Los vientos de cola que empujaban a la economía española soplan ahora en contra del país. Los indicadores macroeconómicos confirman que la desaceleración en España es cada día más profunda y sitúan al presidente en funciones, Pedro Sánchez, en una posición vulnerable para convencer a los electores en campaña.
El crecimiento sólido y robusto que experimentó la economía en los años de recuperación permitía a los políticos jactarse de que España crecía por encima del resto de países europeos, pero ahora los datos se han girado a la baja y exigen medidas para evitar que este enfriamiento no llegue a traducirse en una nueva recesión para la que el país no está preparado -sus cuentas no están saneadas-.
El Gobierno había estimado que el crecimiento económico de 2019 sería de entre el 2,2% y el 2,4%, cifras más abultadas de lo que estiman las principales casas de análisis o instituciones como el Banco de España, que la semana pasada rebajó su previsión hasta el 2%.
Sin embargo, el dato de este lunes del crecimiento del 0,4% en el Producto Interior Bruto (PIB) del segundo trimestre, una décima menos de lo esperado, podría llevar al Ejecutivo a recortar su pronóstico para cierre de año.
En tasa interanual, el PIB ha crecido un 2%, y la ralentización se justifica sobre todo en la moderación del consumo -tanto de los hogares, como del gasto público- y en el retroceso en la inversión de las empresas.
Dejamos de consumir y las empresas frenan la inversión
El consumo de los hogares no ha crecido nada (0,0%) en septiembre respecto a agosto, mientras que el gasto público de las Administraciones Públicas ha pasado de crecer un 0,5% en agosto a aumentar un 0,5% en septiembre.
Si miramos los datos en términos interanuales, el consumo de los hogares se ha ralentizado hasta el 0,6%, después de crecer a tasas superiores al 2% en los primeros dos trimestres de 2018 y por encima del 1% en los trimestres posteriores. Entre enero y marzo de 2019 creció un 1,1%.
Las empresas, por su parte, han reducido notablemente sus volúmenes de inversión, adoptando una actitud más cauta ante la desaceleración. La formación bruta de capital (que mide la inversión) ha pasado de crecer un 4,6% interanual en el primer trimestre a subir un 1,2% en el segundo.
Este retroceso se ha notado en todas las partidas: la inversión en viviendas y edificios ha pasado de subir un 4,2% a un 2,9%, y la inversión en maquinaria aumentó un 8,1% en el primer trimestre del año y ha caído un -1,7% en el segundo.
El menor dinamismo se traslada a los precios
El enfriamiento de la economía y el estancamiento del consumo se ha traducido en un frenazo en la inflación, que en septiembre ha subido sólo un 0,1% -su menor aumento en tres años-, lo que el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha justificado por el abaratamiento de la electricidad.
Aunque el precio de la luz ha impulsado a la baja al Índice de Precios al Consumo (IPC) hay que tener en cuenta también que no ha habido subidas de precios en otros sectores que hayan podido compensar esta bajada.
El dato del IPC del 0,1% deja la media de este indicador en lo que va de año en el 0,77%, lejos del objetivo de estabilidad cercano al 2% que ha marcado como saludable el Banco Central Europeo.
El empleo crece cada vez menos
El crecimiento del empleo, medido en puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, se ha incrementado un 0,5% entre abril y junio, una décima menos que en el trimestre anterior, y ha crecido un 2,5% respecto al segundo trimestre del año anterior (dos décimas menos que el crecimiento interanual registrado entre enero y marzo).
La contratación en la construcción sufre un frenazo, al caer 5,2 puntos hasta el 5,0%. En los Servicios sube una décima, hasta el 2,7%, y en la agricultura cae un -1,6%.
Los costes que las empresas deben asumir por contratar siguen creciendo y registran un incremento del 2,8% en el segundo trimestre, con una subida de los sueldos del 2,4% por asalariado en el segundo trimestre.
Esta subida de costes, unida al menor ritmo de crecimiento, conlleva un nuevo descenso en la productividad por puesto de trabajo, que cae un -0,5% en el segundo trimestre.
La deuda pública se dispara
En este escenario de ralentización económica, el nivel de endeudamiento de las Administraciones Públicas no ha parado de crecer y bate récord mes a mes. A cierre de junio de 2019 se sitúa ya en 1,21 billones de euros, según los datos divulgados este lunes por el Banco de España, lo que supone ya un 99% del PIB.
Este umbral está lejos del objetivo del 97,1% fijado por el Gobierno para este año y de la reducción hasta el umbral del 60% al que se ha comprometido el país con Bruselas a medio plazo.
El menor crecimiento del PIB unido al elevado ritmo de emisión de deuda del Gobierno provocan un incremento de esta ratio hasta niveles cercanos al 100%, lo que deja al país en una situación vulnerable ante la potencial llegada de una nueva crisis económica.