Arabia Saudí ha convertido el estreno en el mercado bursátil de Aramco, su petrolera pública, en un instrumento de propaganda de un modelo energético, el basado en los combustibles fósiles, que en estos momentos se encuentra en crisis debido a la pujanza de los movimientos que apuestan por su progresivo fin en favor de la energía verde. Mientras una buena parte del mundo asiste con expectación a la Cumbre del Clima de Madrid, donde se debate la manera de implantar el modelo energético descarbonizado, en otra parte del planeta al que se pretende salvar tenía lugar la mayor salida a Bolsa de la historia. Y su protagonista fue una petrolera.
Una más que aparente contradicción pero alejada por completo de la casualidad. La batalla por la supremacía de los modelos comenzó hace tiempo pero se está aproximando a su momento crucial, aquel que va a definir cuál de los dos acaba por imponerse. Y Arabia Saudí, uno de los máximos adalides de los combustibles fósiles (a la sazón, primer productor mundial de crudo), también está dispuesto a liderar la guerra desde las trincheras de la propaganda. Para este fin, el debut bursátil de Aramco, acaecido este miércoles, se perfila como un instrumento ideal.
El régimen saudí pretende acabar con todas las dudas surgidas a lo largo del proceso de salida a Bolsa, que provocó el recelo de no pocos inversores internacionales, hasta el punto de que la compañía suspendió el road-show que tenía previsto por las principales plazas mundiales para presentarse en sociedad. Para ello, nada mejor que un estreno explosivo, con subidas del 10% (el máximo permitido por el mercado local, donde cotiza), el primer día y más avances en la sesión posterior.
De este modo, Aramco pretende restar toda la sensación negativa que provocó la publicación de la horquilla de precios de la OPV, que situaba la valoración máxima de la empresa que atesora las mastodónticas reservas de crudo saudí en 1,7 billones de dólares, sensiblemente por debajo de la cifra de 2 billones que había estimado el príncipe heredero, Mohammed bin Salman.
Las dudas de los analistas
Apenas dos días de cotización han servido para que el mercado termine por "dar la razón" al mandatario: tras los avances de estos primeros días, la capitalización bursátil de Aramco se ha situado al borde de esa cifra redondeada que, sin duda, dejará satisfecho al príncipe pero que no es suficiente para convencer a los analistas, que ven en Aramco un valor excesivamente cuidado por la pléyade de entidades financieras que han asesorado al Gobierno local en el proceso de salida a Bolsa.
El mensaje que el régimen saudí pretendía lanzar al exterior es ya un hecho. En plena era de la transición energética, en pleno auge de la energía verde, con el sector financiero internacional volcado con las llamadas inversiones sostenibles y con cada vez más entidades anunciando estrategias de no invertir en nada que tenga que ver con combustibles fósiles, la mayor petrolera del mundo no sólo es capaz de salir al mercado sino que, además, lo hace con una aceptación aparentemente inmejorable.
Tras esa imagen exportada por el régimen saudí aparece un proceso marcado por numerosas incertidumbres, retrasos y restricciones a la hora de acceder al capital de la compañía. El Gobierno saudí decidió finalmente iniciar la histórica privatización de su gigante petrolero en casa, en un mercado completamente alejado del entorno de las grandes plazas mundiales como Londres y Nueva York que, teóricamente, se rifaban el debut bursátil de Aramco.
El G-20 en el horizonte
También ha sido una OPV peculiar por el hecho de que tan sólo se ha vendido el 1,5% del capital y una tercera parte de este paquete se ha distribuido entre inversores minoristas con notables restricciones para acceder a la operación. Entre los institucionales, el éxito de la colocación estaba prácticamente asegurado gracias al apoyo de entidades del vecino Emiratos Árabes Unidos (socio de los saudíes en la Alianza del Golfo) y de China, entre otros. Una circunstancia que también proporciona estabilidad al valor.
Los analistas coinciden en señalar que aún es pronto para valorar el proceso de salida a Bolsa de Aramco. Sin embargo, el régimen saudí sí ha logrado apuntarse un tanto que, además, cobra un valor extra teniendo en cuenta la proximidad de la reunión del G-20 en la que actuará como anfitrión. Será una carta de presentación más que apreciable frente a los países que apoyan el modelo alternativo, que prosigue buscando tanto apoyos como reglas del juego firmes.