Es La Meca del sector emprendedor, la estrella fugaz que marca el ritmo a nivel global en cuanto a tecnología e innovación. Silicon Valley es un área en el norte del estado de California, en Estados Unidos, donde han situado sus sedes algunas de las mayores corporaciones del mundo en el sector tecnológico. Que cientos de multinacionales se hayan asentado allí no es baladí. Muchas nacieron en esa misma zona precisamente porque se dieron las condiciones necesarias para la vida de las emergentes: un ecosistema.
Ese ecosistema está caracterizado por el impulso a la innovación. En Silicon Valley se ha creado una comunidad entre los usuarios, que se ayudan y comparten entre sí los conocimientos. Por eso, se puede considerar como un gran centro de aprendizaje con una clara visión global. Es decir, los productos que allí se generan están pensados para que puedan consumirse en todo el mundo. Un ambicioso objetivo que les ayuda a crecer rápidamente en número de usuarios. Y precisamente esa es una de las bazas con las que juegan este tipo de empresas a la hora de conseguir financiación.
"Silicon Valley es inimitable e irreproducible"
Pero ¿podría haber un Silicon Valley español? “Las condiciones de partida son muy diferentes”, explica para Vozpópuli el catedrático de Organización de Empresas de la Universitat de València, Isidre March. “Silicon Valley es inimitable e irreproducible. Pero son muchos los valores y comportamientos de allí que podrían servir en España porque se da absoluta prioridad a crear algo nuevo y abrir nuevos espacios, nuevos mercados, aunque suponga tomar más riesgos”, comenta el profesor que ha publicado recientemente Elegidos o atrapados.
March ha vivido en Silicon Valley mientras colaboraba como visitante con la universidad UC Berkeley y está convencido de que en España debería analizarse qué tipo de entorno tiene. Hoy en día, el existente “no propicia la innovación y los pocos proyectos rompedores que surgen no encuentran suficiente apoyo”, apunta. Además, añade que desde allí se nos enseña “que un ecosistema emprendedor para crecer y optar a una posición de liderazgo tiene que ser muy creativo y los inversores deben asumir más riesgo en busca de avances disruptivos, aunque a veces pierdan su apuesta”. Pero si algo hemos aprendido de todos los avances tecnológicos de las últimas décadas es que el mundo está cada vez más conectado entre sí. Las oportunidades de negocio no solo están en San Francisco, pueden darse en cualquier otra parte del planeta. Por eso, “debemos ser más accesibles, no cerrar puertas y dar la oportunidad de explicar su proyecto a cualquiera”, apunta el profesor.
Una influencia global
March es muy crítico con el modelo mayoritario de emprendimiento que considera que se aplica en España. El emprendimiento es para él un “deseo firme de ofrecer soluciones a oportunidades de negocio reales por medio de una propuesta diferenciada y con componentes innovadores”. Ese patrón cree que es minoritario en España: “Nuestra tasa de creación de startups crece con rapidez, pero muy pocas poseen capacidad de desarrollar tecnología propia puntera a nivel internacional”.
“Tenemos todos los ingredientes necesarios para conseguir que haya éxitos de nuestras startups y que se conviertan en jugadores a nivel global”
Conocedores de la necesidad de proyección global, en España ya se están desarrollando varias iniciativas para impulsar a las startups que nacen aquí. La directora de Campus Madrid, Sofía Benjumea, señaló en una entrevista con Vozpópuli que existen otros ecosistemas, como el de Londres que “nos llevan diez años de ventaja, por lo menos”. Asegura que ya “tenemos todos los ingredientes necesarios para conseguir que haya éxitos de nuestras startups y que se conviertan en jugadores a nivel global”. En este sentido, desde el espacio para emprendedores de Google insisten “en la diversidad, el alcance y la profundidad” de los programas educativos que se pongan en marcha.
Otra de las iniciativas que tratan de impulsar mundialmente a nuestras startups es la de Spain Tech Center. Se trata de una propuesta del ICEX que envía a Silicon Valley a un grupo de emprendedores para que conozcan durante meses ese ecosistema, hagan contactos y consigan esa visión global. Lanzan dos convocatorias al año a las que acceden doce empresas emergentes en cada una de ellas. Gracias a la última convocatoria llegaron a San Francisco Bebee y Wide Eyes, entre otras. La primera es una red social de ámbito laboral para que los usuarios potencien su marca personal. Y la segunda ha desarrollado una inteligencia artificial que reconoce cualquier producto de moda con una fotografía para su búsqueda en internet.
"Es muy común sobrevalorar el tamaño de ese segmento o apuntar a un mercado demasiado amplio y heterogéneo desde un principio"
Estas startups son dos ejemplos de las iniciativas que existen que sí cumplen con los requisitos que señala el profesor March. Ambas poseen una intencionalidad de mejorar o cubrir una necesidad y aspiran a influir en el ámbito global. Aun así, el camino no está hecho con lograr estas claves. Hay que saber elegir bien el segmento de mercado al que se dirige la empresa y “es muy común sobrevalorar el tamaño de ese segmento o apuntar a un mercado demasiado amplio y heterogéneo desde un principio”, indica Isidre March. Para solventarlo apunta de nuevo a abrir la mentalidad y construir una red de contactos profesional, además de pedir consejo y dejarse asesorar por otros emprendedores que probablemente hayan pasado por una situación similar.