Transporte

El fin del monopolio de Renfe en la alta velocidad hunde los billetes: Madrid-Barcelona cae un 65% desde 2019

La liberalización del sector, impulsada por la guerra de precios entre Ouigo, Iryo y Avlo, la marca barata de Renfe, ha logrado bajar hasta mínimos históricos varias de las rutas más importantes de alta velocidad en España, sobreponiéndose incluso a la inflación existente

  • Tren de Ouigo. -

España tiene en el tren uno de los medios de transporte más eficaces, poco contaminantes, rápidos y seguros del mundo. Renfe, por otro lado, hacía de la alta velocidad española, una de las mejores del mundo, su mina de oro particular. El monopolio de la compañía estatal había convertido el AVE en una opción prohibitiva para la gran mayoría de españoles, cuyo poder adquisitivo no les permitía desembolsar los elevados precios de los billetes.

Contamos en Vozpópuli hace unas semanas que en nuestro país vivimos una realidad paralela muy preocupante. Mientas tenemos la red de alta velocidad ferroviaria (AVE) más extensa de toda la UE, con 3.996 kilómetros, distribuidos en 3.027 km de alta velocidad de ancho estándar, 675 de red convencional de ancho ibérico puro y 127 km de red mixta (combinación de las dos anteriores), la mitad del país está en el siglo XX.

En la actualidad, solo hay 26 provincias en España que tengan línea de alta velocidad. De las 50 que componen la nación, hay ciudades clave como Bilbao, A Coruña, Santander, Pamplona, Cádiz, Teruel, Jaén, Soria, Oviedo o Badajoz, entre muchas más, que carecen de este servicio. Un retrato de la desigualdad que genera la apuesta casi en exclusiva por el AVE.

El monopolio de Renfe con la alta velocidad

Podría parecer que en la balanza, pese a dejar a tanta gente mal comunicada, los principales corredores ferroviarios iban a ser la solución a la logística nacional, pero nada más lejos de la verdad. Hasta noviembre de 2019, Renfe ejercía el monopolio más absoluto en la alta velocidad española, lo que suponía que los consumidores no tuviesen alternativa alguna a la fijación de sus precios. Era sí o sí viajar con Renfe.

Todo esto cambió hace cuatro años, cuando el gestor de infraestructuras ferroviarias (Adif) dio luz verde a Ouigo, filial de la empresa estatal francesa SNCF, para que compitiera con Renfe, provocando el inicio de una liberalización del sector que parece haber alcanzado su cima a finales de este 2023.

En noviembre de 2022, entró en liza Iryo, marca comercial de la española Ilsa, el cual comenzó circulando en los corredores del noreste, principalmente en el de Madrid-Barcelona. Con este tridente operativo, España se convirtió en el primer país del planeta con tres competidores ofreciendo servicios en alta velocidad.

Pese a la inflación tan galopante que sufre la nación, la liberalización de rutas ferroviarias ha abaratado el coste de los billetes hasta mínimos históricos. En 2023, las tarifas para Madrid-Alicante han caído un 47%, rozando los 29 euros; Madrid-Valencia, un 44%; Madrid-Sevilla y Madrid-Córdoba, un 35%. Sin embargo, las cifras que más llaman la atención son las de la ruta Madrid-Barcelona.

Este fue el primer corredor que tuvo la suerte de ser liberalizado. En 2023, la media de lo que han pagado los usuarios por viajar entre ambas ciudades se ha situado en 35 euros, lo que supone una vertiginosa caída del 65% desde el 2019, fecha anterior a la pandemia y a la entrada de competencia en la alta velocidad. Los datos los ha compartido Trainline, web de venta de billetes, en un estudio de tarifas. Esto, a modo de efecto dominó, ha supuesto el progresivo dominio del tren sobre el avión en estas rutas.

Para el futuro más cercano, Adif prepara una nueva ola de liberaciones en corredores por toda España, lo que permitirá la entrada de competencia en trayectos a Galicia, la región de Murcia y el resto del Mediterráneo. La única pega a esta ola de abaratamiento en los billetes es saber hasta cuándo durará la batalla por captar clientes.

Desde las propias compañías apuntan que estas bajadas tan pronunciadas de precios son insostenibles a largo plazo, pues si la demanda no crece, los costes acabarán por provocar pérdidas gigantescas a estas empresas ferroviarias. Pero eso es hacer economía ficción, al menos de momento.

Lo ideal, puestos a pedir, sería que esta acertada liberalización del sector viniese acompañado, paulatinamente, de una apuesta clara por la alta velocidad en el resto de ciudades y comunidades anteriormente mencionadas que carecen de ella. Una España al completo en el siglo XXI es el mejor signo de crecimiento que un país puede tener, especialmente si ya se cuenta con infraestructuras tan potentes.

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