Los alimentos siguen encareciéndose mes a mes. El resultado es que en febrero, el último dato disponible del IPC, fueron un 16,6% más caros que un año antes, cuando ya habían subido un 5,6% en tasa anual. En este sentido, en realidad los precios han crecido un 23,1% respecto a febrero de 2021, cuando la crisis inflacionista no había llegado aún a los supermercados, y un 22,2% respecto a septiembre de 2021, último mes antes de que los alimentos iniciaran su escalada.
Esto implica un incremento en el gasto anual de las familias, que dedican una parte importante de sus nóminas a llenar la nevera, especialmente las de menos ingresos y, por tanto, las más vulnerables. Alrededor de 1.000 euros es lo que un hogar medio gastará al año de más en el supermercado en caso de mantener sin cambios su consumo respecto a 2021, un año de precios aún relativamente controlados.
Este cálculo parte de un coste base de 4.806 euros anuales, que es lo que gastaron de media las familias en alimentación en 2021, según la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) que elabora el INE. Al aplicar la subida de precios acumulada del 22,2% a ese gasto se concluye que los hogares, en caso de mantener estable su consumo, pagarán 1.067 euros más al año que antes de la crisis inflacionista.
En 2022, teniendo en cuenta que la inflación media de los alimentos y bebidas no alcohólicas fue del 11,6%, las familias (compuestas por una media de 2,5 personas, según el INE) ya habrían gastado unos 550 euros anuales más que un año antes por comprar exactamente lo mismo.
¿Mismo consumo?
No obstante, es posible que algunas familias hayan modificado o reducido su cesta de la compra para moderar ese sobrecoste. Por ejemplo, sustituyendo los alimentos que más se han encarecido por otros más económicos, adquiriendo productos de 'marca blanca' o reduciendo el consumo de determinados bienes menos asequibles en el contexto inflacionista actual.
Según BBVA Research, en comparación con el año pasado, el consumo total estaría cayendo un 4,8% en términos reales (deflactado), mientras que en el caso concreto de la alimentación lo estaría haciendo un 1,3%. Es decir, que el consumo de alimentos descontando la inflación se habría mantenido relativamente constante hasta el momento, con una caída inferior a la media de todas las categorías (energía, moda, salud, educación, ocio, restauración, etc.), según revelan los datos anonimizados de la entidad bancaria.
En términos nominales, Caixabank Research calcula que el consumo con tarjetas ha crecido un 9% en un año (febrero de 2023 frente a febrero de 2022) pero, en el caso de los bienes de primera necesidad (donde se incluye el gasto en los supermercados) se eleva al 20%. Sin embargo, "el reciente repunte de la inflación subyacente, combinado con la moderación de las tasas de crecimiento del consumo, apuntaría a que en términos reales el consumo se sitúa en cotas muy moderadas", explica Caixabank.
Subidas de hasta el 50%
Los productos que los españoles compran en el supermercado están afectados por unos precios más caros en origen, pues agricultores y ganaderos aún siguen viendo crecer sus costes por distintas vías (la guerra en Ucrania, la meteorología, la gripe aviar, la subida del salario mínimo interprofesional -SMI-, etc.).
Los alimentos que más se han encarecido para el consumidor final desde septiembre de 2021 son el azúcar (57,3%), la mantequilla (50,5%), las salsas y condimentos (43,3%), la leche (42,7%), el aceite de oliva (39,5%), y las harinas y otros cereales (38,2%). También destacan las subidas de las legumbres y hortalizas frescas o refrigeradas (33,3%), las frutas en conserva (32,2%), el arroz (31,5%), los huevos (31,5%), el yogur (29,6%), las patatas (26%) y el queso (24,1%).
Un 29% de los alimentos y bebidas no alcohólicas han subido más de un 30% desde septiembre de 2021; un tercio, más de un 20%; y otro tercio, más de un 10%. Solo 2 productos han subido menos de un 10% (el marisco fresco -9,6%- y los frutos secos -6,4%-) y no hay ni un sólo producto del supermercado que haya bajado de precio respecto a aquel momento.
Solo unos 7.000 millones de los 40.000 que gastará el Gobierno en ayudas están focalizados en los más vulnerables
En este contexto, hace unos días el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) desvelaba que casi uno de cada cinco españoles se está endeudando o tirando de ahorros para llegar a fin de mes. En concreto, un 19% de los encuestados aseguran que deben tomar una de estas dos medidas para sobrevivir en el actual contexto económico.
El Gobierno lleva más de un año tomando medidas para ayudar a los hogares a afrontar la actual crisis inflacionista, que ha resultado ser más duradera y persistente de lo previsto (en febrero la inflación volvió a crecer hasta el 6,1%). Sin embargo, sólo unos 7.000 millones de los 40.000 millones que gastará el Gobierno entre 2021 y 2025 en las ayudas frente a la crisis energética y la inflación están focalizadas en los hogares y empresas más vulnerables, según los cálculos realizados por el Banco de España (BdE).
De hecho, el supervisor bancario ha advertido de que sustituir las medidas no focalizadas (bonificación de carburantes y rebajas del IVA en alimentos y energía) por una transferencia puntual de renta a los hogares más vulnerables podría mantener su nivel de protección con la mitad del coste presupuestario, evitando distorsionar las señales de precios".