Las vacaciones ya quedan lejos, pero probablemente los bolsillos de todos los españoles sigan recuperándose del gasto extra que suponen los meses de verano. Ejemplo de ello es el encarecimiento de los hoteles, que en agosto alcanzaron un precio medio por habitación de 147 euros, con un incremento del 34,4% en el conjunto de España desde 2019.
En este contexto, las familias tienen que buscar alternativas para poder disfrutar de unos días de vacaciones. Entre ellos, irse a destinos que, aunque siempre bellos, no son tradicionalmente vacacionales.
La diferencia de los precios hoteleros entre distintas comunidades es cada vez mayor. De hecho, este mes de agosto, entre la provincia con los hoteles más caros y los más baratos ya había una separación de más de 130 euros, según los últimos datos publicados sobre las tarifas medias diarias (ADR) por comunidades autónomas y provincias del Instituto Nacional de Estadística. En Baleares, la más cara, el precio medio por habitación fue de 193,77 euros por noche, mientras que en Ciudad Real, la provincia más barata, o Cuenca la media se encontró en 58,88 euros y 71,6 respectivamente.
Sin embargo, estos datos están muy condicionados por la estacionalidad, ya que en verano se disparan los precios en las Islas Baleares, por lo que la diferencia no representa del todo la realidad. Para ello, es mejor utilizar como referencia las Comunidades Autónomas (y no las Provincias), y dejar fuera de la ecuación a las Baleares, ya que resultan poco representativas a nivel general. De esta manera, se desgrana que veranear en algunas comunidades ya es algo imposible para muchos bolsillos.
Andalucía y Cataluña, con precios disparados
Las dos más imposibles de pagar en los meses de verano, más allá de Baleares (194 euros de media por habitación en pleno mes de agosto), que juega en otra liga, son Andalucía y Cataluña. Con unas tarifas medias diarias de 157,3 y 144,90, respectivamente. El caso de la primera es más particular, pues las tarifas resultan muy desiguales según las provincias. Huelva, Almería, Cádiz y sobre todo Málaga disparan la media, mientras que Córdoba, Granada, Jaén y Sevilla la tiran mucho para abajo precisamente por lo contrario.
Es por ello que el caso más significativo es Cataluña, pues se mantiene un precio parejo en casi todas las provincias. De media, veranear en Cataluña cuesta 144,90 por habitación y por noche, siempre según el INE; casi 80 euros que hacerlo en Castilla-La Mancha, por ejemplo. En este contexto, cada vez se oirá menos: "En agosto me voy a Málaga" y pasaremos a escuchar cada vez más: "De vacaciones, a Cuenca", mientras esos destinos tradicionalmente más vacacionales se llenan cada vez más de turistas. En esta comunidad, la más cara es Barcelona, con una tarifa media de 150,14 euros, seguidos de Tarragona, con 144,93; Girona (193); y por últimos Lérida (85,15).
En el extremo contrario, nos encontramos con comunidades donde irse de vacaciones resulta mucho más barato y con una diferencia cada vez mayor, por la inflación y la turistificación. Castilla-La Mancha se corona como la comunidad más barata para irse de vacaciones, con un precio medio de 68,20€. También resultan atractivas comunidades como Extremadura (71,60€) y Castilla y León (73,00€). Por menos de 100€ la habitación por noche también podríamos viajar a La Rioja (80€), a Aragón (81,30€), a Navarra (95,1€), a Murcia (94,2€) y a Galicia, que consigue mantenerse en 91,30€ la noche, pese a que también es un sitio habitual para veranear.
En cualquier otro parte de España, una estancia en un hotel en pleno agosto ya supera los 100 la noche. Después de Baleares, Andalucía y Cataluña, el orden sería País Vasco (144,50€) Comunidad Valenciana (141,20€), Canarias (139,30€), Cantabria (129,20€), Asturias (113,80€) y Madrid, que pese a ser uno de los destinos más visitados a lo largo del año, en verano 'capea' los elevados precios por la disminución de demanda, con precios medios de 108,1€.
Estos datos son un reflejo más de cómo la inflación y la llegada masiva de turistas cada vez afecta más directamente a los ciudadanos, que ven año tras año cómo se complica irse a veranear, con diferencias cada vez mayores entre unos destinos y otros.