La deuda pública ha batido un nuevo récord histórico hasta alcanzar el valor de 1,21 billones de euros al cierre del segundo trimestre, un 98,9% del Producto Interior Bruto (PIB), debido a que los gastos del Gobierno crecen más que los ingresos y es necesario emitir deuda para poder pagar el déficit que se genera por ese desfase presupuestario.
Para poder bajar ese nivel de deuda, sería necesario que la horquilla entre ingresos y gastos se redujera, es decir, que se cerrara el déficit, algo que en época de crecimiento económico como la actual (con crecimientos del PIB por encima del 2%) debería ser factible conseguir. Para ello, es preciso gastar acorde a lo que se ingresa, pero el Gobierno de Pedro Sánchez ha apostado por la política de gasto -vía real decreto-ley, la mayoría- que no ha tenido una contrapartida de ingresos.
El Ejecutivo no pudo sacar adelante sus Presupuestos Generales del Estado (PGE) -que contemplaban un incremento de la recaudación, mediante más impuestos, para sufragar más gasto social-, pero no renunció a aprobar medidas de gasto (subida de las pensiones, subida del sueldo de los funcionarios, etcétera) por decreto, sin aprobar medidas de ingresos por esta misma vía (a excepción de las subidas de las bases mínimas y máximas de cotización).
Esto ha conllevado que el déficit apenas se haya reducido: fue del 2,48% del PIB en 2018 y todo apunta a que cerrará en el 2,4% en 2019, según los pronósticos del Banco de España, con lo que el ajuste es ínfimo, y por tanto ha obligado al Ejecutivo a emitir más deuda para financiarlo. El Gobierno cree que cerrará el año con un déficit del 2%, aunque con Bruselas se había comprometido a bajarlo al 1,3% del PIB.
El déficit estructural ha empeorado
De hecho, esta reducción mínima del déficit no ha requerido un esfuerzo del Gobierno, sino que se ha producido únicamente por la inercia del crecimiento. "En términos estructurales, si eliminas la mejora del déficit que se debe al ciclo, y te fijas sólo en los ingresos y gastos estructurales, el déficit ha empeorado. La mejora es única y exclusivamente porque estamos en un ciclo favorable, pero en términos estructurales sólo se ha empeorado", explica María Jesús Fernández, economista senior de Funcas, a Vozpópuli.
Además, el hecho de que el PIB esté creciendo menos de lo previsto (sólo un 0,4% en el segundo trimestre) hace que la ratio de deuda sobre PIB sea más abultada, porque el denominador es más pequeño.
Sin munición ante la próxima crisis...
El problema principal de tener este elevado nivel de deuda es que no hay margen para cuando llegue una nueva crisis. "La desaceleración va a impedir que el déficit se corrija y cuando llegue la siguiente crisis el déficit aumentará (porque caerán los ingresos y hará falta mantener el gasto), así que se acelerará el crecimiento de la deuda", que podría llegar fácilmente a superar el 100% del PIB, explica la experta.
Si esto ocurre y la deuda alcanza esas cotas, se puede producir una pérdida de confianza en nuestra solvencia y entonces subirá la prima de riesgo. "Tendremos problemas para financiarnos porque la deuda se emitirá a tipos más altos y podríamos llegar incluso a lo que pasó en 2012, que había dificultad para encontrar quién comprará esa deuda", añade.
Tener un nivel de deuda tan alto supone una vulnerabilidad importante. En caso de que llegue una crisis nos podríamos ver obligados a recortar el gasto público cuando peor nos venga.
"La política fiscal debería ser contracíclica: cuando las cosas van bien se hacen ajustes, y cuando van mal tienes margen para dejar que aumente el déficit y la deuda, pero para eso hace falta partir de un volumen de deuda aceptable", apunta.
...ni ante el alza del gasto en pensiones
Incluso si no se produjera un shock económico, España tendrá que afrontar un incremento muy fuerte del gasto público derivado de las pensiones que tendrá que pagar a la generación del babyboom cuando se jubile. Para financiar ese gasto -en caso de no reformar las pensiones- deberá incrementar la recaudación o si no verá como se dispara su déficit y con él la deuda.
Ángel de la Fuente, director de Fedea, señala también a este medio que otro riesgo de tener una deuda tan abultada es el coste en términos de carga de intereses. "Ahora mismo es menos grave porque los tipos están bajos, pero sigue siendo un problema sobre todo si hay subidas de tipo".
Además, el tener una deuda tan alta te hace dependiente del mercado, ya que "cada año el país tiene que refinanciar deuda por valor de un 20% del PIB. Estás expuesto al mercado y si el mercado se enfada o se pone nervioso, eso se puede traducir en primas de riesgo altas en momentos puntuales".