Economía

La pandemia pone contra las cuerdas al modelo económico: el turismo y la hostelería caen un 40%

Ningún Gobierno ha movido un dedo en los últimos lustros para evitar que España sea uno de los países más expuestos a todo tipo de ajustes mientras paga un alto precio en términos de empleo privado

La economía vuelve a la situación de recesión como era previsible por la debilidad del modelo de crecimiento, basado en los servicios (sobre todo en la hostelería y el turismo) como consecuencia de otro vaivén exógeno. Ahora es la pandemia del coronavirus quien despeña al PIB a niveles sin precedentes y al empleo. Hace unos años fue la pandemia financiera y la construcción. Ningún Gobierno ha movido un dedo en los últimos lustros para evitar que España sea uno de los países más expuestos a todo tipo de ajustes mientras paga un alto precio en términos de empleo privado. Sólo se puede evitar otra catarsis futura, que podría ser aún peor que la actual, destinando las subvenciones y los créditos otorgados por la UE a configurar otro sistema de crecimiento económico, por ejemplo, con más industria (también sanitaria) y más tecnología, que preserve al empleo estable y al país, así como reformas estructurales de calado, entre ellas la de las Administraciones Públicas, y liberalizadoras de los mercados en situación de oligopolio.  

Aunque la mayoría de los indicadores recogidos por el INE corresponden a abril (con las empresas no esenciales cerradas) y mayo y a estimaciones de junio (con el reinicio de algún tipo de actividad en el comercio y en la hostelería), los datos de la Contabilidad Nacional del segundo trimestre son los peores desde la guerra civil. En 1936, es decir, en el primer año de la contienda entre españoles el PIB cayó un 22,3% en términos anuales. Y, entre abril y junio de 2020, la economía descendió un 22,1% también en tasa anual (18 puntos más de caída que en el trimestre anterior) cuando hace sólo un año crecía a un ritmo del 2%. España registra la mayor contracción de los países de nuestro entorno. 

Las dos demandas han contribuido a la contracción. La interna, el principal motor de la economía, se ha borrado del escenario. Cayó un 19,2% frente al -3,7% del primer trimestre y el 1,1% de alza del segundo trimestre de 2019. Es la consecuencia del miedo atávico a gastar del consumidor (el consumo representa más del 80% de la demanda) en este periodo, y también de las empresas a invertir, ante las muchas dudas que aún mantienen sobre la situación económica. El consumo de los hogares ha descendido un 25,7% frente a una contracción del 5,8% de hace tres meses y un alza del 0,7% en el mismo trimestre de hace un año. Mientras, la inversión (formación bruta de capital fijo) sigue desplomándose a niveles desconocidos del -26,8%, que llega al -30,9% en la construcción y en maquinaria y en bienes de equipo de reposición.

Por su parte, el consumo público sigue creciendo, ahora auspiciado por el aumento del gasto sanitario sin que se compense con recortes en otras partidas que eviten el alza del déficit y el crecimiento de la deuda. Ha aumentado un 3,5%, prácticamente la misma cifra del trimestre anterior, pero es 1,2 puntos superior al registro de hace un año. Por su parte, la demanda externa también se deteriora (-2,9%) como consecuencia de la caída de las exportaciones, ya que los países receptores siguen afectados por la pandemia. Pero la situación exterior no es aún peor ya que se ha producido también un retroceso de las importaciones como consecuencia la caída en vertical de la demanda interna. De esta forma, la contribución neta del exterior al PIB anual es del -2,9% (hace un año el alza era del 1%).

El PIB español bajó un 18,5%

Para tener una foto fija de la situación actual conviene detenernos en los datos en tasa intertrimestral. El panorama es escalofriante. El PIB español (la cuarta economía de la UE) bajó un 18,5% frente al -10,1% de Alemania, -13,8 de Francia y -12,4% de Italia. La economía ha perdido en términos corrientes la friolera de 45.000 millones de euros respecto al trimestre anterior y 66.000 millones si el cálculo lo hacemos sobre el mismo periodo del año anterior. De esta forma, la pandemia ha practicado ya un agujero de 71.000 millones acumulados al PIB.

El gasto en consumo final ha caído un 15,2% (35.000 millones menos en este periodo y 41.000 millones en un año) y es 10 veces superior al peor descenso de la última crisis económica en el segundo trimestre de 2012 como consecuencia del alza del IVA y del IRPF. Por su parte, el recorte del consumo de los hogares llega al -21,1% (36.000 millones menos en el segundo trimestre) frente al -6,6% del trimestre anterior y es 12 veces peor que el registro más negativo obtenido en las recesiones anteriores (-1,7% en el cuarto trimestre de 2008). Las familias han dejado de adquirir bienes duraderos (-17,1%) y también otros bienes (-24%). Mientras tanto, el gasto público ha crecido en cuatro décimas respecto al trimestre precedente (subió en 1,8 pintos). Por su parte, la inversión ha caído en tasa sobre el trimestre anterior un 22,5% (es tres veces peor que el registro más negativo de las últimas recesiones), lo que supone que se invertido unos 13.000 millones menos que en el trimestre anterior y 15.000 menos respecto al mismo periodo de 2019. Este porcentaje llega al -27,2% en materia de maquinaria y bienes de equipo, que sirve para colegir que las empresas no ven horizonte alguno de posible salida a media plazo. En material de transporte (compra de vehículos para el uso empresarial) la contracción de la inversión llega al 45%. Todo esto lleva al resultado de que la demanda nacional ha descendido un 16,6%, 12 puntos peor que en trimestre anterior. Mientras, la demanda externa se contrae un 1,9% como consecuencia de la reducción en un 33,5% de las exportaciones y también en un 28,8% de las importaciones.

Por el lado de la oferta, se observa también en términos intertrimestrales que el único sector que crece durante la pandemia es la agricultura al ser el motor de la alimentación. Su tasa aumenta un 4,4% en este segundo trimestre, tres veces más que en los tres meses anteriores. La industria sigue despeñándose. Cae un 18,5%, el triple que el trimestre anterior, y llega al -21,5% la contracción en la industria manufacturera. La construcción desciende un 24,1% y empeora frente al -6,8% registrado entre enero y marzo. El mayor deterioro, como era previsible por el alto grado de exposición, se ha producido en el sector servicios con una contracción del 19,1%, por encima de la del PIB, y llega al 40,4% el de las actividades relacionadas con el comercio y la hostelería frente al -11,1% del trimestre anterior y el 0,3% de aumento de hace un año. El descenso de las actividades profesionales (autónomos) es del 28,2% mientras que las actividades artísticas alcanzan el -33,9%. Se salva el sector financiero y de seguros que sigue creciendo un 3,4%. 

En materia de empleo, la contabilidad nacional no contempla el trabajo a tiempo parcial y tampoco los ERTE. Le sale un descenso de 3.400 del empleo a tiempo completo. Pero, las horas trabajadas descienden un 21,4% (-40,8% en la hostelería y el comercio y -32,2% en la construcción) mientras que los puestos de trabajo a tiempo completo caen en su conjunto un 19,5%. Lo más llamativo es que como consecuencia de estas variables crece la productividad por hora trabajada un 3,6% (hay menos trabajadores y producen más) mientras que cae un 4,4% la relativa a los puestos de trabajado a tiempo completo.

Y mientras la economía se desploma sin que nadie lo evite, los grupos políticos siguen de vacaciones, esperando a ver en qué se emplea el dinero de la UE, quizá cansados de las 'duras' últimas legislaturas.

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