Paseo Recoletos, Madrid. Doce de la mañana. El presidente de la Generalitat Carles Puigdemont ha desaparecido. Tras su comparecencia ha huido envuelto en su propia nube de humo, ese vapor tan suyo que perfuma el hacer y no hacer, el querer y no querer, el tener y no tener... valor. ¿Rectifica y convoca a elecciones o se reafirma en sus pretensiones secesionistas? A estas horas nadie lo sabe. El 155 se respira en el aire y todos miran en dirección a Bailén, donde el Senado tiene previsto aprobar el recurso que intervendría la autonomía catalana.
A esa misma hora, el ministro de Educación, Cultura y Deportes y portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, cruza el paso cebra que atraviesa Recoletos y conduce desde el Banco de España al Palacio Linares (la sede de Casa de América), donde se celebra un acto en homenaje al historiador Hugh Thomas. A esa hora, el acto sobrepasa los sesenta minutos de duración. Ha hablado ya el secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, también uno de los invitados de honor, el hispanista John H. Elliott.
Va con retraso el ministro Méndez de Vigo. Estaba prevista su presencia (como oyente, claro) según aclararon fuentes de Casa de América enmendando la agenda divulgada el día anterior. La mañana va calentita y el ministro tiene el tiempo comprometido. Así que canutazos, los justos (lo hubo, corto, eso sí). Acompañado por su gabinete y representantes de su oficina de Prensa, Íñigo Méndez de Vigo avanza. Va impecable. El traje liso, sin arrugas. No levanta la voz, pero la resolución de sus instrucciones puede escucharlas cualquiera que se tope, de frente, con él. "No vamos a hacer eso. No vamos a hacer eso", repite Méndez de Vigo.
Queda una hora para el segundo plantón de Carlos Puigdemont de la jornada última, el tiempo de descuento antes de dar una última señal de buena voluntad para evitar la activación del artículo 155. Allá va Méndez de Vigo, rumbo al homenaje a Thomas. Camina, tranquilo, a las doce de una mañana que transcurre a empellones. "No vamos a hacer eso. No vamos a hacer eso". Tic...tac...tic ... tac. El botón eyector que podría sacar a Carles Puigdemont está por activarse, mientras el ministro cruza la calle.