este paso sería un puro trámite a la vista del apoyo que ha explicitado el partido comunista a la formación socialista sobre la base de acabar con las políticas de recortes.
La primera reacción de los inversores ha sido pedir más rentabilidad a la deuda portuguesa ante la posibilidad de un cambio en la política de reducción del déficit público luso. Un aviso para navegantes dos meses antes de las elecciones generales que se celebrarán en España. La economía portuguesa había logrado crecer ligeramente después de tres años de estancamiento y el paro había bajado hasta el 12% desde casi el 18% en que se encontraba hace tres años. Y un posible cambio en esta dinámica es penalizado por los tenedores de deuda lusa.
Estos procesos electorales han llevado a los inversores a seguir con atención la situación política de los países del sur de Europa, después de que el asunto de Grecia se haya encarrilado con la aceptación del programa de reformas por el gobierno de Tsipras. La posibilidad de que en España no se produzca una victoria clara de ningún partido y haya que establecer pactos postelectorales es una cuestión que se plantea en cualquier encuentro informal de firmas de inversión con sus clientes.