El 2019 ha sido un año negro para el sector aéreo. Por un lado, la quiebra del operador turístico más antiguo del mundo, Thomas Cook, ha puesto en peligro la conectividad aérea de España con los principales mercados turísticos -Reino Unido y Alemania- durante los últimos meses del año.
El gigante británico de la turoperación Thomas Cook puso fin a su historia el pasado 23 de septiembre tras 178 años de vida. El grupo lideraba el sector turístico en Europa junto a TUI con la venta de paquetes turísticos. Estaba presente en más de 15 países con 22.000 trabajadores, casi 600 sucursales, alrededor de 200 hoteles y un centenar de aviones propios.
Pero este gigante acumulaba una elevada deuda superior a los dos mil millones de euros (1.933 millones de libras esterlinas). La desastrosa fusión con MyTravel en 2007, con la que buscaba crear un gigante europeo para desafiar a los rivales emergentes de Internet, supuso un desembolso de más de 1.000 millones y acarreó grandes deudas que fue arrastrando y engordando a lo largo del tiempo.
Los aeropuertos de Gran Canaria y Palma figuran entre los grandes aeródromos europeos en los que más se redujo el tráfico aéreo en octubre, el primer mes completo tras la quiebra del turoperador británico Thomas Cook, según datos de Eurocontrol, el organismo europeo encargado de la seguridad aérea.
El desastre de Boeing
Además, varias aerolíneas europeas han sufrido las consecuencias de los dos accidentes mortales del avión Boeing 737 MAX en Etiopía e Indonesia. Desde entonces, los aviones similares están paralizados en tierra de forma indefinida y la producción de los pedidos evoluciona a un ritmo mucho más lento de lo esperado.
Ryanair es una de las compañías más afectadas por esta crisis. Encargó a Boeing 210 aviones 737 MAX, de los que esperaba recibir 60 en 2020 para seguir aumentando su negocio, una estimación que después de los accidentes se redujo a 20 aviones y ahora se limita a apenas 10.
Ante la falta de aviones la compañía ha revisado a la baja su previsión de tráfico de pasajeros para todo el año 2021, pasando de los 157 millones a 156 millones y el propio consejero delegado de la compañía, Michael O'Leary, ha reconocido que esto le costará al menos 100 millones de euros anuales.
En este sentido, la 'low cost' irlandesa ha anunciado que cerrará al menos cinco bases el próximo año, tres de ellas en España. Además de las últimas anunciadas, las de Nuremberg (Alemania) y Estocolmo Skavsta (Suecia), la aerolínea tiene previsto deshacerse de las de Gran Canaria, Tenerife Sur y Lanzarote.
El gigante irlandés facturó en España 1.000 millones de euros en 2018, su tercer mejor mercado después de Reino Unido e Italia, pero aun así los beneficios de la compañía han caído un 21% en el primer trimestre fiscal del año, hasta los 243 millones de euros. Entre los motivos también destaca el abaratamiento de los billetes, el encarecimiento del combustible y el aumento de los costes de plantilla.
Por su parte, Norwegian también resiste reduciendo costes a través del cierre de bases y la destrucción de empleos. La compañía aérea noruega cerrará su base en Madrid en enero de 2020, mes en el que Ryanair también echará el cierre a las tres bases en España. El cierre acarreará expedientes de regulación de empleo (ERE) en la capital, acabando con 152 empleos, según datos proporcionados por el sindicato USO.
Norwegian registró un beneficio neto de 263,7 millones de coronas noruegas (25,9 millones de euros) en los nueve primeros meses del ejercicio, cifra un 83% inferior a las ganancias de 1.557,8 millones de coronas noruegas (153,2 millones de euros) obtenidas en el mismo periodo de 2018.