Lo que relata este Buscón ocurrió hace unos días en un conocido restaurante de la capital madrileña especializado en el chuletón a la parrilla. A un lado de la mesa, Antonio Fernández Galiano. Al otro, Juan Luis Cebrián. Los jefes de Unidad Editorial y de Prisa, las dos empresas más fuertes en el sector de la prensa generalista y las propietarias de dos periódicos –El País y El Mundo- que, en otro tiempo, cuando el negocio era próspero, pugnaban cada mañana por el galardón de ‘medio más influyente’.
El almuerzo entre estos dos presidentes sorprendió a alguno de los comensales del local, no porque sospecharan que los dos ejecutivos se llevan mal, sino porque estaban al tanto de las informaciones que han recorrido la corte durante las últimas semanas, que afirman que las dos compañías que encabezan podrían fusionarse.
Según cuentan quienes están al tanto de estos movimientos, recientemente se han producido varios encuentros entre el nuevo dueño de Unidad Editorial, Urbano Cairo, y representantes de algunos de los accionistas con más peso en el Grupo Prisa. En estas reuniones, se ha barajado la posibilidad de crear un gigante de los medios de comunicación en España que tendría una posición dominante en la prensa generalista, la deportiva y la económica. Sería, además, el líder en el sector de la radio y tendría dos licencias en la televisión en abierto.
La operación se ha planteado como una posibilidad y ni tan siquiera se han llegado a abrir los libros de cuentas de las dos empresas para analizar sus fortalezas, sus debilidades y el peso de ambas en el holding resultante. De hecho, fue el propio Cairo, hace unos 10 días, quien la dio prácticamente por cerrada, haciendo entender a su interlocutor que no tenía muy claro cuáles serían los beneficios que obtendría si se realizara una fusión de este tipo.
Los promotores de este intento de fusión querían situar a Cebrián como una especie de 'Reina madre' dentro de la compañía resultante. Con sillón y despacho, pero sin poder ejecutivo.
Las fuentes consultadas por este Buscón tienen constancia de que durante las conversaciones se habló de arrebatar a Cebrián el poder ejecutivo y de situarle como una especie de ‘Reina madre’ en el organigrama de la sociedad resultante. Como un muñeco de paja. Al parecer, el afectado, que se enteró por una tercera persona de los contactos entre Prisa y Unidad Editorial, montó en cólera cuando tuvo constancia de este intento de moverle la silla.
No hace mucho, en uno de los pomposos desayunos informativos que se celebran en el Hotel Ritz, afirmó que se jubilaría lo antes posible. Eso sí, el momento lo quiere elegir él. No concibe una retirada forzosa. Y menos si la promueve un 'conspirador'.
Conviene recordar que desde hace un tiempo el Consejo de Administración de Prisa está dividido con respecto a la continuidad de Cebrián en el cargo. De hecho, el fondo buitre Amber Capital utilizó hace un año al influyente Financial Times para criticar su gestión y para recordar a los inversores internacionales que, entre 2010 y 2015, el valor de las acciones de Prisa se desplomó un 95%, “teniendo el peor comportamiento entre los grandes medios de comunicación europeos”.
A lo largo de 2016, este fondo de inversión mantuvo algunos contactos con otros accionistas significativos de Prisa para tratar de apartar del poder a su presidente. En respuesta a estas maquinaciones, Cebrián renovó su contrato –blindado- hasta 2020, con el apoyo de la Junta General de Socios.
Cairo y la llamada del ahorro
En Unidad Editorial no existe discusión sobre quién es el jefe, pues desde hace unos meses Urbano Cairo tiene bien agarrado el timón del grupo y controla hasta el último número de sus libros de cuentas. Viaja a España casi todas las semanas, ha marcado las directrices del proyecto y ya ha dado orden de crear dos nuevas revistas. En el día a día, se preocupa especialmente de que nadie gaste ni un euro más de lo necesario y, si alguien se sale del guión, no duda en abroncarle.
El pasado septiembre, expresó su total confianza en el equipo directivo de Unedisa, encabezado por Antonio Fernández Galiano. Ahora bien, el contrato de este ejecutivo termina en diciembre y, de momento, no ha trascendido ningún mensaje sobre su renovación.
El papel que desempeñaría en este posible conglomerado Prisa-Unedisa es una incógnita. También lo es la opinión que manifestaría el regulador de los mercados en caso de que sobre la mesa del presidente de la CNMC aparezca un expediente de concentración de este tipo. Y, desde luego, Urbano Cairo también se preguntará si existe alguna fórmula de más dinero –o perdería menos- si diera el visto bueno a una asociación con un grupo tan débil como es Prisa. Sería, por así decirlo, una amistad peligrosa.