De idea a empresa, de proyecto a clientes y de concursos públicos a inversores de capital riesgo. El orden de los factores en la línea de tiempo de Odilo -encargada de facilitar contenido digital como servicio- se aleja un poco del modelo startup. De hecho, su propio CEO, Rodrigo Rodríguez, la concebía más como una pyme que como una startup; pero la carga de trabajo le hizo ver que no había tiempo para crecer como pyme. Tenían que cambiar el modelo y 'renacer'.
Habían ganado un proyecto en Estado Unidos y no tenían el equipo ni la capacidad para hacer la entrega. Entonces entenidero que Odilo podía ser "algo más grande" que lo que tenían pensado. Así, lo que empezó como una empresa para administrar libros digitales en la nube ha pasado a manejar todo tipo de contenidos para todo tipo de empresas en España, Latinoamérica, Estados Unidos y Australia; ha levantado unos nueve millones de euros en rondas de financiación y hasta ha encontrado cabida en la Comisión Europea para mejorar la comprensión lectora, medir la capacidad de aprendizaje y estimular a los estudiantes.
Rodríguez explica a Vozpópuli su camino como emprendedor, los cambios en el modelo de negocio de Odilo, su nueva misión a nivel educativo y sus planes a futuro.
Tenía un trabajo estable, un ingreso fijo, se decía contento. ¿Qué tan fácil o difícil fue dar el salto de trabajar para una empresa a montar una startup?
Fue difícil, sí. Yo trabajaba en British Telecom. Llevaba ya vario años. Estaba bien; estaba contento con el tipo de trabajo. Hacía cosas relacionadas con la nube. Lo que pasa es que un día surgió la idea de que había que hacer un negocio relacionado con libros digitales, la nube y con bibliotecas. Empecé a comentarlo, sobre todo con mi hermano, que fue la persona con la que siempre estuve hablando de la idea, y nos empezamos a emocionar tanto que empezamos a pasar todo el tiempo hablando de lo mismo: "¿Y si hiciéramos esto? ¿Has visto que hay una empresa en Estados Unidos que hace una cosa parecida, pero que no han empezado?". Sí, entonces llega el momento en el que te hace más ilusión esto que lo otro y empiezas. En mi caso estuve un tiempo con las dos cosas.
¿Cuánto tiempo estuvo fantaseando con la idea?
Un año, casi. Luego pedí un tiempo libre y la empresa me lo concedió. Y ya cuando la cosa salió, me dediqué solamente a una.
¿Cuándo lanza Odilo aún estaba en BT?
Sí, cuando ya tengo claro es cuando salgo. No era tan valiente. Cuando veo que de verdad ya tiene algo de sentido es cuando ya salgo de BT.
Entonces, ¿recomienda ir con un poco de cautela?
Bueno, ya es cada uno. Hay gente que depende. Hay negocios que quizás necesiten el 100% desde el primer momento. En mi caso tuve cierta cautela. Soy un perfil relativamente miedoso.
Pero emprendedor…
Sí.
Si tuviese que presentar Odilo, desde lo que quería que fuera hasta lo que es ahora…
Hemos cambiado mucho, bastante. Yo conocía mucho el mundo de las plataformas como servicio, software como servicio de la nube, porque es a lo que me dedicaba. La idea viene de qué pasará con las bibliotecas, porque ahora los libros son digitales. ¿Por qué hay que ir a la biblioteca si se puede hacer todo desde la nube? La primera idea de Odilo fue hacer bibliotecas digitales en la nube, en la cual cualquiera pueda, desde una aplicación móvil o una web, conectarse a la biblioteca, coger el libro y cuando se acabe el tiempo que desaparezca, sin tener que devolverlo. Eso en 2011-2012, cuando empezamos con los primeros clientes. Primero fue el Instituto Cervantes, luego se nos acercaron los colegios, luego empresas, luego ayuntamientos. Luego, por mitad estrategia y mitad petición de los clientes, fuimos cambiando a lo que somos ahora que, además de bibliotecas, alquilamos contenido digital en modo servicio y abarcamos desde hoteles, hospitales,…
La primera idea de Odilo fue hacer bibliotecas digitales en la nube, en la cual cualquiera pueda conectarse a la biblioteca
Es decir, ya no solo textos académicos o literarios, sino todo tipo de documentos…
Y todo tipo de contenidos: libros, audios, vídeos. Empezamos siendo libro electrónico y ahora somos cualquier tipo de contenido digital con derecho de autor que alguien quiera alquilar por un tiempo. La empresa pone todos los contenidos (documentos, contratos, manuales) digitales sin importar el formato y nosotros lo gestionamos. Por ejemplo: soy una empresa y tengo un montón de contenidos digitales y quiero ofrecerlo de una forma sencilla y controlada; tengo un manual técnico y lo quiero poner a disposición de mi equipo, que no se pueda piratear, saber quién ha accedido. Ese es el concepto de contenido digital como servicio.
¿Y cómo funciona el modelo de negocio?
A nosotros nos contratan las empresas y les cobramos en función del uso. No cobramos nunca al usuario final.
Empezamos siendo libro electrónico y ahora somos cualquier tipo de contenido digital con derecho de autor que alguien quiera alquilar por un tiempo
La lista de clientes de Odilo va desde bibliotecas públicas hasta empresas que cotizan en el Ibex35. ¿Cómo fue el proceso de adquisición de clientes?
Empezamos con bibliotecas públicas, que fue un proceso bastante rápido en España y en Latinoamérica. Al principio tuvimos la suerte de ganar un concurso público en Chile –para gestionar el sistema de bibliotecas públicas- y eso salió bien y nos dio la oportunidad de expandirnos en Latinoamérica. De ahí pasamos a las bibliotecas universitarias. Ya en 2014-2015 empezamos a pensar en el sector educación, que es donde entra la Comisión Europea, que presentamos el proyecto al Banco de Inversión Europeo porque queríamos sacar una segunda vertical en un área en la que estábamos creciendo bien. Y ya este último año nos hemos centrado en el área de empresas. Así hemos ido creciendo, de una forma un poco escalonada.
Este año cerraron una ronda de financiación por seis millones de euros. ¿Cuánto llevan levantado hasta ahora?
Esa fue nuestra ronda número tres. Hemos recaudado unos nueve millones.
Odilo empieza con financiación propia, ¿en qué momento se plantea incluir a los inversores?
Nosotros hicimos tres años de boostraping. No teníamos, de hecho, mentalidad startup. En un principio no nos veíamos como una startup; nos veíamos como una pyme, porque hacíamos concursos públicos grandes. Luego pensamos que sí podía ser. Empezamos proyecto a proyecto, creciendo lento, y ya a final de 2014 nos fuimos a Estados Unidos, a Silicon Valley, y ahí ganamos un cliente grande: las bibliotecas de Colorado. Y a raíz de ese proyecto que era muy grande nos dimos cuenta de que no podíamos hacerlo. “Genial, he ganado un proyecto que no puedo hacer”. Teníamos que tener empleados en Estados Unidos, una capacidad para entregar muy rápido y es cuando nos creemos que esto puede ser algo más grande de lo que teníamos pensado.
No teníamos, de hecho, mentalidad startup. En un principio no nos veíamos como una startup; nos veíamos como una pyme
Ahí es cuando buscamos financiación y hacemos un poco el cambio y vamos a buscar fondos de capital riesgo y entramos en el ecosistema emprendedor. No teníamos más tiempo para crecer de una forma tradicional. Los primeros años era más proyecto a proyecto. En esa época tampoco se hablaba tanto de startups y no se tenía muy claro cómo funcionaba esto. Pero si nos hubiésemos quedado solo en España habríamos muerto, porque habría venido la competencia americana y por tamaño hubiésemos perdido.
Ahora están con la Comisión Europea para mejorar la comprensión lectora, medir la capacidad de aprendizaje y estimular a los estudiantes.
Hemos empezado con la parte del acceso. La segunda parte fue hacer lo mismo pero en el sector educación: ya no solo quiero que tengas acceso a los libros, sino fomentar la lectura. En mi colegio lo que hacían para fomentar la lectura era decirme: “Tienes que leerte estos tres libros y hacer un resumen”. Eran deberes que acabábamos copiando en El Rincón del Vago. Y terminamos pensando que los libros eran deberes y no tuvimos vocación de la lectura. Queremos que la gente lea por placer. El proyecto que tenemos con la Unión Europea es sobre cómo hacemos para que la gente lea en las escuelas por placer. Hay tres cambios: uno es que seas tú el que elija lo que quieres leer (no importa que leas Harry Potter o una biografía de un futbolista mientras tengas el hábito de lector); con los libros físicos era más difícil, con los digitales tienes más opciones, puedes medir el tiempo de lectura, puedes hacer preguntas y hacer un seguimiento de tu capacidad.
El proyecto que tenemos con la Unión Europea es sobre cómo hacemos para que la gente lea en las escuelas por placer
Ahora estamos trabajando para medir la capacidad lectora; hemos hecho los libros interactivos: hemos hecho preguntas dentro del libro para ver si se entendió el texto o no, para saber la velocidad a la que estás leyendo; en vez de esperar a terminar el libro, hacemos preguntas y te pedimos comentarios mientras vas leyendo. Cuando acabas de leer el libro, el profesor puede ver cuál ha sido tu capacidad lectora con el libro, en función del tiempo y de las preguntas que has acertado. ¿Qué hacemos luego? El siguiente libro va a ser un libro que te guste, un poquito más fácil o más difícil. La otra gran cuestión es, los que saben de educación insisten, hacerlo como un juego, poder ver en qué tope estás y para que te estimules, garantizar que vas mejorando. Si tienes nueve años y lees libros para niños de 11, ver que cada vez sean más difíciles. Si tienes 10 y te cuesta, te dan uno un poco más fácil. De manera que nadie se queda atrás del todo y el profesor le va haciendo seguimiento y el que tenga una capacidad lectora buenísima pueda avanzar más.
¿Esta metodología la desarrollaron ustedes primero o de la mano de la Comisión Europea?
La hemos desarrollado en parte nosotros con ayuda de especialistas en lingüística, con ayudas de la Comunidad Europea, con una compañía de Finlandia, que de esto saben, y ahora con el gobierno de Uruguay (que ahora es pionero en el mundo con el programa que permite que todos los niños tengan acceso a una tablet para leer). No hay un estándar para medir la capacidad lingüística, entonces lo que estamos haciendo es intentar crear ese estándar basado en el tiempo, las preguntas que aciertas, la interactividad,… El objetivo al final es ir mejorando el índice de capacidad lectora.
El objetivo al final es ir mejorando el índice de capacidad lectora
Una vez que ya tienes startups, clientes e inversión, ¿qué pasa?
Ahora hay que crecer. En el proyecto de la lectura tenemos tres países de América Latina (Chile, Perú y Uruguay); nuestro objetivo es llegar a más países. En España lo tenemos en Extremadura, nos queda crecer. Y como objetivo: Estados Unidos. En Español somos el número uno del mercado, pero en inglés aún somos pequeños. Tenemos mucho camino. Nuestro reto es coger lo que pensamos que hemos hecho muy bien y llevarlo a todo el mundo. No es lo mismo tener los primeros grandes clientes que llevar eso a escala.
En el caso de Estados Unidos, ¿Odilo hizo una redomiciliación?
Sí. Tenemos una compañía americana a raíz del proyecto de Colorado. Como trabajamos con el gobierno nos obligaban a tener una empresa local. En Estados Unidos tenemos un vehículo en Delaware y un equipo en Denver (Colorado).
Nuestro reto es coger lo que pensamos que hemos hecho muy bien y llevarlo a todo el mundo
Hay quienes señalan este tipo de redomicialiaciones como un "fracaso de las políticas públicas" españolas y quienes lo consideran un éxito. ¿Cómo lo ven en Odilo?
Nosotros estamos en España todavía. Tenemos una oficia en Estados Unidos, una filial que es propiedad de la matriz que tenemos en España. Estamos en Estados Unidos para poder trabajar en los proyectos que tenemos allá. Pero todo pasa por acá. Si tú como compañía española llegas al punto en el que quieres ir a una gran ronda de financiación es probable que lo hagas con fondos americanos por la capacidad del mercado. Las empresas como nosotros que tenemos la mayoría del capital español nos quedamos en España. Creo que acá estamos razonablemente bien. Si en un futuro tuviésemos una gran operación con un fondo americano, pues no lo sé. Es poco lo que se puede hacer desde España, salvo esperar y seguir creciendo. Hay una diferencia desde hace cuatro años que empezamos nosotros: cada vez hay mejores fondos, tenemos muy buen ecosistema. Ya no tienes que irte a Estados Unidos sí o sí. El cambio ha sido espectacular. Hay más competencia y mejores startups.
Creo que acá estamos razonablemente bien. Si en un futuro tuviésemos una gran operación con un fondo americano, pues no lo sé
Si tuvieses que pedir algo para el ecosistema startup español, ¿qué sería?
Lo que pedía hace unos años es lo que ya tenemos ahora.
¿Se han planteado vender Odilo?
No, aún nos queda mucho camino.
Hay una diferencia desde hace cuatro años que empezamos nosotros: cada vez hay mejores fondos, tenemos muy buen ecosistema
¿Extraña algo de la vida de no emprendedor?
Vacaciones. Realmente, al final, te metes en esto porque te gusta. Mis amigos me dicen ‘oye, te has quedado todo el sábado trabajando’ y yo les contesto: ‘recuerdas cuando nos quedábamos todo el día jugando al fútbol en la Play Station y no querías hacer otra cosa; bueno, yo estoy un poco igual’.
¿Un consejo para los que estén pensando montar una startup?
El clic es no la montes porque esté de moda, ni porque no tienes más nada que hacer. Si la idea que tienes te acecha en la ducha, se la cuentas a todos tus amigos,… Sí. Pero si tienes dudas del principio no, porque al principio es muy complicado.