El gigante farmacéutico norteamericano Purdue Pharma se prepara para declararse en bancarrota antes de que finalice el año. Si no logra llegar a un acuerdo extrajudicial con los representantes de los miles de demandantes que le acusan de tener un papel activo en la crisis de los opiáceos, tendrá que presentar la documentación necesaria ante las autoridades para alegar números rojos ya que no podrá hacer frente a las condenas millonarias que probablemente le esperan a la vuelta de la esquina.
Purdue Pharma es el fabricante de OxyCotin, una de las marcas más extendidas de este tipo de analgésicos extremadamente adictivos cuyo abuso se estima que ha causado la muerte de más de 400.000 personas en Estados Unidos.
Hace unas semanas, varios medios de comunicación estadounidenses informaban de que la compañía estaba intentando llegar a un acuerdo con los representantes de todas las ciudades, condados y estados que la han demandado por un valor de unos 12.000 millones de dólares. En total, la empresa se enfrenta a más de 2.000 demandas particulares.
Esta cifra implicaría 2.000 millones de dólares más de los 10.000 que ofreció la farmacéutica a través de sus abogados a principios de agosto. Una cifra que Purdue Pharma no podría asumir, por lo que su equipo legal ha comenzado a preparar los documentos necesarios para declarar a la farmacéutica en números rojos.
Costará más de 150.000 millones a las 'farmas'
Según los últimos cálculos de los analistas del banco de inversión internacional Berenberg, la crisis de los opiáceos en Estados Unidos puede llegar a costarle a los laboratorios implicados más de 150.000 millones de dólares en sanciones judiciales.
La decisión de Purdue de intentar llegar a un pacto extrajudicial con sus demandantes se hizo pública después de que Johnson & Johnson, otra de las mayores farmacéuticas a nivel mundial implicadas en el escándalo, fuera condenada por un tribunal de Oklahoma a pagar más de 515 millones de euros por su rol.
En un intento de mitigar el impacto económico que tendrá sobre Purdue su implicación, comenzó a negociar con las partes para tratar de pactar antes de llegar a los tribunales. Ahora, parece que ni llegando a un acuerdo podrá hacer frente a las consecuencias económicas.
La denominada como crisis de los opiáceos u opioides hace referencia a la que muchos consideran la mayor catástrofe sanitaria que ha vivido la primera potencia del mundo en los últimos cien años. Comenzó en los años 90, miles de médicos en Estados Unidos comenzaron a prescribir este tipo de analgésicos -extremadamente potentes y con componentes comunes a drogas como la heroína- para mitigar el dolor agudo. Su composición, así como el hecho de que son muy adictivos, le han costado desde entonces la vida a más de 400.000 personas en el país.
Comienza la batalla legal
La gran batalla legal para la industria farmacéutica comenzará el próximo 21 de octubre, cuando se ponga en marcha el primer juicio federal contra estas empresas. Será en la capital del estado de Ohio, Cleveland y agrupará a más de 2.000 demandas presentadas por las autoridades locales.
Se podría considerar que los analistas de Berenberg Bank podrían considerarse optimistas, ya que los demandantes creen que el coste causado por los opioides es mucho mayor: un total de 480.000 millones de dólares. Esta es la cifra según el profesor de salud pública Caleb Alexander, que ha citado como experto en numerosas vistas relacionadas con el caso, que tendría un plan nacional sanitario para gestionar la crisis, que duraría cerca de 10 años.
En la actualidad son más de 22 fabricantes, distribuidores y oficinas de farmacia involucradas en el proceso, y están tratando de negociar un acuerdo con cerca de 2.000 administraciones locales, de condados o estatales en casos separados que llegarán a los juzgados en los próximos meses.
De entrada, los representantes de las administraciones involucradas consideran que la sentencia de Oklahoma constituye otro hito en la búsqueda de evidencias de que las compañías han jugado un papel en esta crisis de salud, por lo que Purdue Pharma, al igual que Johnson & Johnson, tienen mucho a lo que hacer frente en los próximos meses.