Guardiola, Xavi Hernández, Pique, Laporta, todos ellos jefes manifiestos o jefes timoratos de la revolución de los Cayene hacia la independencia.
Cadenas humanas que cruzan el Camp Nou, declaraciones de amor bañado de petrodólares a Qatar, amor tan puro como el que la Gregoraci tenía por Briatore, pancartas tamaño 10XL que aparecen en el estadio por el arte del birlibirloque, gritos de independencia en el minuto 17.14, pitadas toleradas cuando no alentadas al jefe de Estado en las finales de la Copa del Rey. El Barça efectivamente es más que un club, es más que un partido político, es el único artefacto separatista de éxito.
Ya lo dijo Miro Sans cuando Carmen Polo le comentó en una final de la Copa del Rey, que el Barcelona le gano al Madrid, “bueno al fin y al cabo el Barcelona es también un club español”. A lo que el entonces presidente blaugrana dijo “no fotem senyora” y desde entonces hasta hoy.
El Barça efectivamente es más que un club, es el único artefacto separatista de éxito.
El equipo catalán no es un club apátrida, es un club antiespañol. Las victorias del Barça en los clásicos son una especie de excorcismo, un oasis, frente a las derrotas políticas, ante la decadencia social y económica siempre les queda el Barcelona… hasta que Messi, el de la cláusula de salida inmediata en caso de independencia, quiera o pueda.
Es una entidad compleja, independentista a ojos de muchos, en cambio a ojos de otros son los talibanes del procés, es un club poco comprometido. Bartomeu sufre los ataques de Roures, Laporta y toda una cohorte de periodistas del entorno culé, que creen que ya que la independencia no se puede declarar desde el balcón de la Generalitat en la Plaza de Sant Jaume quizás si lo puedan hacer desde el Palco del Camp Nou en la Av. Aristides Maillol.
El Barça jugó a puerta cerrada el 1-O, el Barça no jugó el último partido contra el Madrid en octubre de este año porque ardía Barcelona. Ardía de la mano de los que creen que Barça, y República son lo mismo.
La complacencia, la colaboración, el apoyo que el Barça y muchos de sus directivos han prestado al procés no le va a servir para evitar ser victima de los intolerantes grupos pijoparamilitares. Que amparados en un sentimiento privativo de la calle llevan ya tiempo actuando en calles, carreteras, autopistas, vías férreas, aeropuertos y universidades catalanas.
Barcelona ardía de la mano de los que creen que Barça, y Republica son lo mismo
Los del Tsunami, o sea, el fascio catalán, propone ahora boicotear el partido que ya habían boicoteado. Los aficionados entrarán en pánico, ¿que hacer? ¿Impedir que acuda al partido su padre o su hijo y ellos mismos o enfrentarse a su vecino, a su otro hijo y a su sobrino?
La tropa procesista, tan obediente, tan bien dirigida y tan dispuesta a todo tiene que decidir: asistir a gritar contra España y ver, posiblemente, la enésima derrota del Madrid, o boicotearse a si mismo. Lo primero es ir contra Tusnami, o sea, contra Torra y Puigdemont. Lo segundo es mear contra el viento. Y ya se sabe, si se mea contra el viento uno se mancha los zapatos y los pantalones.
ERC y Junts X Cat, de los que tantos insisten en ver grandes diferencias, y yo no les veo ninguna, ya han dado instrucciones: hay que mear contra el viento. Sabrià y Puigdemont han apoyado el enésimo acto contra la libertad de movimientos de los catalanes y han mostrado su simpatía con el bloqueo del estadio del Barcelona el próximo día 18. Pues ale! Todos a autoimpedirse el paso a si mismos.
No tengo claro que la tropa en Porsche Cayene que sigue los dictados de sus líderes prefiera gritarse a si mismos y autoapedrearse que ir a ocupar su asiento en el vetusto estadio blaugrana
Hasta ahora los líderes independentistas, buenos conocedores de sus entregados seguidores, habían sido prudentes en no pedir excesivos sacrificios: nada de cortar carreteras en sábado, o en puente, incluso declararon la independencia un viernes y se fueron de week end. En el que Puigdemont aprovecho para darse el piro. ¡Que alivio! Este hombre dos años dando la matraca desde Cataluña hubiera sido insufrible.
Ahora lo del 18 es rizar el rizo. No tengo claro que la tropa en Porsche Cayene que sigue los dictados de sus líderes prefiera gritarse a si mismos y autoapedrearse que ir a ocupar su asiento en el vetusto estadio blaugrana, un estadio que necesita ser remodelado pero que es el mejor ejemplo de como la discusión eterna nos lleva irremisiblemente a la decadencia.