El debate sobre la necesidad de reformar las pensiones ha cogido más fuerza que nunca. La presión que han ejercido los jubilados en las calles ha reactivado el Pacto de Toledo, que llevaba meses trabajando, pero sin lograr grandes avances en la materia. Esta semana, retomó la controvertida discusión sobre la revalorización de las pensiones, el punto sobre el que algunos partidos, como el PSOE, quieren hacer pivotar la próxima reforma.
Lo cierto es que hoy todos los partidos, salvo el PP, coinciden en la necesidad de asegurar el poder adquisitivo de los pensionistas. No todos quieren volver al IPC, pero sí mejorar el índice de revalorización que introdujo el PP en su última reforma y que, si no se modifica, conderá a las pensiones a una cuasicongelación durante décadas. El partido que da sustento al Gobierno está acorralado y no tendrá más remedio que suavizar la norma.
Pero este debate no debe hacer que el foco se fije únicamente en la revalorización. Hay razones suficientes para una reforma en profundidad que exige a los partidos altura de miras y que difícilmente va a ver la luz esta legislatura. No es fácil, las pensiones son un tema muy sensible y con el que resulta fácil hacer demogagia. Pero la sombra del envejecimiento de la población se cierne sobre el sistema y conviene prepararse.
El sistema español es mucho más generoso que el de otros países de la OCDE
¿Hay que dar prioridad a la sostenibilidad frente a la suficiencia? ¿Es un sistema excesivamente generoso como sostienen algunos expertos? ¿Aguantará la jubilación de la generación del ‘baby boom’? Son algunas de las preguntas que irremediablemente hay que plantearse si queremos mantener este pilar fundamental del estado de bienestar español en el futuro.
Para alumbrar un poco del debate, vamos a poner algunas cifras sobre la mesa y a ofrecer una comparación del sistema de pensiones en España con las medias de los países de la OCDE. La principal conclusión que sacamos es que los españoles se jubilan antes, disfrutan durante más años del retiro y cobran una pensión que se parece mucho más a su último salario. Estos factores hacen que el gasto que exige el sistema sea mucho más alto que en otros países.
En concreto, el gasto en pensiones en España supone ya el 11% del PIB. De hecho, es la partida más grande de los Presupuestos cada año. En la OCDE, la media del gasto es del 9%. Y no acaba ahí la cosa, la dificultad para financiar las pagas extra que en los últimos años por el agotamiento del Fondo de Reserva, ha hecho que el Gobierno empiece a emitir deuda para completar la financiación de las pensiones.
El 82% del último salario
¿Por qué se gasta tanto en España? La principal razón es que la tasa de reemplazo, la relación entre la pensión inicial y el último salario, es más alta que en ningún otro sitio. La media de la OCDE está en el 55,2%. En España esta tasa ronda el 82%. Es cierto que ha empezado a bajar, pero sigue siendo muy generosa. Eso sí, la aplicación completa de las dos últimas reformas va a contenerla mucho.
En esta tasa de reemplazo influyen todos los factores que configuran el sistema de pensiones. Y muchos de ellos en España son más generosos o menos exigentes que en otros países. Por ejemplo, la edad real de jubilación, que está ahora mismo en 62,2 años, frente a los 64,6 años de media de la OCDE. Y eso a pesar de que la reforma de 2011 eleva la edad legal a los 67 años.
España es uno de los países con la esperanza de vida más elevada
En paralelo, la esparanza de vida no deja de crecer. De hecho, en España crece más que en otros países. Si los españoles se jubilan antes y viven más, la conclusión es sencilla: disfrutan durante más años del tiempo de retiro. En concreto, unos 20 años frente a los 17,6 años de media de la OCDE.
Y la forma de calcular las prestaciones también es más generosa. El periodo que se utiliza para calcular la pensión está ahora en 20 años (era 15 antes de la reforma de Zapatero). En la OCDE, la mayoría de países utiliza toda la vida laboral. De hecho, muchos organismos reclaman que España también empiece a tener en cuenta toda la vida activa de sus ciudadanos.
La combinación de todos estos factores hace que el sistema español sea comparativamente mucho más generoso que el de otros países, algo que no sería un problema si fuera sostenible. Las reformas ya hechas conseguirán contener el gasto en el futuro y evitar la quiebra, pero no resolverán todas las incógnitas que hoy planean sobre las pensiones. No queda más remedio que sentarse a hablar e intentar llegar a puntos de encuentro.