Un aerogenerador era la mejor forma de ilustrar una noticia que hablaba de transición energética. Después, ganó más adeptos la opción de apostar por una planta de paneles solares. En diciembre de 2020, parece que es el momento de empezar a elegir centros de producción de "hidrógeno verde". Porque es, sin duda, el concepto energético de moda.
Y es una moda que ha llegado para quedarse. Sólo en esta última semana se ha anunciado que "Iberdrola suministrará hidrógeno verde a los autobuses de Barcelona", "Naturgy estudiará proyectos de hidrógeno renovable en estaciones de servicio" o "Enel y Eni colaboran para desarrollar proyectos de hidrógeno verde". Varios ejemplos del centenar de proyectos que se han presentado en los últimos meses. Pero, ¿qué es el 'hidrógeno verde' y por qué se ha disparado esta fiebre entre los gigantes de la energía?
El primer paso es saber que el hidrógeno es el elemento químico más abundante de la naturaleza, el 'socio' que aporta dos átomos al oxígeno para crear el agua (H2O). Un elemento que por sí solo arde, desprende energía y se puede convertir en un combustible capaz de mover coches, calentar casas o activar fábricas. Es el sustituto perfecto de los derivados del petróleo o del gas natural, ya que puede ocupar su lugar sin contaminar el planeta.
El problema es que, pese a ser el elemento más abundante de la Tierra, el hidrógeno no es fácil de obtener. Porque para ser combustible necesita estar sólo y en la naturaleza se localiza siempre acompañado como en el caso del carbón, el gas natural o el propio agua. Es decir, para conseguir hidrógeno se necesita extraerlo de estos recursos naturales. Y en su extracción es donde se produce la diferencia entre el hidrógeno convencional y este deseado 'hidrógeno verde'.
"El 95% de la actual producción de hidrógeno llega a través de la técnica del 'reformado'", explica Javier Brey, presidente de la Asociación Española del Hidrógeno (AeH2). "Un método que consiste en separar el hidrógeno de la molécula de agua mediante el uso de gas natural, aunque genera materiales contaminantes durante el proceso", señala. "El 5% restante llega del proceso de electrolisis. Una técnica que, básicamente, consiste en cambiar el gas natural del reformado por corriente eléctrica que, en el caso de provenir de una fuente renovable, se considera que ese hidrógeno es renovable o 'verde'", añade.
Un ingrediente más barato
Durante los 80 años en los que se lleva desarrollando la industria del hidrógeno, el reformado ha ganado por goleada a la electrolisis por una simple cuestión de rentabilidad. Las energías renovables han tenido unos costes de producción prohibitivos para integrarse dentro de esta industria. Pero esta dificultad se está acabando en 2020.
"Ahora es posible producir el hidrógeno sin emitir CO2 de una manera rentable, con una tecnología más eficiente y con el impulso de unos gobiernos que se han comprometido a hacer todo lo que esté en su mano para descarbonizar toda su sociedad en 2050", enumera Javier Brey. Tres ingredientes que han acelerado la carrera para posicionarse en el hidrógeno verde.
Es posible producir el hidrógeno sin emitir CO2 de una manera rentable, con una tecnología más eficiente y con el impulso de unos gobiernos comprometidos"
Otro factor que impulsa la industria es su solución a los problemas de almacenamiento que tienen los proyectos renovables. Actualmente, los excedentes generados por la energía del sol, el agua o el viento se está almacenando en baterías, que no están pensadas para el largo plazo. "A algunas horas del día habrá un exceso de producción de electricidad, que se podría aprovechar para producir hidrógeno en lugar de perderse o venderse a precios de derribo", sugiere Alberto Martín, socio responsable de Energía y Recursos Naturales de KPMG en España.
Energía 'made in Spain'
Si es un remedio los retos de las renovables y un sustituto del petróleo, España tiene una oportunidad de convertirse en un referente del hidrógeno renovable. El sol y el viento con el que cuenta el territorio le abre la puerta para dejar de ser un dependiente energético, como sucede con las energías fósiles.
"Se ha hecho evidente que ese objetivo sólo se puede alcanzar con una combinación de electrificación y despliegue del hidrógeno en la economía", asegura el socio de KPMG. "Ninguna de las grandes energéticas quiere quedarse fuera de esta forma de energía que puede ser clave en las próximas décadas", puntualiza.
Pero no es sólo un tema de las grandes energéticas. Navantia ya prepara barcos de hidrógeno, Airbus prueba sus aviones propulsados por hidrógeno, al igual que Talgo con trenes y DAF ya tiene en mercado camiones que se mueven con este elemento. "En el hogar es cuestión de tiempo que sustituya al gas natural, como sucedió con el relevo del gas ciudad", puntualiza el presidente de la Asociación Española del Hidrógeno.
El Gobierno de España ya ha hecho su apuesta con 1.500 millones de euros de los fondos europeos de recuperación para el desarrollo hasta 2023 del hidrógeno verde, las empresas también y ahora es el turno del ciudadano. Las dudas que se pueden manejar ahora es su coste, el mayor gasto energético en su producción y la seguridad de un material muy inflamable. Unos puntos débiles que parecen cuestión de tiempo porque nadie discute que el hidrógeno 'verde' ha llegado para quedarse.