Alemania ayudará a Siemens Energy a salir de su nuevo bache con 7.500 millones. Pero necesita más socios que ayuden a la causa con otros 3.000 millones. Unas nuevas garantías que la propia empresa espera que llegue por la vía financiera o por otros gobiernos, como es el caso de España. De no lograrlo, la empresa, que concentra en el mercado español su negocio eólico de 5.000 trabajadores y nueve fábricas, tendría que aplicar recortes.
Esa es una tarea industrial para el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, liderado en este ámbito por Jordi Hereu. El fabricante de aerogeneradores cuenta con recortar en gastos 400 millones de euros hasta 2026 en todos sus mercados tras presentar en su último año fiscal unas pérdidas de 4.347 millones, por culpa de su negocio eólico.
Un tijeretazo que se ha anunciado sin dar más detalles. Una “simplificación de la organización” sin ningún plan concreto en lo que a reducción de plantilla o el cierre de plantas se refiere. El mensaje ha llegado directamente a los sindicatos españoles, que consideran que Siemens deja en el aire de nuevo un recorte de la fuerza laboral y una ofensiva a su actividad industrial en España.
Para los representantes de los trabajadores se está señalando a España como el gran culpable de la nueva crisis de una ‘Gamesa’ que desde que es Siemens no levanta cabeza. El último capítulo ha sido estrenar en el mercado un modelo de aerogenerador con defectos de fábrica. La turbina 5.X, diseñada para convertirse en el mayor monstruo eólico capaz de generar hasta 7 megavatios de potencia por cada unidad de generación, resultó fallida. Sus fallos de fabricación, junto con los de su ‘hermano mayor’ 4.X, congelaron los multimillonarios contratos que manejaba la empresa e, incluso, ordenaron la recuperación de algunos envíos que se habían enviado a clientes.
Según el CEO de Siemens Gamesa, Jochen Eickholt, el problema de este proceso se concentra en las fábricas de Ágreda en Soria y en la fábrica portuguesa de Vagos. Aunque, por resumir el problema, el foco de la dirección alemana de la compañía se concentra en la antigua Gamesa, hoy filial española de Siemens. La dirección alemana apunta que los 4.588 millones en números rojos que ha registrado por el negocio eólico pasa por las fábricas españolas.
Siemens-Gamesa, una turbulenta relación
El nuevo choque entre Siemens y Gamesa es otro capítulo de una relación turbulenta que arrancó en 2017, cuando la gran empresa industrial española se integró dentro del grupo alemán. Desde entonces, la salida de directivos españoles e, incluso, la fuga de su capital de un accionista de gran relevancia como Iberdrola en 2020 aventuraron que la relación no iba como se esperaba.
Los sustos que este conglomerado ha dado al mercado han sido diversos. Su negocio en India, la subida de costes de la eólica marina o los problemas en la cadena de suministro han llevado a una empresa a ocupar grandes titulares por posibles ajustes de plantilla o rebaja de sus previsiones financieras, pese a ser a un fabricante de tecnología puntera en la batalla internacional por conseguir el desarrollo de plantas eólica que permitan descarbonizar la economía.
El Gobierno alemán no va a dejar caer a uno de sus grupos industriales más importantes y por eso le ha dado esa línea de garantías de 7.500 millones. Unos avales que tranquilizan a bancos y proveedores para poder cumplir con la gran demanda de pedidos que aún mantienen las compañías. La empresa y Alemania esperan otros 3.000 millones del Gobierno español y otros socios para dar más estabilidad a su plan y volver a presentar números negros en el medio plazo.