Ayer habló Ben Bernanke, pronunciando un discurso que en teoría eran buenas noticias: el presidente de la Reserva Federal dijo que si la economía confirmaba las buenas expectativas mostradas, podría ir reduciendo el programa de compra de bonos que, incluso podría llegar a su fin en 2014. Un buen augurio que ha hundido las cotizaciones a plomo. Las pérdidas en los índices han sido más que notables y totalmente en bloque. España, que parecía mostrar un tono algo mejor que el resto de Europa, acabó sucumbiendo en la misma medida.
Al cierre, el Ibex finalizó en 7.822,10 puntos, un 3,41% a la baja, levemente por encima de los mínimos del día, de 7.786 puntos. Le siguió París, con un 3,29% a la baja, Londres con un 3,09% y Frankfurt, con un 3,30%. Wall Street sufría descensos del orden del 1,5% tanto en el Dow Jones como en el Nasdaq.
En deuda, el día fue negro también. La rentabilidad de referencia se elevó hasta el 4,87%, máximos de principios de abril, con lo que la prima de riesgo quedaba en los 321 puntos. Unas magnitudes desalentadoras, aunque conviene recordar que el pasado año por estas fechas el 10 años doméstico llegó a situarse en el 7,2%.
En el Ibex, los mayores descensos fueron para Banco Popular (-6,66%), Dia (-5,26%), ACS (-4,45% ,) Acerinox (-4,35%), Mapfre (-4,33%), OHL (-4,30%), Santander (-4,17%) y BBVA (-4,13%). Sólo FCC (0,67%)y Sacyr (2,37%) se libraron de los números rojos.
Dependencia total
“Ha sido un día clásico en Bolsa, de esos en que los que lo que es bueno para la economía real es malo para la financiera”, decían desde una banca privada. “El mensaje de Bernanke, a largo plazo, es bueno, pero ahora mismo hay mucho miedo por la dependencia de la liquidez de los bancos centrales”.
Esta dependencia se ha podido ver con crudeza en los últimos tiempos, similar a la que tiene un toxicómano. El dinero inyectado prácticamente gratis por los bancos centrales se ha utilizado por las entidades financieras para operar en los mercados de capitales y obtener rendimientos, generando un auténtico círculo vicioso, del que ni el BCE, ni la Fed ni el Banco de Japón saben muy bien cómo salir.
La previsión de las inyecciones incesantes de liquidez pueden comenzar a reducirse se está traduciendo en que al Tesoro le cuesta más colocar la deuda pública. Tal como destaca Ahorro Corporación al analizar la subastas de hoy, “la demanda ha descendido y los tipos del bono a diez años han aumentado 25 puntos respecto a la última subasta de este bono, el 6 de junio”. Eso indica claramente que “el esfuerzo de colocación está aumentando”.
No es algo que deba preocupar, ya que el estado “ha cubierto ya el 64% de las necesidades de financiación previstas para todo el año”, pero confirman que el arbitraje en deuda pública con dinero del BCE ya no es tan apetitoso. De hecho, tal como Ahorro ha destacado, la banca española ha reducido su dependencia del banco central en los últimos nueve meses.
Si no hay garantías de que el dinero seguirá lloviendo sin más, los inversores pliegan velas y optan por la prudencia.