La inflación media alcanzará el 9,8% si la subida de los salarios se descontrola y se producen efectos de segunda vuelta importantes, advierte el Banco de España (BdE) en sus previsiones macroeconómicas. Hay que remontarse hasta 1984 para encontrar una tasa superior, cuando la variación media del Índice de Precios de Consumo (IPC) se situó en el 11,3%, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
El escenario central presentado por el Banco de España contempla una inflación media del 7,5% para este año, frente al 3,8% previsto en diciembre. "La inflación se revisa muy al alza en 2022 pero seguimos manteniendo una previsión de que se podría moderar gradualmente a lo largo de los próximos meses, a partir de julio, llevándonos a tasas del 2% en 2023 y 2024", explicó este martes el director general de Economía y Estadística, Ángel Gavilán.
Sin embargo, el organismo lleva semanas advirtiendo de la importancia de que trabajadores y empresas alcancen un pacto de rentas que evite estos temidos efectos de segunda vuelta sobre precios y salarios. Si no fuera así, el BdE calcula que la inflación media crecería en 2,3 puntos porcentuales respecto al escenario base. Es decir, que ascendería hasta el 9,8%. En 2023, la inflación prevista aumentaría en 0,7 puntos, del 2% al 2,7%; y en 2024, 0,2 puntos, del 1,6% al 1,8%.
El año pasado, cuando los precios energéticos empezaron a inflar el índice a partir de verano, se cerró con una variación media del 3,1%, retrocediendo a niveles de 2011. Pero las elevadas tasas del primer semestre de este año y el contagio a prácticamente la totalidad de los precios de la cesta de la compra elevarán esa media. En el mes de marzo, la variación anual de la inflación alcanzó, precisamente, el 9,8%, rozando el doble dígito. Unas tasas elevadas en torno al 10% que el Banco de España espera que se mantengan hasta verano.
Los salarios sólo subieron un 2,3% hasta febrero
Para el Banco de España, "el riesgo más significativo en un horizonte temporal amplio es el asociado a los denominados efectos de segunda vuelta que pudieran dar lugar a espirales inflacionistas entre precios y salarios. De momento, con datos hasta febrero, los convenios colectivos han mostrado un repunte moderado del incremento salarial pactado para 2022, hasta el 2,3%, frente al 1,5% pactado para 2021.
No obstante, las estadísticas del Ministerio de Trabajo reflejan que a cierre de febrero, menos de la mitad de las empresas tenía vigente o activo su convenio. Es decir, que cerca de medio millón de empresas todavía tienen que renovar sus convenios colectivos en los próximos meses con la inflación disparada. Como es habitual, la mayoría de las compañías actualizarán a lo largo de estos meses los acuerdos colectivos de trabajo, pero la pérdida de poder adquisitivo de los empleados con la subida generalizada de precios amenaza con complicar las negociaciones.
Además, Gavilán destacó la preocupación del Banco de España por el hecho de que cerca de la mitad de los trabajadores que han firmado sus convenios para 2023 vincularán sus salarios al IPC a través de cláusulas de garantía. Este mecanismo permite a los trabajadores revisar al alza las tablas salariales cuando la inflación supere al IPC previsto o al incremento acordado por convenio; aunque existe una amplia amalgama de tipos de cláusulas y particularidades según el caso.
En su escenario base, el Banco de España prevé que el repunte inflacionista tenga una traslación limitada a los salarios
"El supuesto de traslación limitada del repunte inflacionista a los crecimientos salariales se sustenta en tres argumentos: las expectativas de crecimiento de los precios en el medio plazo se mantienen en alrededor del 2%, el carácter plurianual de la negociación colectiva (de modo que, en una primera aproximación, la evolución de la inflación en un año en concreto tiene la capacidad de influir sobre los incrementos salariales de solamente en torno a un tercio de los convenios), y la reducida prevalencia de las cláusulas de salvaguarda", señala el BdE en su informe.
No obstante, el peso de estas últimas está aumentando recientemente, lo que, junto con la posibilidad de que, en un contexto de tasas de inflación elevadas, las demandas salariales incorporen expectativas de mayor inflación, subraya el riesgo de aparición de los fenómenos de realimentación entre precios y salarios conocidos como efectos de segunda vuelta. "La prolongación del episodio inflacionista también aumenta la probabilidad de que las empresas trasladen los costes de los consumos intermedios a los precios finales en mayor medida de lo observado hasta ahora", advierte.
Menos crecimiento del PIB y más gasto en pensiones
Esto también afectaría al crecimiento de la economía española, que reduciría en 0,4 puntos porcentuales la previsión para este año. El Banco de España ya ha revisado a la baja el repunte del PIB estimado hasta el 4,5% en 2022, pero de producirse estos "importantes" efectos de segunda vuelta, el crecimiento sería aún menor, del 4,1%. En 2023, el crecimiento estimado se reduciría al 2,3% (en el escenario central, se espera un avance del 2,9%) y, en 2024, a apenas el 2% (frente al 2,5% estimado ahora).
El Banco de España ha recordado que España todavía está 3,8 puntos porcentuales por debajo de los niveles precovid, mientras el área del euro ya se ha recuperado. Con los crecimientos planteados, la actividad no se recuperará hasta el tercer trimestre de 2023, algo que inevitablemente tendrá implicaciones para los hogares y las empresas.
Además, el impacto negativo acumulado que los efectos de segunda vuelta tendrían sobre el empleo, en diferencias respecto a las proyecciones actuales, podría ser de aproximadamente 1,2 puntos porcentuales entre 2022 y 2024. Finalmente, otro de los efectos adversos de la inflación se encontraría en el déficit, pues elevaría en gran medida el gasto público en pensiones por la revalorización de éstas en base al IPC real del año anterior.
El Banco de España calcula que cada punto adicional de inflación supone un gasto extra de 1.800 millones. Esto implicaría que con una inflación del 7,5%, como se contempla en el escenario base, el gasto se incrementaría en 13.500 millones en 2023. Sin embargo, si la media del año ascendiese al 9,8% por los efectos de segunda vuelta, la cifra se dispararía en 17.600 millones.