El día siguiente del huracán Aznar, hubo llamadas desde Moncloa a terminales varias de algunos despachos de Antena 3. No gustó nada, naturalmente, la entrevista con el presidente de honor del PP. Tanto, que algunas voces gobernamentales hablaron de "traición" y, arrebatados por un sordo cabreo que quizás se evapore prontamente, anunciaron algo así como el final de una buena amistad.
Se les había vendido que la aparición de Aznar en un "canal amigo" y con un panel de periodistas sin malas intenciones era garantía de que el resultado final no produciría las sorpresas que podrían ocurrir en el caso de que la entrevista tuviera lugar en otro medio. Y no fue así. La "voladura contrololada" de la reaparición del expresidente se convirtió en un terremoto político que ha sacudido vivamente a la militancia y a los simpatizantes del partido en el Gobierno. Alguien en Antena 3 debió haber previsto que Aznar es incontrolable y no lo hizo.
No esperaba el Gobierno del PP "semejante trastada" de un grupo mediático con el que no ha podido ser más complaciente. La propia entrega de Antena 3, en su momento, cuando también aspiraban a la cadena los vascos de Vocento. O también el reciente visto bueno de Moncloa a la integración entre Antena 3 y La Sexta, en contra de los criterios de Competencia. Pero lo Aznar no se ha digerido bien. Un miembro del equipo económico del Gobierno ha deslizado ya la posibilidad de dar el visto bueno a la vuelta de la publicidad al ente público de RTVE, lo que supondría un quebranto de dimensiones siderales para las cadenas privadas. Que ha de sumarse a la anulación del curioso reparto de las TDT efectuado por el Gobierno Zapatero. Una sentencia del Supremo ha sido la excusa legal para que el Gobierno esquilme a Antena 3, Vocento, Mediaset y Unidad Editorial de un puñado de canales televisivos, entre dos y tres por cada grupo.
José Manuel Lara ha sido siempre un interlocutor muy bien visto por parte del Gobierno de Rajoy, un presidente que nunca ha intentado organizar su propio conglomerado mediático, rompiendo una tradición de sus predecesores. La fusión con La Sexta, sin embargo, hizo torcer el gesto a altos responsables del PP y a algún miembro del gabinete. Varios programas informativos de este canal se dedican íntegramente a cercenar, criticar y ridiculizar la labor del Ejecutivo y a sacudir "con todo" al propio Mariano Rajoy. De ahí que en algunos círculos monclovitas se hable ya de que los interlocutores mediáticos del PP no pueden ser otros que ABC y la Cope. Les falta una televisión de fuste, ya que 13TV está todavía en sus primeros, aunque vigorosos, pasos iniciales.