Ahora no puede salir o entrar de casa sin que una nube de periodistas le grabe y los más curiosos se acerquen hasta allí para ver en persona al hombre que tiene en jaque al presidente del Gobierno. No es extraño que su abogado pidiera que se le levantara la cautelar que le impide salir del país. Y es que el que era un perfecto millonario desconocido, no sólo se ha convertido en uno de los rostros más identificables del país sino que no puede acudir a ningún sitio sin que le señalen con el dedo o le griten sinvergüenza mientras él responde con una airosa peineta.
Apenas le quedan unos pocos reductos donde reunirse con los amigos de forma discreta, relajada, para diseñar estrategias, ver el siguiente paso judicial contra esa bestia negra en que se ha convertido para él el PP, en general, y María Dolores de Cospedal, en particular. Pero una persona de su nivel, rica a base de arcillas compactantes, sillas anatómicas y obras de arte no podía elegir cualquier sitio. El coqueto y muy caro hotel madrileño de Santo Mauro, por cierto, a un tiro de piedra de la sede nacional del Partido Popular, es uno de sus cuarteles generales.
Allí, en uno de sus señoriales salones, se le ha visto no pocas veces con otro gran actor de esta comedia: el amigo, abogado y hasta representante Jorge Trías Sagnier, al que apunta el PP como el filtrador de los documentos a El País y con quien también ha compartido almuerzos y cenas en otro exclusivo hotel, La Pleta, de Baqueira Beret, solos o en compañía de otros. Al principio solo los más iniciados les ponían rostro a los dos. En estos momentos, salvo los extranjeros que se alojen en el Santo Mauro, el resto sabe perfectamente quiénes son. Todo ello sin perder de vista que moviéndose por esa zona no es extraño que se crucen en más de una ocasión con algún dirigente o trabajador de Génova.
Y es que la cabra tira al monte.