Los datos de paro registrado no reflejan la realidad. Es la idea que la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) traslada desde hace meses, cuando la reforma laboral empezó a transformar los modelos contractuales del mercado de trabajo, con el auge del fijo discontinuo. Este contrato, considerado indefinido, permite al empresario dejar sin trabajo ni sueldo al empleado durante épocas de menos trabajo, pudiendo éste incluso cobrar una prestación por desempleo si ha cotizado lo suficiente.
¿Cuál es el problema? Que pese a que estos trabajadores fijos discontinuos estén desempleados e inscritos como demandantes de empleo en el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), nunca se contabilizan como parados registrados. Y esa es la razón, según Fedea, de que los datos que difunde el Gobierno mes a mes arrojen una mejora significativa del paro respecto a hace cuatro años. Pero la realidad es que la situación es igual a la que había entonces, o incluso algo peor en el mes de junio.
Los datos que publicó el pasado martes el Ministerio de Trabajo indican que en junio de este año había ya 330.000 parados menos que en el mismo mes de 2019. Sin embargo, "la aparente mejora se debería simplemente a que hemos dejado de contar como parados a muchas personas que buscan trabajo que antes de la reforma eran temporales y ahora son fijos discontinuos", explica Ángel de la Fuente, director ejecutivo de Fedea.
Por esta razón, el servicio de estudios introduce la variable de paro efectivo, "para tratar de mitigar la ruptura de la serie de paro registrado generada por la reciente reforma laboral, y en particular, por la rápida transformación de contratos temporales en fijos discontinuos". Calcula que el número de parados efectivos asciende a 3,27 millones de personas, una cifra muy superior a los 2,69 millones que comunicó el Ministerio el pasado martes. El paro efectivo en junio de 2019 era incluso inferior: 3,25 millones, según Fedea.
"Vemos que la mejora registrada entre 2019 y 2022 es bastante menor en el caso del paro efectivo que en el del paro registrado, y que mientras la segunda variable continúa mejorando en 2023 con respecto al mismo mes de años anteriores, el paro efectivo empeora durante el ejercicio en curso (con respecto al mismo mes de otros años), superando primero el nivel de 2022 en marzo y después el de 2019 en junio", explica Ángel de la Fuente.
Durante los últimos meses el Gobierno ha defendido que los fijos discontinuos siempre se han reflejado de la misma forma en las estadísticas, es decir, nunca se han contabilizado como parados registrados. Sin embargo, desde Fedea argumentan que el número de contratos de este tipo se ha disparado tras la reforma (ahora son muchos más) y su mayor peso, por tanto, "genera una distorsión creciente en la estadística que no debería ser ignorada".
El Gobierno se comprometió a publicar el dato de fijos discontinuos inactivos a principios de año. Tras meses apelando a las dificultades para "depurarlos", en mayo aseguró que por fin estaban cerca de tener la información disponible y se publicaría en verano, con los datos de mayo (que se publicaron en junio) o de junio (que se publicaron el pasado 4 de julio). Sin embargo, semanas después Sánchez convocó elecciones y el discurso del Ministerio de Trabajo cambió. Finalmente no ha proporcionado la cifra.
Mismo PIB y horas trabajadas que hace cuatro años
Igual que con ocurre con el paro (medido en términos efectivos), el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cerrará la legislatura actual con el Producto Interior Bruto (PIB) y las horas trabajadas en niveles similares o ligeramente inferiores a los que tenía en 2019. Es decir, no se ha avanzado nada en estos tres indicadores económicos claves. Así lo destaca también Fedea.
Tras el varapalo de la pandemia, que desajustó todos los niveles, la recuperación económica fue más lenta en España que en el resto de países de la Unión Europea. España ha sido el penúltimo país en recuperar el nivel de PIB que tenía antes de la covid (lo ha conseguido en el primer trimestre de este año mientras algunos Estados miembros lo consiguieron ya en 2021). Eso se traduce en una pérdida de oportunidad, con un PIB estancado en los niveles de hace cuatro años.
El PIB real español ha aumentado sólo en torno a un 1% entre el primer trimestre de 2019 y el primero de 2023. Sólo Alemania, en recesión técnica, ha crecido menos en ese periodo. Cuatro países del Este (Croacia, Polonia, Eslovenia y Rumanía) han crecido más de un 10%; mientras que las economías de Grecia y Portugal están ya un 7,7% y 6,3%, respectivamente, por encima. Italia y Francia (con el 2,3% y el 1,9%) están más cerca de España, y el incremento de la media europea se sitúa en el 3,9%.
En cuanto a las horas trabajadas, el avance ha sido incluso más lento y aún se sitúan ligeramente por debajo de los niveles prepandemia. "En el primer trimestre de 2023, las horas trabajadas se situaban ya a menos de un punto del valor de 2019. La buena noticia es que podemos, por tanto, dar por finalizada en algún sentido la recuperación de la pandemia. La mala es que somos uno de los últimos países europeos en conseguirlo", sentencia Fedea.