¡Qué tiempos! Ya hasta la pescadería Fernando VI de Madrid ha cerrado y se ha transformado en tienda on line. Situada en la calle de mismo nombre, era considerada por muchos de sus clientes como ‘la Rolls Royce de los pescados’. Si uno pasaba a las 8 de la mañana por delante, podía oler como una oleada de brisa marina. Daban ganas de comerse crudos los ejemplares que estaban recién expuestos en los expositores sobre el hielo picado, o nadando en las amplias peceras.
Era habitual ver comprando ahí a actores, artistas famosos que viven por la zona de Barquillo o Chueca; también a empresarios y adinerados… No en vano, cuando en los telediarios salían las típicas noticias navideñas que hablaban de percebes a 300 euros el kilo o angulas a 1.000, esta era una de las plazas donde podían verse esos precios estratosféricos.
Claro que la calidad… ni siquiera el año del chapapote pasaron apuros. Iba uno a preguntar con antelación si habría algún problema con las existencias o el sabor y respondían, sin dar muchas explicaciones: “no habrá ningún problema”.
Con una suficiencia que ha copiado de maravilla el rancio de La que se avecina, (“Yo siempre tengo angulas”), cuando uno iba a mediados de diciembre a reservar lo que hiciera falta, se negaban a aceptar esos encargos: “usted venga el 23 o el 24 y no se preocupe, no faltará de nada”. Y era verdad.
Ahora, después de ver la luz en 1948, se transforma en tienda de reparto a través de Internet y al parecer servirá desde una nave. Han cerrado sus viejas instalaciones. No sabemos si harán lo mismo que los de Pescaderías Coruñesas (sus otros rivales) y lanzarán restaurantes, pero con el cierre de esta tienda parecen irse de nuevo otros tiempos, en los que todo sabía mejor.
Habrá que ver cómo va su reparto a domicilio… quien pueda pagarlo, claro, porque el marisco debería cotizar en el mercado de materias primas de Chicago junto al oro, el platino y los diamantes.