Los dos principales sindicatos de clase, Comisiones Obreras y UGT, no atraviesan sus mejores momentos. Desde el inicio de la crisis económica, hace diez años, ambas organizaciones han ido perdiendo afiliados de manera constante. El pico de bajas más reciente, “más anecdótico que real” aseguran fuentes sindicales, se ha producido en los últimos días. Desde que los dirigentes de sendas federaciones catalanas decidiesen apoyar la manifestación por la libertad de los “presos políticos”, muchos simpatizantes hicieron público su intención de dejar su afiliación.
“Hay que tener en cuenta que nosotros perdemos por los dos lados. Por los que apoyan la independencia y por los que no”, explica Fernando Lezcano, secretario de organización de CCOO. Hasta el momento, el sindicalista apunta a que habrán recibido “unas 500 cartas” dándose de baja del sindicato. “Pero tendremos que esperar al final del trimestre, que es cuando hacemos el conteo”, asegura.
Lezcano sostiene que desde 2014 vienen retomando las altas. Según una informó Efe en febrero, 2017 fue el segundo ejercicio consecutivo en el que los sindicatos recuperaron afiliados. Un 10% de los casi 600.000 socios que perdieron durante las crisis ha vuelto a militar en las filas de las organizaciones de trabajadores, “pero nos costará llegar a los niveles anteriores a la crisis”, apunta Lezcano al otro lado del teléfono.
Próximo examen, el 1 de mayo
Tanto UGT como CCOO afrontan su gran día, el 1 de mayo, en horas bajas. El descrédito entre la población ha ido en aumento, como ha ido ilustrando el barómetro del CIS, que finales de 2013 reflejaba que un 37,3% de los españoles dejaron de estar afiliados a un sindicato porque no defendía sus intereses y no servía para nada. La nota que los ciudadanos han dado a su gestión en los últimos años no llega al tres sobre 10, según los sondeos sociológicos.
La “destrucción de empleo y la devaluación salarial” son algunas de las razones que las organizaciones de trabajadores esgrimen a la hora de radiografiar su situación actual. “Igual que la gente se ha tenido que quitar de tomarse algo en la calle, también se ha quitado la cuota del sindicato”, explica Lezcano.
La maquinaria del movimiento obrero se ha dado un lavado de cara durante sus peores años. Para el sindicato de Lezcano será el primer 1 de mayo sin Ignacio Fernández Toxo al frente de la manifestación. En julio de 2017 Unai Sordo le sustituyó después de que estuviese nueve años como secretario general. El sindicalista gallego podría haber optado por repetir en su cargo, pero desechó la idea para “ejemplificar” la renovación dentro de la organización. Al lado de Sordo se situará Pepe Álvarez. El catalán relevó al histórico Cándido Méndez, que dio un paso al lado 22 años después de empezar a capitanear UGT.
¿Se esperan grandes movilizaciones el próximo 1 de mayo? “Quiero esperar a verlo. El ‘puentaco’ de este año no creo que vaya a ayudar”, reflexiona Lezcano. La manifestación pivotará en torno a cuatro ejes consensuados por los dos pilares sindicales en España: pensiones, precariedad, los jóvenes y la igualdad. “Este último punto es muy importante, el 8 de marzo ha marcado una pauta a seguir”, afirma Lezcano.
Los discursos no apuntarán a una huelga general. La última se celebró en marzo de 2012. Con un Mariano Rajoy recién instalado en La Moncloa, las protestas iban dirigidas a los últimos coletazos de la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero. Desde entonces, el parón más significativo ha sido el de la huelga feminista a la que hace alusión el secretario de organización de CCOO, y que ambos sindicatos apoyaron sólo con “paros simbólicos” de dos horas.