Estupor y creciente incertidumbre. Son dos sentimientos que estos días se escuchan en boca de empleados de El Mundo. En el rotativo de Unidad Editorial ya no saben qué pensar sobre su futuro. Además de todas las informaciones sobre la probable alianza del grupo mediático con Vocento, esta misma semana los empleados escuchan y observan cuestiones contradictorias. Para empezar, el diario anunció un acuerdo con un grupo mexicano para encartar 12 páginas en diarios que se editan en el país azteca.
Al mismo tiempo, algún directivo de la compañía comenta por los pasillos, ante quien le quiera oír, que "el papel está ya acabado, hay que apostar por lo digital", según ha podido escuchar este Buscón travieso. Y, en paralelo, ha desaparecido la edición vespertina, El Mundo de la Tarde, y se trabaja en un rediseño del periódico, según han informado algunos medios. No parece que todas estas cuestiones dibujen un escenario muy coherente. Si el papel se ha acabado, ¿para qué un rediseño? Si es el momento de apostar por el periódico en internet, ¿por qué se cierra una edición en internet?
Para colmo, las cifras de difusión y publicidad son para El Mundo, como para todo el sector de medios impresos, poco halagüeñas, por no decir lamentables
Días extraños, por tanto, en el diario dirigido por Casimiro García-Abadillo. Está siendo, en puridad, un año más que complicado para el rotativo. En enero llegó la abrupta salida de la dirección de Pedro J. Ramírez, algo que dejó tocada la redacción. Después, han llegado diversas polémicas entre el antiguo director y el nuevo, cuya relación, según se comenta en las demás redacciones, ya no es como antes. Para colmo, las cifras de difusión y publicidad son para El Mundo, como para todo el sector de medios impresos, poco halagüeñas, por no decir lamentables.
Y, como se ha dicho, el colofón que inquieta a los trabajadores del periódico es todo lo relacionado con la fusión en ciernes entre la antigua Unedisa, editora del diario, y el grupo Vocento. Esta cuestión es particularmente espinosa porque los empleados de ambas compañías se temen que si hay fumata blanca lleguen los inevitables despidos y otras medidas de ahorro.
