En los cinco primeros meses del año, en España se han firmado 6,17 millones de contratos, según los últimos datos publicados por el Ministerio de Trabajo e Economía Social. Son 1,63 millones menos que en el mismo periodo del año anterior, lo que supone un descenso del 20,93%. La reforma laboral que entró en vigor en el primer trimestre del pasado año ha modificado sustancialmente las modalidades de contratación y de ahí que se produzcan variaciones porcentuales muy notorias siempre sujetas a cualquier tipo de interpretación.
El Gobierno saca pecho de los datos de paro, contrataciones, número de ocupados y de afiliados a la Seguridad Social, pero hay algunos detalles que ensombrecen la marcha de nuestro mercado laboral a pesar de sus singularidades y estar sometido a la estacionalidad de una economía muy dependiente del sector turístico y más aún del sector servicios, las dos terceras partes del Producto Interior Bruto a precios de mercado.
Con los datos del acumulado de los cinco primeros meses del año queda meridianamente claro que la contratación está muy polarizada: a se contrata a un trabajador de forma indefinida o se le ofrece un contrato cuya vinculación con la empresa no pasa de una semana. A los números me remito: el 45,26% de los contratos suscritos entre enero y mayo son indefinidos, pero cerca de un 24%, el segundo porcentaje en importancia, no duran más allá de siete días.
El nuevo contrato “estrella” del mercado laboral español tiene una duración máxima de siete días. Según los datos recogidos del Ministerio de Trabajo, 1,25 millones de contratos firmado en el periodo enero-mayo de este año tenían una duración máxima de siete días. Para entender el verdadero alcance de esta cifra basta decir que casi uno de cada cuatro contratos firmados en los cinco primeros meses de este año se hizo por una vinculación laboral máxima de una semana. Si se incluyen los contratos fijos discontinuos, la proporción se reduce algo: a uno de cada cinco.
Entre enero y mayo se han firmado más contratos de una semana de duración que fijos discontinuos. Los fijos discontinuos son una modalidad de vinculación laboral que se firma con carácter indefinido, ero que cuando la actividad de la empresa se detiene (por ejemplo por motivos de estacionalidad del negocio) el contrato se suspende y no se paga retribución.
De acuerdo con los datos del Ministerio de Trabajo, en los cinco primeros meses del año se suscribieron alrededor de 900.000 contratos fijos discontinuos, por 1,25 millones de contratos de una semana. Los contratos indefinidos fueron la primera opción desde que se aprobó la reforma laboral que entró en vigor en la primavera de 2022, con la que desapareció el contrato por obra y servicio.
El contrato más usado
A medida que ha ido avanzando el año, el contrato de una semana se ha hecho con la preferencia de los empleadores. Si en enero copaban el 21,88% de todos los acuerdos firmados sin tener en cuenta a los fijos discontinuos, en marzo el porcentaje subió hasta el 22,74% y en mayo, hasta el 26,82%. Según las estadística de Trabajo, en mayo se firmaron 315.952 contratos de una semana de un total de 1,18 millones. Han sido casi 100.000 contratos más que los suscritos en enero.
A la hora de la firma de este tipo de contratos no hay distinciones apreciables entre los hombres y las mujeres, como puede suceder en algunos otros datos del mercado laboral. El 52,3% de los contratos de una semana fueron firmados por hombres y el 47,7% restante, por mujeres. Casi las dos terceras partes de los contratos rubricados en mayo pasado con una semana de duración eran con jornada completa y 109.327, el 34,61% restante, con jornada parcial.
De acuerdo con la clasificación de los contratos por su duración, tras la opción de una semana, el segundo más firmado fue el de entre uno y tres meses, con el 10% del total sin incluir a los fijos discontinuos, por delante del contrato de entre quince días y un mes. El mercado laboral español no encuentra nunca el término medio.