La tensión política y social provocada por la deriva rupturista de la Generalitat de Cataluña, ha provocado en los últimos años un cambio de tendencia en los saldos migratorios, de forma muy sensible en ciudadanos de nacionalidad española.
Los flujos migratorios se mueven, esencialmente, en función de la situación económica. Analizando la evolución de los últimos años vemos que las variaciones no se explican por motivos económicos y la única variable nueva es la radicalización independentista.
En 2018 el saldo migratorio de Cataluña con el resto de España fue negativo en su conjunto (según datos del Instituto Nacional de Estadística, INE (-2.811), y lo que es más significativo, lo fue con casi todas las CC.AA.
En el siguiente mapa las zonas más oscuras son las que tienen un saldo migratorio de Cataluña más positivo.
Comparando con Madrid se aprecia mejor el cambio de tendencia. Mientras el saldo de Cataluña fué negativo en 2.811 personas el de Madrid fué de + 7307 personas.
A ello se suma, para entender la magnitud de la situación y la pérdida de atractivo de Cataluña, la evolución del saldo migratorio de ciudadanos con nacionalidad española que van o vuelven del extranjero; la diferencia entre aquellos españoles residentes en Cataluña que optan por emigrar y aquellos que retornan tras haber residido en un país tercero. Lo compararemos con la evolución de Madrid para apreciar mejor el cambio de tendencia producido por el ‘procés’. Mientras en Cataluña fué negativo en 2914 personas, en Madrid fué positivo en 5092 personas.
El siguiente gráfico muestra la evolución semestral en los últimos años
Como se ve con claridad, la evolución de la Comunidad de Madrid y Cataluña eran paralelas, siendo el saldo de Cataluña ligeramente superior al de Madrid, sin embargo a partir de 2015 las líneas se separan, mostrando una divergencia entre ambas, tendencia que se ha ido acentuando, mostrando una tendencia decadente de Cataluña. No es por motivos económicos. Solo el procés explica las cifras.
A todo ello hay que sumar el numeroso número de catalanes que trabajan en Madrid durante los días laborables y vuelven los fines de semana.
La tensión política, la política lingüística, la concentración de trabajo cualificado en Madrid, la marcha de empresas, de momento sus sedes corporativas, explican el fenómeno.
El independentismo niega la realidad públicamente, pero la aplaude y la incentiva en privado. Su política de ingeniería social, complementada con la potenciación de inmigrantes extranjeros de determinados países en lugar de otros (lo veremos en un próximo análisis) tiene un objetivo político: alcanzar mayorías electorales. Dicho política migratoria se añade a la creación de una ‘conciencia nacional’ basada en la hispanofobia y el victimismo combinado con toques de supremacismo mediante la agitación y propagando a través de la escuela, los medios de comunicación y el reparto de dinero público. El programa 2000 de Pujol nos muestra que nada es al azar. Las cifras pueden parecer poco significativas , pero sumando ambos saldos migratorios en Cataluña hay, en un sólo año, -5725 nacionales menos residentes en Cataluña, mientras en Madrid hay 12399 más. Un diferencial de 18124 personas al año. Si la tendencia se mantiene las cifras se vuelven más que significativas y cambiarán, si nadie lo remedia, la composición social de Cataluña.