La crisis de suministros que está azotando a todo el mundo no afecta por igual en todos los sectores. Frente a empresas como las jugueteras o las automovilísticas, muy dañadas por la falta de materiales, otras como los supermercados tratan de llamar a la calma ante los mensajes sobre "desabastecimiento" y "subida de precios".
La escasez de materias primas y chips no es, sin embargo, el único problema sobre el que están alertando las empresas. A ello se suma el aumento de los fletes marítimos y el colapso registrado en la cadena logística, que afecta sobre todo a los productos que vienen de Asia.
Las tiendas de alimentación, por su parte, se sitúan al margen de la mayoría de estos problemas. No en vano, según los datos que maneja el sector, cerca del 90% de la producción que se vende en estos establecimientos es nacional, lo que limita el impacto que la crisis global está ejerciendo sobre otros sectores. Sí podría afectar a envases o envoltorios, así como a "algunas materias primas", pero las fuentes consultadas reseñan que "no es algo alarmante todavía".
Desde la patronal de los supermercados, Asedas, insisten en que comparten "la preocupación de otros sectores económicos sobre el impacto del incremento del coste de la energía, que se puede dar en consumidores y actividad". No obstante, matizan: "En el ámbito alimentario queremos trasladar la tranquilidad que la posición de la distribución y las condiciones en las que trabajamos el impacto será el mínimo posible en el consumidor", explica Ignacio García Magarzo, director general de la patronal.
Los 'súper' se afanan en no perder clientes
En un momento en el que el supermercado, tras la vuelta a la normalidad y la apertura de la hostelería, está pendiente de "no perder clientes", las fuentes consultadas recalcan en que, de haber subida de precios, "se trasladará lo menos posible o lo más tarde posible". "La competencia obliga", resumen estas fuentes, que matizan: "Los empresarios de la distribución, si ven que uno de estos costes va a impactar, buscarán la fórmula para no trasladarlo al precio final".
Frente a la subida del IPC general hasta el 4% en septiembre, empujado por el precio de la luz y la gasolina, el grupo de alimentos y bebidas no alcohólicas, por su parte, rebajó su tasa interanual una décima, hasta el 1,8%, algo que desde el Instituto Nacional de Estadística (INE) relacionan con el abaratamiento de las frutas y el hecho de que las legumbres y hortalizas subieran de precio menos que en septiembre de 2020.
Aunque el mensaje de las cadenas de supermercados está siendo que la crisis actual no está repercutiendo en los precios de los lineales, hace unos días el presidente de Aecoc, Ignacio González, recalcaba que "la inflación que está aflorando hasta ahora, estos meses viene del mismo estilo o peor". El presidente de la patronal que representa a más de 30.000 empresas del sector del gran consumo insistía: "El conjunto de la cadena de valor está haciendo un gran ejercicio de contención para no tener que verse obligado a repercutir este incremento de costes a un consumidor que atraviesa un momento difícil".