Parece que tenemos algo con Ramón Calderón y líbrenos Dios de ello, pero cada vez que sale una sentencia judicial a su favor en medio del más completo silencio generalizado nos afloran ciertas ganas de ir contra corriente y contarlo, aunque nos lluevan las críticas después. Seguramente, sólo lo hacemos por aquello de tocar las narices, pero nadie negará que lo de Calderón en su día no fue linchamiento; es que fue ajusticiamiento en plaza pública sin juicio. Y resulta que una vez que la cosa pasa realmente por los juzgados, el magistrado tumba el recurso de los dos periodistas que publicaron un montón de “calumnias” y que ahora, casualidades de la vida, trabajan para el Real Madrid, rescatados por tito Floren.
Aquí dejamos la sentencia por si a alguien le apetece leerla con calma. Lo de menos ya son los 18.000 euros que deberá cobrar el ex presidente del Real Madrid. Insistimos: no queremos decir ni por asomo que Calderón era muy bueno ni nada de eso. Igual es hasta cierto que era muy chungo, aunque para hecho chungo, lo que ocurrió tras su dimisión: el Real Madrid pasó por el proceso electoral más bochornoso de su historia, en el que un candidato no pudo presentarse por no reunir los elevadísimos avales que impuso en su día Florentino Pérez (Eugenio Martínez Bravo, mira que es buen tío, pero para su desgracia, no es millonario ni amigo de) y el otro se retiró al día siguiente de anunciar su candidatura (Onieva, un tipo peculiar pero que ha ganado más Copas de Europa que Pérez en muchos menos años, por ejemplo. Y sin galácticos). El uno, cada vez que iba a firmar, le salía el banco de turno con que había recibido "órdenes" para no conceder los apoyos. El otro los presentó, pero nadie sabe por qué se retiró 24 horas después.
La realidad es que súper Florentino no precisó de elecciones aunque, por si acaso, una vez recuperada la presidencia, ha endurecido más los requisitos para presentar candidatura. O lo que es lo mismo: se ha perpetuado en el cargo.
Calderón, que sin duda no es ningún santo, fue apaleado mediáticamente, en un asedio que le llevó a dimitir para que Florentino volviera al puesto que considera en propiedad. Justo es, tal vez, que ahora que las sentencias judiciales dicen que gran parte de aquello fue mentira, algunos lo digamos. Por lo menos, que conste.
En el fondo, la pena de todo esto es que el Real Madrid como entidad no sea capaz de dar con un candidato para su presidencia sólido y sostenible.