Hace apenas ocho meses era impensable que el Ayuntamiento de Madrid, el Ministerio de Fomento y la promotora Distrito Castellana Norte (DCN) se pusieran de acuerdo para impulsar la célebre operación Chamartín, el desarrollo urbanístico del norte de la capital, que cumple 25 años sin que se haya movido ni un metro cúbico de tierra. Hoy, el acuerdo existe pero ni mucho menos es el paso definitivo. Es más, la operación Chamartín ha estado en otras fases del proceso mucho más cerca de ser una realidad. ¿Qué resta para que el inicio de las obras deje atrás un cuarto de siglo de tiras y aflojas políticos y económicos mientras que el norte de Madrid seguía descosido?
En realidad, el acuerdo sobre el proyecto ‘Madrid, Nuevo Norte’, el nombre que tomará a partir de ahora, es un pacto de mínimos, para establecer las bases fundamentales del desarrollo. Un punto de partida que determina la edificabilidad del ámbito (que será algo más de un tercio inferior a la propuesta inicialmente por DCN); la nueva estación de Chamartín como elemento fundamental, con el centro de negocios en torno a ella; y una prolongación del Paseo de la Castellana muy peatonal.
Pero es sólo eso, un inicio, fundamental para poner en marcha un largo proceso burocrático que tendrá de desembocar en el inicio de las obras que, en el mejor de los casos, no tendrá lugar hasta finales de 2018.
En mayo de 2016, el Pleno del Ayuntamiento de Madrid tumbó definitivamente la modificación del plan urbanístico que abría las puertas al plan inicial de DCN, que había sido bendecido a comienzos de 2015 por las tres Administraciones: Fomento, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid. Esta modificación se aprobó de forma provisional en el Consistorio a finales de febrero y quedó pendiente de la luz verde definitiva, una vez transcurrido el periodo de consulta pública.
Oleada de trámites
Por entonces, se presentaron más de 2.000 alegaciones, lo que retrasó el proceso de aprobación definitiva (que estaba asegurado toda vez que el Partido Popular gobernaba por entonces el Ayuntamiento con mayoría absoluta). El expediente definitivo llegó demasiado tarde y se topó con las elecciones autonómicas y municipales. El bastón de mando del Ayuntamiento cambió de manos, Manuela Carmena tomó el relevo de Ana Botella, y la operación quedó varada muy poco antes de llegar a la orilla. Por aquel entonces, justo antes de las elecciones, el proyecto estaba más cerca de convertirse en realidad de lo que está ahora.
A partir del acuerdo que se presenta hoy, después de que el plan de DCN haya sido modificado como consecuencia de las negociaciones a tres bandas que ha tenido final feliz, el Ayuntamiento deberá iniciar de nuevo los trámites para aprobar la modificación del Plan Parcial que afecta al ámbito de la operación.
La aprobación no supondrá ningún problema, toda vez que el acuerdo de bases alcanzado cuenta con un amplio consenso entre los partidos representados en el Consistorio. Sin embargo, el proceso debe respetar una serie de trámites que lo extenderán en el tiempo de forma considerable.
El papel de Cifuentes
Después de su aprobación definitiva, tras el correspondiente periodo de consulta pública y la atención de las muy probablemente numerosas alegaciones que se presentarán, el expediente pasa a la Comunidad de Madrid, que deberá aprobarlo con los consiguientes pasos a seguir. El Gobierno regional ha estado al margen de las negociaciones por decisión de su presidenta, Cristina Cifuentes, pero es parte fundamental del proceso, entre otras cuestiones porque parte de los terrenos donde se desarrollará la operación son suyos.
Durante todo este proceso, los equipos técnicos del Ayuntamiento de Madrid y de DCN seguirán trabajando denodadamente para definir el diseño del desarrollo del norte de la capital. La mayor parte de los elementos de la operación aún están por determinar. Durante al menos los próximos 12 meses, los arquitectos no pararán de dibujar, proponer, aconsejar y negociar. Y este proceso también promete extenderse en el tiempo.
El objetivo número uno de todas las partes implicadas es que las obras den comienzo antes de que concluya la presente legislatura municipal. Buena parte de culpa de que el desarrollo urbanístico más ambicioso de Europa lleve 25 años sin arrancar la han tenido los cambios en el ámbito político.
Se espera que una vez que empiecen las obras todo será algo más sencillo que hasta ahora. Sin embargo, ese momento aún está demasiado lejos.