La secretaria general del grupo Parlamentario de Podemos, Carolina Bescansa, sigue dando mucho que hablar, no tanto por su actividad en la madrileña Carrera de San Jerónimo, más bien escasa, sino por cómo se las gasta cada vez que encuentra un problema para conciliar la vida familiar con la laboral. El último episodio en el que ha sido también protagonista su bebé tuvo lugar a finales del pasado febrero en la televisión pública cuando la diputada fue invitada a intervenir en un programa informativo. Como suele ser habitual en estos casos, un coche del parque móvil de RTVE acudió a recogerla a su domicilio, situado en un pueblo de la periferia norte de Madrid, para conducirla hasta el plató televisivo. El chófer se llevó la sorpresa al ver como la parlamentaria de Podemos se presentó con su bebé y la señora que le cuida. En el vehículo introdujeron la silla y los cuatro enfilaron camino a Madrid, donde llegaron a la hora estipulada.
Al llegar a las instalaciones de TVE, Bescansa descendió del coche junto a su hijo y la cuidadora y dejó en el vehículo la silla. Poco o nada acostumbrado a este tipo de situaciones, el chófer contactó telefónicamente con su jefe para preguntarle cómo actuaba, ya que tenía varios servicios pendientes que atender con el mismo coche y no sabía si bajar la silla, dejarla dentro y marcharse o esperar a que Bescansa acabara la entrevista para devolver al bebé, a la cuidadora y a la diputada donde ella mandara. La orden de su jefe fue clara: no podía tocar la silla y debía aguardar a que la intervención de Bescansa en TVE finalizara. Esto sucedió, asombrosamente, casi tres horas después.
La anécdota ha llegado a oídos de algunos diputados de otros partidos que también frecuentan los platós de televisión y se muestran también sorprendidos por los modales bastante arrogantes que en ocasiones emplea Bescansa en el trato parlamentario. Cuando el pasado enero uno de los cámaras de una televisión privada la enfocaba a ella junto a su bebé fuera del hemiciclo durante la sesión de apertura de la XI legislatura, uno de los asistentes de Bescansa le palmeó en la espalda para advertirle que no debía obtener imágenes del niño. El profesional le respondió que le ponía realmente difícil su trabajo, pues a quien realmente quería grabar era a los diputados de Podemos, entre los cuales se encontraba Bescansa con su hijo. El choque no fue a más, pero dio pie a numerosos comentarios sobre el excelente servicio que presta la guardería del Congreso y la memez que implica someter a un bebé de tan corta edad a suplicios tan innecesarios.