Tan aficionado en otro tiempo a los road shows financieros por el ancho mundo como banquero de postín que fue hasta su jubilación como consejero y director general para Latinoamérica, además de adjunto al presidente de Banco Santander, Francisco Luzón se pasea ahora, para sorpresa de no pocos de sus amigos que no entienden tanta exposición pública, por las redacciones, los estudios de radio y los platós de televisión de buena parte de los medios de comunicación madrileños contando las duras circunstancias del mal que padece, Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad degenerativa que afecta a unas 4.000 personas en España ahora mismo y que le fue diagnosticada en octubre de 2013, y su determinación de contribuir a la investigación y curación de la misma a través de la Fundación Luzón por él creada a tal efecto.
Si han seguido el caso, seguramente sabrán que aunque aún se mueve por sus propios medios, el ex banquero ya no puede articular palabra, de modo que para comunicarse se vale de una App instalada en su teléfono móvil que verbaliza lo que él mismo escribe. Con los músculos faciales paralizados por el avance de la enfermedad, en realidad Luzón se vale de los ojos para comunicarse con el exterior, y esos ojos, más ese talento natural que nadie ha discutido nunca, no han perdido un átomo de la vitalidad que siempre le distinguió y que ahora manifiestan unas ansias increíbles por exprimir el tiempo hasta la última gota. Lo que casi nadie sabe es que Paco Luzón, 68, acaba de terminar unas prolijas “Memorias” de más de 600 páginas, cuyo contenido podría dar un vuelco a muchas de las interpretaciones que en las últimas décadas se han tejido en torno a importantes operaciones financiero-bancarias de las que fue testigo, como, por ejemplo, la polémica compra del Banesto expropiado a Mario Conde por el Santander de Emilio Botín, gracias a una irregularidad flagrante consentida por el entonces gobernador del Banco de España, Luis Ángel Rojo.
Luzón ha dividido sus Memorias en tres grandes bloques. El primero tiene que ver con sus años de infancia y primera juventud, y abarca desde que sus padres emigraron, cuando él contaba 5 años, desde El Cañavate, el pueblo conquense donde nació, para instalarse en Baracaldo (Vizcaya), hasta que con 17 años ingresó en la Universidad bilbaína de Sarriko para cursar Ciencias Económicas y Empresariales. El segundo comprende el grueso de su actividad profesional desde que, al terminar la carrera, fichó en 1972 por aquella incomparable escuela de altos ejecutivos bancarios que fue el Banco Vizcaya que presidía Pedro de Toledo, la figura más singular de la historia de la banca española, hasta su incorporación al Santander de Botín. En ese ínterin, Luzón saneó bancos varios del Vizcaya, participó en la creación de BBV, fue nombrado por Carlos Solchaga presidente del Banco Exterior de España, y creó Argentaria, resultado de la fusión de aquél con Caja Postal y otros bancos públicos. La tercera y última, está dedicada a su actividad como alto directivo del Santander, por quien ficha a finales de 1996 (tras el nombramiento de Francisco González como presidente de Argentaria por el Gobierno Aznar), responsable en gran medida de la expansión del banco por Latinoamérica, fundamentalmente Brasil, un caladero del que han salido los beneficios del banco durante muchos años, y abarca hasta su polémica ruptura con Botín en enero de 2012.
Hay material de sobra para posibilitar una visión nueva de operaciones bancarias hasta ahora mal conocidas y peor interpretadas
Para la redacción de las mismas, Luzón se ha servido de tres fuentes: su memoria de elefante, por un lado; su ingente archivo personal, por otro, pues, al decir de quienes le conocen, el banquero se ha preocupado siempre de guardar prueba documental de todas las operaciones en las que intervino hasta un grado de minuciosidad que sorprendería al más puntilloso de los mortales, y, finalmente, el testimonio de no pocos amigos y compañeros de trabajo que a lo largo de su trayectoria compartieron con él peripecias bancarias, y a los que el propio Luzón se ha encargado de pedir ayuda para esclarecer tal o cual episodio oscuro. De todo ello han salido esas 600 y pico páginas, en buena parte de las cuales hay material de sobra para posibilitar una visión nueva de operaciones bancarias hasta ahora mal conocidas y peor interpretadas. No se sabe si Paco Luzón decidirá finalmente publicar el trabajo o, como dio a entender en un principio, quedará reducido al conocimiento de sus hijos y amigos más cercanos. Lo que sí se sabe es que esas “Memorias” han despertado ya el apetito de más de un editor de postín. Sería muy interesante, por ejemplo, conocer la versión del interesado del episodio, tantas veces narrado por Radio Macuto, que dio lugar a su fulgurante salida del Santander después de que, al parecer, intentará moverle la silla al propio Botín con la ayuda (y la traición final) de Rodrigo Echenique.