Los grandes bancos de negocio internacionales se han apresurado a presentar sus primeras conclusiones tras las elecciones generales en Italia y los resultados son desalentadores: ninguna combinación puede asegurar la estabilidad. Los bancos lo pasarán mal, tanto que podría ser necesario un rescate. Se vislumbra claramente antieuropeísmo por delante. Tal vez lleguen bajadas de rating en breve.
Entidades como Bank of America/Merrill Lynch, Credit Suisse o Barclays contemplan como escenario más probable una gran coalición entre izquierda (Pier Luigi Bersani), derecha (Silvio Berlusconi) y la Opción de Cívica de centro de Mario Monti. Ese sería el mejor marco posible aunque tampoco es la panacea. Ni siquiera aseguraría estabilidad: conforme opinan en Credit Suisse, “daría lugar a una situación parecida a 2006, que finalizó con nuevas elecciones a los dos años”.
La posibilidad de un fracaso a la hora de formar Gobierno no es descartada por nadie, aunque si tuvieran que convocarse nuevos comicios, “sería la peor opción posible”, aseguran en Barclays. Tampoco son excesivamente optimistas los británicos con la citada gran coalición, pese a considerarla la menos mala: “ese escenario significaría nuevas elecciones a finales de año o principios del que viene”. Es decir, nadie vislumbra demasiado tiempo a ningún gabinete, sea el que sea.
Otra vez, el rescate
En Barclays apuntan que “Monti y su Gobierno tecnócrata ha realizado importantes esfuerzos para recuperar la credibilidad de los mercados financieros y los socios europeos”. Si el país transalpino no es capaz de formar un gobierno de coalición creen que “la posibilidad de que Italia solicite una línea de crédito preventiva se incrementa”. De nuevo, el fantasma del rescate, que tan alejado parecía ya para Italia… y España.
No es una cuestión que haya que descartar. “La incertidumbre presidirá las próximas semanas”, advierten, añadiendo que “la evolución del sentimiento de mercado sobre Italia y consecuentemente sobre la eurozona dependerá de la capacidad de los políticos italianos para manejar la crisis interna y su credibilidad a la hora de mantener la consolidación fiscal y las reformas estructurales”.
Eso sería lo óptimo, pero “un deterioro del sentimiento sobre Italia podría llevar a la solicitud del programa de crédito que allanaría el camino para el OMT (Outright Monetary Transactions o programa de recompra de bonos del Banco Central Europeo). No es el escenario base.
Semejante contingencia sólo tendría lugar “si continuara el proceso masivo de ventas de deuda italiana y las rentabilidades se dispararan hasta el 6%-6,5%, como en noviembre de 2011, y los mercados volvieran a cerrarse”. De momento, “eso no es probable”, afirman en Barclays, aunque conviene aclarar que hace más de un mes que en España no se realiza ninguna emisión de papel corporativo.
Sesión negra
Este martes, la deuda vivió una jornada negra, con Berlusconi realizando declaraciones que dejan entrever un antieuropeísmo claro. El bono italiano a diez años finalizó en el 4,91%, mientras el español lo hizo en el 5,38%. A finales del pasado mes, el activo transalpino estaba levemente por encima del 4,00%. Si replica ese mal tono de los días recientes de nuevo (es decir, si repunta casi 100 puntos básicos), estaría en zona de descuento de rescate.
Bank of America/Merrill Lynch tampoco es optimista a este respecto. Su analista italiano comenta que “la percepción de inestabilidad política en Italia puede acarrear ampliaciones de primas de riesgo de nuevo, lo cual, obviamente, tiene implicaciones negativas para los bancos”.
Selección natural
Merrill Lynch denuncia que los gobiernos anteriores han carecido de una política “incisiva” con el sector bancario. El modus operandi de los dos gabinetes precedentes ha estado basado en ayudas públicas, esterilización de activos tóxicos, etcétera, lo que “ha retrasado un proceso de selección natural y auto-saneamiento del sector”. Por lo tanto, “las políticas han reforzado el vínculo entre banca y deuda pública”.
De nuevo el efecto contagio entre deuda soberana y deuda bancaria, otro fantasma del pasado que parecía superado y que tantos quebraderos de cabeza crearon a los políticos, entre ellos a Luis de Guindos.
Barclays apunta que los bancos italianos podrían aplazar en la mayor medida posible el repago del LTRO (Long Term Refinancing Operation), debido al posible impacto en los mercados de la crisis política. La banca italiana solicitó al BCE 255.000 millones de euros de esta inyección extra de liquidez, algo menos que España. Al menos, esa resistencia a devolver el dinero “otorga soporte a los tipos a corto plazo”.
Sin embargo, podrían llegar revisiones en los ratings. Algunas agencias como Standard & Poor's tiene asignada a Italia una calificación de BBB+ (dos escalones por encima de España, que desde octubre sólo está un escalón por encima del bono basura), con perspectiva negativa. S&P ha insistido últimamente en la necesidad de reformas estructurales y en el riesgo de que el gobierno resultante “se centre en políticas de crecimiento más que de actuación fiscal”, tal como recuerda Barclays, por lo que “S&P podría realizar una revisión en el corto plazo”. De momento, el martes a última hora dijo que las recientes elecciones "no afectan al rating".
La situación global se puede resumir en una frase de Barclays: “En espera de lo que ha de venir, muchos inversores han abierto posiciones cortas sobre Italia”. Hay muchas incerticumbres, pero, de momento, la comunidad financiera se pone en modo bajista.
Serán básicas, sin duda, las primeras reacciones procedentes de Alemania. Sólo Monti parece capaz de no alinearse en el antieuropeísmo, pero no tiene respaldo electoral. Una vez más, el tono y la cara que ponga la canciller Angela Merkel serán clave. Y, como siempre, la mirada que todo lo ve y lo controla: la de Mario Draghi, supremo controlador de la UE en los últimos meses.