A mediados del pasado mes de diciembre, el interés del bono español a diez años cotizaba en el mercado secundario en negativo (-0,001%) por primera vez en su historia. Fue una ilusión que apenas duró la jornada del 11 de diciembre. Hoy, dos meses y medio después, la principal referencia de la deuda española cotiza por encima del 0,40%. Nada que ver, eso sí, con el 7,4% del verano de 2012, cuando España tuvo pedir ayuda a la UE para salvar su sistema financiero. A finales del pasado año, ocho de las economías más fuertes de la Unión Europea tenían su bono a diez años en negativo; es decir, cobraban a quien compraba su deuda.
Hoy sólo cuatro se pueden permitir ese privilegio. Son Alemania, Holanda, Dinamarca y Suiza. El resto flirtea con el 0% durante esta última semana, pero han dejado atrás tasas de entre el -0,3% y el -0,4% de finales de año. Son Francia, Finlandia, Suecia o Austria. De momento no han saltado más alarmas en Europa, pero pueden hacerlo en cualquier momento ante el temor de un encarecimiento de la deuda, en un momento muy delicado, en el que este indicador absorbe ya el 97,3% del PIB de la Eurozona, el 117,1% en España y el 200% en Grecia. Pero es que el bono griego, después de tres rescates de su economía, se paga a solo el 1,11%, cuando en febrero de 2012 llegó a estar en el 36,52%.
¿Qué ha cambiado para que, de repente, se haya producido un giro brusco en la tendencia de un mercado que maneja a su entero antojo el Banco Central Europeo y el resto de los bancos centrales desde la crisis de la deuda soberana de 2012? Casi nada. Básicamente, la inflación. Pero ha sido suficiente. Ha bastado que el IPC del mes de enero haya elevado la tasa anual desde el -0,3% de diciembre del pasado año al +0,9% en enero para despertar las primeras sospechas de que la época del dinero gratis está más próxima a su fin y de que los créditos pueden encarecerse en la misma proporción en que los precios sigan avanzando.
En Estados Unidos, por ejemplo, la inflación está en el 1,4%, más cerca del objetivo mítico del 2% sobre el que gira la política monetaria, y el bono soberano ha subido en dos meses del 0,93% al actual 1,5%.
Subida de la inflación
Lo que los inversores están sopesando es que la inflación ha subido cuando todavía queda muchísimo dinero más por inyectar al sistema económico. En concreto, completar la cifra anunciada por Christine Lagarde al lanzar el Programa de Compras de Emergencia frente a la Pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés) dotado con 750.000 millones de euros y llevar adelante el plan de ayudas anunciado por Joe Biden por importe de 1,9 millones de dólares, cuya fecha de salida es marzo.
Joaquín Robles, analista de XTB, confirma que nada extraño, que no sea la evolución de los precios, ha cambiado en lo que va transcurrido de año. “El BCE está comprando las mismas cantidades de activos que tenía previsto, llegando en algunas casos a comprar emisiones enteras. Hay países que se están endeudando a un nivel que se han convertido en dependientes de la actuación del banco central”.
La Eurozona ha incrementado su deuda en 942.967 millones de euros entre diciembre de 2019 y septiembre del pasado año; la Unión Europea de 27 miembros, en 1,065 billones. Francia ha sido individualmente el país con mayor ascenso del endeudamiento, con 260.000 millones en sólo nueve meses.
Hoy, es el país con mayor deuda absoluta de la Unión Europea, con 2,674 billones de euros, el 116,5% de su PIB. Italia está en el 154,2% de su riqueza anual y solo Alemania entre las grandes economías del continente mantiene el tipo, a pesar de haber subido en 254.000 millones en el periodo analizado. Sus 2,345 billones de euros de deuda son el 70% del PIB. En Dinamarca no llega al 43% y en Holanda, al 55%.
Hay países que se están endeudando a un nivel que se han convertido en dependientes de la actuación del banco central"
Todos los países han conseguido en estos años de laxitud de la política económica del BCE rebajar el coste medio de su deuda a cambio de incrementar su volumen en porcentajes impensables hace una década. “El problema va a venir cuando empiecen a cambiar las condiciones crediticias. Cuando haya que ir renovando los vencimientos, los países lo van a tener que hacer a unos tipos de interés más altos, lo que acabará por subir el coste medio del endeudamiento cuando está en máximos históricos”, añade Joaquín Robles.
La deuda del conjunto de las administraciones públicas españolas cerró 2020 en 1,311 billones de euros, de los que 1,166 billones corresponden a deuda del Estado. El coste medio de la deuda fue el pasado año del 1,86% y del 0,18% el de las nuevas emisiones. Este año vencen alrededor de 150.000 millones de euros, que hay que refinanciar y que pueden verse afectados por la subida de los tipos de estas últimas semanas.
Hasta 2025, los vencimientos afectan al 46,61% de la deuda total, más de 510.000 millones de euros. Este año, el cargo de los intereses de la deuda previsto en los Presupuestos Generales del Estado ascenderá a 31.675 millones de euros. Pero con el nivel de endeudamiento que España tiene, una variación de un punto porcentual supone una sobrecoste escandaloso.
Papel del Tesoro
El problema es que no todos los vencimientos de la deuda española y del resto de países los va a soportar el BCE. Cada Tesoro tendrá que procurarse otros compradores en el futuro, en un mercado que se ha acostumbrado a correr cuantos menos riesgos mejor. El problema empezará cuando Lagarde decida no comprar deuda nueva y solo atender a los vencimientos hasta que no haya más necesidad que endurecer la política monetaria.
El mercado empieza a no entender porque se sigue manteniendo el programa de compras hasta 2022, como ha anunciado el BCE, y no se permite que la economía vaya respirando sin tantas ayudas. El principal temor es el tamaño que para los bancos centrales han supuesto las inyecciones de dinero que ahora tienen que gastar familias y empresas y que pueden terminar por sobrecalentar la economía. Adelgazar el balance de los bancos centrales y desprenderse de la deuda comprada en estos años será el siguiente reto.