La inflación ha iniciado en los últimos meses un descenso progresivo en ambos lados del Atlántico. Ante esta desaceleración de los precios, hay una pregunta que surge de manera casi automática: ¿cuándo dejarán los bancos centrales de subir los tipos de interés? No está claro, pero sí podemos dar las claves para interpretar por qué es así.
Los objetivos de los bancos centrales
La acción de los bancos centrales sólo puede juzgarse, entenderse y anticiparse a la luz de los objetivos que se les han asignado. Tanto la Reserva Federal de Estados Unidos como el Banco Central Europeo (BCE) tienen la misión prioritaria de asegurar la estabilidad de precios. El resto de bancos centrales comparte la misma meta.
En términos operativos, esta misión se concreta en mantener la tasa de inflación en un valor bajo y estable, que normalmente se cifra en torno al 2%. Es decir, una tasa con la que todos los agentes económicos pueden convivir sin tener que preocuparse de prestarle atención.
Aunque las tasas de inflación hayan caído recientemente, lo cierto es que siguen estando lejos del objetivo marcado. Según la agencia estadística europea Eurostat, la tasa de inflación en la zona euro se habría situado en el 5,5% en junio.
Por su parte, en Estados Unidos el ritmo de crecimiento de los precios se situaba en mayo de 2023 en el 4%. Además, la inflación subyacente, que no incluye los precios de los alimentos no elaborados y la energía por su alta variabilidad, se mantiene en ambos casos en el entorno del 5,5%. Las señales muestran, por tanto, que la inflación está siendo difícil de doblegar.
La señal llega con retardo
Esta resistencia de la inflación apunta a que los tipos de interés tendrán que seguir subiendo. El argumento es sencillo. Si vemos que los precios siguen aumentando a un ritmo excesivo, habrá que pisar el freno más a fondo. Es decir, hay que subir más los tipos de interés para desanimar la demanda de crédito y así reducir el consumo de los hogares y la inversión de las empresas. Hay que enfriar el gasto y la economía. Esta sería la política monetaria adecuada.
Parece fácil, ¿verdad? Pero no lo es, porque la economía no se maneja como un coche. La dificultad radica en los retardos con que funciona la política monetaria. Un símil más acertado que el de la conducción de un coche sería el del manejo de un rover marciano desde la Tierra.
La señal que informa de lo que está ocurriendo en Marte llega a la Tierra con varios minutos de retraso. Lo mismo ocurre con la señal que se emite desde aquí para guiar el vehículo. Si tratásemos de controlar el rover como si fuera un coche, provocaríamos un desastre. Pulsaríamos los controles una y otra vez esperando ver de inmediato una reacción del vehículo. Pero esta no se produciría e insistiríamos con los mandos. Transcurridos unos minutos, seríamos conscientes de que nuestra actividad frenética habría llevado al rover muy lejos de donde queríamos.
Decisión y prudencia para ganar confianza y credibilidad
Algo semejante ocurre con la política monetaria. Esta política se transmite a la economía a través de canales largos, complejos y sometidos a cambios difíciles de anticipar. Por esta razón, los bancos centrales deben actuar con decisión, pero con prudencia. Están obligados a interpretar continuamente lo que sucede, para tratar de distinguir los efectos de sus políticas en medio de un entorno cambiante.
Ante este desafío, han de generar, además, confianza, y ganar credibilidad. De otra forma pueden provocar reacciones en los mercados que pondrían en peligro sus objetivos.
En el actual escenario de inflación eso no es tarea sencilla: los costes de las subidas de tipos se sienten rápidamente, por ejemplo en las hipotecas, mientras que los beneficios en forma de contención de los precios tardan más en manifestarse. Es un caldo de cultivo para el descontento social.
Por si estas dificultades fueran pocas, en cada banco central conviven dos sensibilidades distintas. Por un lado, están los halcones, que participan en la toma de decisiones mostrándose intransigentes con la inflación. De otra parte tenemos a las palomas, que muestran algo más de tolerancia hacia la inflación en aras de preservar el crecimiento.
La dureza de este episodio inflacionista ha hecho que, lógicamente, se impongan los puntos de vista de los halcones. Sin embargo, conforme van acumulándose los costes de la subida de tipos, comienzan a escucharse las voces de las palomas.
Qué señales emite actualmente la economía
Las señales que nos llegan desde la economía tampoco aclaran demasiado el panorama. Vemos que el crecimiento ha ido ralentizándose en Europa. Un país con tanto peso como Alemania ha entrado en recesión técnica, incluso arrastrando consigo a la eurozona.
Estados Unidos también vive esa caída del crecimiento, aunque en el primer trimestre de 2023 ha crecido más de lo que se había estimado. A la vez, los mercados laborales de Estados Unidos y la zona euro parecen tensionados. Presentan tasas de paro en niveles realmente bajos y muchas empresas tienen problemas para encontrar el personal que buscan.
Las tensiones del mercado laboral preocupan especialmente a la Reserva Federal y al Banco Central Europeo. Mayores costes salariales pueden alimentar nuevas subidas de precios por parte de las empresas, en un intento de hacer frente a los mayores costes y preservar sus márgenes. Es la temida espiral inflacionista.
Qué cabe esperar (a corto plazo)
Con este panorama, las últimas declaraciones de los máximos responsables de la Reserva Federal y el BCE auguran nuevas subidas de tipos en los próximos meses.
Tanto Powell como Lagarde han insistido en que reducir la inflación es una tarea ardua que requiere de firmeza. Pero los bancos centrales también empiezan a sugerir que el techo de los tipos podría estar cerca, a finales de 2023 o comienzos de 2024.
Esta situación recuerda a la de un gran buque que se aproxima a puerto. Debe ir reduciendo su velocidad desde una distancia notable. De no hacerlo correctamente, por su inercia podría terminar provocando un caos en el puerto. O podría quedarse parado antes de llegar, obligando a una maniobra más complicada.
El problema para los bancos centrales es que saben a qué puerto quieren llegar (una tasa de inflación baja y estable). Pero no saben exactamente dónde está. Además, lo confuso de las señales que emite la economía hace difícil establecer con precisión la velocidad a la que navegar.
Los próximos meses serán decisivos para despejar esas incógnitas. Mientras tanto, conviene que los pasos que den los bancos centrales sigan siendo prudentes, con subidas pequeñas de los tipos como las que han venido aplicado más recientemente.
José Luis Álvarez, Vicedecano de estudiantes, Facultad de Económicas, Universidad de Navarra.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
Karl
Un Banco Central es una de las instituciones más mortíferas que existen contra los principios y la forma de nuestra Constitución. Una institución como ésta, infiltrada en todos los rincones de la Nación, dirigida como una falange, puede, en un momento crítico, derribar al gobierno. No considero seguro a ningún gobierno que esté bajo el vasallaje de cualquier autoridad autoconstituida, o cualquier otra autoridad que no sea la de la Nación o sus funcionarios regulares. ¡Qué obstrucción no podría ser este banco para la Nación en tiempo de guerra [o pandemia]! Podría dictarnos la paz que deberíamos aceptar o retirar sus ayudas. ¿Deberíamos entonces dar más poder a una institución ya tan poderosa, tan hostil? ____ “The Bank of the United States is one of the most deadly hostilities existing, against the principles and form of our Constitution. An institution like this, penetrating by its branches every part of the Union, acting by command and in phalanx, may, in a critical moment, upset the government. I deem no government safe which is under the vassalage of any self-constituted authorities, or any other authority than that of the nation, or its regular functionaries. What an obstruction could not this bank of the United States, with all its branch banks, be in time of war! It might dictate to us the peace we should accept, or withdraw its aids. Ought we then to give further growth to an institution so powerful, so hostile?” ~Thomas Jefferson, redactor y cofirmante de la Declaración de Independencia de EEUU, †1826
Karl
Creo que los bancos son más peligrosos para nuestras libertades que los ejércitos permanentes. Si el pueblo estadounidense alguna vez permite que los bancos privados controlen la emisión de su moneda, primero mediante la inflación y luego mediante la deflación, los bancos privarán a la gente de toda propiedad. __ "I believe that banking institutions are more dangerous to our liberties than standing armies. If the American people ever allow private banks to control the issue of their currency, first by inflation, then by deflation, the banks and corporations that will grow up around the banks will deprive the people of all property until their children wake-up homeless on the continent their fathers conquered." ~Thomas Jefferson
Termopidas
No sirve con que se pudiera abstenerse el PNV..que lo dudo..Es Junts quien tiene la llave con la abstención...El 17 de agosto...Junts puede humillar, al que está de vacaciones promoviendo el turismo de Marruecos..
Termopidas
El PP debe favorecer que Junts tenga grupo parlamentario...Los Vox,no tienen visión política...son brutos y los votantes huyen...
neike2121
Si, Junts o el PNV van a abstenerse para que el PP controle el Congreso y "hagan un infierno" a la legislatura en la ellos serían socios del gobierno. Todo muy coherente.
Karl
Hay que liberar el medio de pago del dominio político y devolverlo al libre mercado. __ "Bank-paper must be suppressed, and the circulating medium must be restored to the nation to whom it belongs." ~Thomas Jefferson, redactor y cofirmante de la Declaración de Independencia de EEUU, †1826 https://mises.org/wire/everything-you-wanted-know-about-money-were-afraid-ask