Un artículo del diario Ara afirma que el estado de alarma ha servido de "excusa para acelerar decisiones polémicas, para frenarlas o simplemente para intentar que pasaran desapercibidas", y pone como ejemplos de temas políticos poco debatidos los siguientes: la retirada de la asignación económica al padre del Rey por cuestiones financieras cuya investigación prosigue; la derogación en el Parlamento andaluz de una treintena de leyes autonómicas, que conllevará la reducción de tasas urbanísticas, la liberalización de horarios comerciales y el relajamiento de controles ambientales; la suspensión de los plazos administrativos, con la que el acceso a la información se hace más difícil y quedan en suspenso las leyes de transparencia tanto española como catalana; la inactividad del Tribunal Constitucional, por la que los recursos presentados por los presos políticos con vista a elevarlos a la justicia internacional no se resuelven; la aprobación del plan de desarrollo urbanístico Madrid Nuevo Norte, al cabo de 27 años, cuyos defensores esgrimen que creará 250.000 puestos de trabajo mientras sus opositores alertan que se trata de un pelotazo urbanístico.
La guerra de Pedro Sánchez
Vicent Partal en Vilaweb, a propósito de lo que llama "militarización de la crisis sanitaria", se refiere así a Pedro Sánchez: "Él ha hecho algo que no ha hecho nadie más en nuestro entorno geopolítico. Esta autoproclamación en autoridad competente, tan antidemocrática, está diseñada pensando en el control ciudadano. Todo el mundo sabe y asume que un estado de guerra es un estado anormal en el que algunas libertades pueden ser suprimidas en nombre del esfuerzo colectivo necesario para ganarla. Poniendo a los militares en primera línea, también escenográfica, Sánchez persigue la obediencia ciega, si bien esto no es ninguna guerra. Y no nos engañemos: lo consigue bastante".
Desde esta posición inasequible al desaliento movilizador, no sólo vivimos en un franquismo inderogable sino que la aplicación del 155 ante la proclamación de independencia fue un golpe de estado. Pero seguimos en racha: "En Madrid hay un gobierno que impone estados de alarma, militariza la vida pública y piensa en censurar la crítica y perseguir la disidencia". España es un no parar de golpes.
Libros y rosas entre rejas
LaRepublica.cat informa que el partido Crida Nacional per la República, creado en 2018 en torno a la figura de Carles Puigdemont, para celebrar el día de Sant Jordi invita a comprar libros escritos por los políticos presos o exiliados y a enviarles por correo, no rosas, sino dibujos de rosas, previa difusión en la redes sociales.
Piden que los libros se compren a través de la plataforma llibreriesobertes.cat, para así apoyar al pequeño comercio, y recomiendan una lista de 21 títulos. Sus autores son todos protagonistas de los hechos, excepto Tota la veritat: La crònica definitiva dels dies decisius del Procés, escrito por un grupo de periodistas.
Viejos conocidos
Nació Digital cree ver un vínculo entre los Pujol y Vox. Se trataría del padre de Macarena Olona, abogada del Estado, diputada por Granada y secretaria general del grupo parlamentario de Vox.
"Pablo Olona, un empresario de origen leridano, vinculado a varios escándalos de corrupción y relacionado con los negocios panameños (turbios según las investigaciones policiales) de Jordi Pujol Ferrusola, hijo mayor del ex presidente. Olona, que hace años que ayuda a empresarios a aterrizar en Panamá, estaba también conectado con Juan Piqué Vidal y Javier de la Rosa. Estuvo encarcelado en España y en Andorra por insolvencia punible y por la policía era una pieza clave en los asuntos del Junior".
Ruptura catalana en perspectiva
El ex diputado Albert Botran (CUP) en El Punt-Avui recuerda que los pactos de la Moncloa en 1977 encontaron "un cierto rechazo en el mundo sindical" mientras que ahora la situación otra: "En Cataluña hay una mayoría política, el independentismo, que rechaza unos nuevos pactos porque cuestiona de raíz el Estado español. Pero la mayoría sindical, las direcciones de CCOO y UGT, seguro que preferirán apuntalar cualquier propuesta surgida del gobierno español, que ya sabemos que no supondrá las medidas necesarias porque no harán pagar a las empresas del Ibex, empezando por la banca, lo que deberían".
En uno de tantos ejercicios de optimismo, opina que ahora "se dan las condiciones para una ruptura catalana que no pudo ser en ese momento". Haría falta "un programa que sea una ruptura con la oligarquía" y "un músculo social que tenga expresiones en el mundo del sindicalismo y también en luchas como la vivienda, la sanidad, la educación, la agricultura, las personas migradas, el feminismo, el ecologismo, la economía social y solidaria".