Parece una crónica anunciada. Cada vez que llega alguna buena noticia del Eurogrupo que influye de manera positiva en el mercado, llega un jarro de agua fría de nuestros socios europeos. Habitualmente es Ángela Merkel quien se encarga de abatirnos, pero esta vez han sido sus países satélites, Finlandia y Holanda, defensores a ultranza de una ortodoxia financiera que les permite financiarse casi gratis, quienes lo han hecho. El viernes, los mercados se dispararon ante un principio de acuerdo que permitía un rescate bancario directo al sector financiero, así como que el mecanismo de estabilidad (Mede) pudiera comprar deuda en el mercado secundario para ayudar a los países periféricos. Eso abrió un periodo de optimismo. Hoy parecía que seguía el buen tono, pero Finlandia y Holanda aguaron la fiesta, oponiéndose ahora a esos acuerdos. El resultado: la deuda cerró en números rojos.
El bono español a 10 años, que abría desde el 6,35%, llegó a tocar el 6,14% a media mañana. Una vez se conocieron las farragosas declaraciones, deducidas de un informe elaborado por el ministerio de Economía finlandés, el mercado se daba la vuelta y plegaba velas. Al cierre, el bono acababa en el 6,38%, lo que supone un repliegue de 25 puntos básicos desde mínimos.
La deuda española ha sido, junto a la griega, la única en perder terreno. Por el contrario, la alemana y la holandesa volvían a actuar como refugio y se apreciaban con claridad. Así, el diferencial se ensanchaba hasta los 488 puntos básicos. En el lado contrario, Alemania mejoraba hasta el 1,51%, mientras Holanda descendía hasta rozar el 2,0%.
El mercado demuestra, de esta manera, su extrema sensibilidad por la situación española. Los avances del pasado viernes, que rebajaron el tipo a 10 años en algo más de 50 puntos básicos, no han tenido lugar hoy ante la primera amenaza de contratiempo. Todavía faltan muchos cabos por atar del acuerdo anunciado la semana pasada y cualquier contratiempo puede dar al traste con el periodo de tranquilidad que parece otorgar los mercados.
Esta frágil calma está siendo maltratada sistemáticamente por el desorden de declaraciones de los Gobiernos, que ponen de manifiesto la falta de homogeneidad de criterios en un Euro de dos velocidades, en el que unos países se financian a tipos prácticamente inexistentes y otros a unos intereses inasumibles. Los primeros no quieren dar excesivas facilidades a los segundos, ya que ello significa, automáticamente, comenzar a financiarse más caro.
En Bolsa ocurrió algo parecido, aunque finalmente el Ibex salvó los muebles gracias al buen tono de Santander y Telefónica. Al cierre, el índice acabó en 7.124 puntos, un 0,31% al alza, aunque duramente bastantes momentos del día era el peor de la sesión europea. Milán también evolucionó de manera parecida y mejoró un 0,24%.