La subida de Sociedades que aprobó el Gobierno el 30 de septiembre para cuadrar el déficit de este año no va a salir gratis. Las empresas han tenido que asumir un duro golpe de casi 9.000 millones en solo tres meses y eso va a notarse en la inversión y el empleo. De hecho, un informe interno del Ministerio de Economía y Competitividad ya constata el efecto: reconoce que los indicadores más recientes de inversión en equipo apuntan, en general, a un “tono menos expansivo” en el último trimestre del año.
Y eso que este tipo de inversión ya se frenó en el tercer trimestre nada más y nada menos que 1,6 puntos. Apenas registró un avance del 0,3%. Si Economía reconoce ya que el crecimiento será aún menor entre octubre y diciembre, puede incluso que lleguemos a ver tasas negativas en este periodo. En tasa interanual, la inversión en equipo siguió creciendo a un ritmo cercano al 5%, aunque esta cifra es bastante más baja que la registrada en el segundo trimestre.
A pesar de esta desaceleración y la que va a llegar, el Gobierno sostiene en el informe que las condiciones siguen siendo favorables para las decisiones de inversión, dado el desapalancamiento de las empresas, los bajos tipos de interés, el buen pulso de la demanda, la utilización de la capacidad productiva y el moderado crecimiento de la economía mundial. El problema es que aunque las condiciones sean buenas, las empresas no pueden dedicar mucho dinero a la inversión.
El Gobierno recurrió al Impuesto de Sociedades para cuadrar el déficit de 2016 y evitar la multa de Bruselas
Y es que han tenido que hacer un ajuste de 9.000 millones en solo tres meses por la recuperación del mínimo obligatorio en el pago fraccionado de Sociedades. Ésta fue una de las medidas que prometió el Gobierno a Bruselas para evitar la famosa multa por el déficit. ¿En qué consiste? Las empresas hacen tres pagos fraccionados al fisco cada año. Hasta el año 2015 tenían que pagar al menos el 12% de su resultado contable en cada uno de esos tres pagos. Pero Hacienda suprimió ese mínimo obligatorio para 2016 y ahora lo ha recuperado y lo ha situado en un nivel más alto, el 23%.
En realidad la medida no es una subida fiscal en sí, sino más bien un truco contable que hace que las empresas adelanten su liquidez al Estado para que pueda cuadrar el objetivo fiscal. Después de hacer este adelanto, tienen que hacer sus cuentas con Hacienda para ver si han pagado más o menos de lo que les correspondía y ajustar la factura. Es un mecanismo similar al de los trabajadores que declaran IRPF cada mes y después hacen la declaración para ver si les toca a pagar o devolver.
El problema es que cuando una medida así se prorroga año tras año y se consolida en el tiempo se convierte, de hecho, en una subida fiscal. Y eso es lo que se temen las empresas. De hecho, el Gobierno dijo inicialmente que solo estaría en vigor mientras el déficit estuviera por encima del 3%, pero matizó la idea en el Plan Presupuestario al asegurar a las autoridades comunitarias que la iniciativa nacía "sin fecha límite de vigencia".
Las empresas tendrán asumir otro ajuste de casi 5.000 millones en 2017 para evitar desviaciones el año que viene
Y los disgustos no acaban ahí para las empresas. El Gobierno también tenía problemas para cuadrar el objetivo de déficit de 2017 (3,1%) y ha vuelto a recurrir al Impuesto de Sociedades. Esta vez ha decidido limitar algunas exenciones del tributo para recaudar otros 4.650 millones. Además, ha elevado las bases máximas y mínimas de cotización para intentar tapar el agujero de la Seguridad Social, algo que también afectará directamente a los resultados de las compañías. En total, un hachazo fiscal de casi 14.000 millones para cumplir los objetivos de 2016 y 2017.
Por eso los empresarios no están contentos. Ya advirtieron de que estas medidas afectarían considerablemente a su liquidez y, por tanto, a su actividad. Y las cifras que maneja el Ministerio no hacen otra cosa que constatarlo. La inversión en equipo perderá fuerza en la última parte del año, aunque no tanto el empleo, que se verá impulsado por la campaña navideña. De hecho, el informe asegura que la creación de empleo y el descenso del paro se aceleraron en el bimestre octubre-noviembre.
Un indicador del PIB
La inversión en bienes de equipo es, además, un buen indicador del crecimiento económico futuro. La teoría económica dice que si un país invierte en bienes de equipo será capaz de producir por un coste más bajo y vender más. Y eso no significa otra cosa que más crecimiento y más empleo. Es decir, que la moderación de este tipo de inversión solo puede indicar la economía está perdiendo fuerza.
Sin embargo, algunos organismos económicos, como la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), han anticipado una mejora del PIB hasta una tasa del 0,9% en el tramo final del año, aunque todos coinciden en que las cifras de crecimiento superiores al 3% no volverán a reproducirse en los próximos años. El propio Gobierno reconoció este diagnóstico hace solo unos días cuando actualizó sus previsiones.